Según cuenta Isidoro de Sevilla en la «Historia de regibus gothorum», el rey godo Suintila fundó la ciudad de Oligicus u Ologite en 621 para hacer frente a los francos. Finalmente Suintila fue destronado por la traición de parte de la nobleza y del duque de la Septimania, Sisenando, con la ayuda del rey franco Dagoberto I de Neustria, es decir, el reino franco del Oeste. Sisenando fue elegido nuevo monarca en el IV Concilio de Toledo (633), bajo la dirección de Isidoro de Sevilla. Oligicus, junto con Victoriacum, supuestamente fundada por Leovigildo (568-586), formarían una línea defensiva contra las incursiones de los francos.

En el IV Concilio de Toledo se sancionó el carácter electivo de la monarquía visigoda, siendo elegido Sisenando. Sin embargo, los siguientes concilios intentan reforzar la figura del rey, limitando la elección a la alta nobleza militar y palatina visigoda, así como proteger los bienes de sus herederos y especial protección de su camarilla, consejeros y partidarios, de los bienes y regalos recibidos. El hijo de Suintila, Chintila, fue elegido sucesor de Sisenando y convocó el VI Concilio de Toledo, donde se reafirmó la seguridad del rey y su familia, consolidando su posición. Se prohibió a los no católicos residir dentro de las fronteras del reino, lo que afectó especialmente a los judíos. El siguiente monarca elegido fue el hijo de Chintila, Tulga (639-642). Dado el carácter hereditario que adquirió la elección, su nombramiento originó la oposición de parte de la nobleza.

La rebelión de Chindasvinto, convocando a los nobles y haciéndose proclamar rey, a pesar de la oposición de los obispos, terminó con la deposición y tonsura de Tulga. La tonsura lo incapacitaba para volver a reinar, según los cánones. Chindasvinto (642-653), era hijo de Suintila y tenía 79 años cuando se proclamó rey. Instauró la monarquía hereditaria, asociando al trono a su hijo Recesvinto.

Sarcófago de Chindasvinto y restos de columnas visigodas, o tardorromanas, en San Román de Hornija (Valladolid). Según cuentan, se creía que la columna estriada, al fondo, era un soldado de Chindasvinto.

Al igual que el rey, los puestos de duques, condes o marqueses no tenían un carácter hereditario, puesto que el nuevo monarca podía nombrarlos entre sus partidarios o afines. No eran títulos honoríficos, sino que correspondían a una función civil o militar determinada que formaba parte de la organización del reino. Sin embargo, siempre existió la tendencia a convertir los puestos en bienes propios, vitalicios y hereditarios.

Las únicas ciudades fundadas por los visigodos en la Península, fueron Oligicus, Vitoriacum, Recópolis y se ha dicho que Villa Gotorum, la actual Toro, fundada por Leovigildo para hacer frente al reino suevo, aunque esta supuesta fundación ha sido desmentida y tampoco hay seguridad sobre este nombre. El reino suevo se funda a partir de 409, hasta su final, en 585. Llegó a ocupar, en su momento de máxima expansión, en torno a 455, Galicia, centro y sur de Portugal, el occidente de Andalucía y Extremadura, Zamora y Salamanca, estableciéndose la frontera en el río Pisuerga.

El nombre de Valladolid, es posible situarlo en el siglo XI, según las fuentes, pero podría ser anterior, a pesar de que hemos comentado anteriormente que parece probable que su origen se sitúe en el siglo XI, en el reinado de Sancho Garcés. Valolite se corresponde con la frontera entre el reino suevo y el reino visigodo y pudo tener la misma función que Olite, frente a los francos. Habrá que tener en cuenta lo que nos cuenta el nombre o hidrónimo de Pisuerga, un río que, desde las montañas, es la frontera entre los suevos y los galos.

Los godos o visigodos, que eran arrianos, llegaron a Hispania expulsados de la Galia por los francos a partir de 507, cuando se produce la caída del reino godo de Tolosa, desplazando también a los galos, la población de la Galia, que había sido previamente también desplazada por los godos. Recópolis sería una fundación del rey Leovigildo en 578, en un lugar cercano al arzobispado de Toledo, pero con autonomía para acuñar moneda y reforzar su posición, puesto que Leovigildo era arriano. La capital en Toledo fue establecida por el rey Atanagildo en 567.

Los godos conservaron el territorio de la Septimania en la Galia, que se correspondía con la provincia Narbonense romana, formando parte del reino visigodo de Toledo. Una de las explicación más aceptada para el nombre de Septimania, es que hace referencia a la diócesis, o división administrativa del bajo Imperio Romano que dividía la Narbonense en siete provincias, pertenecientes a la prefectura del pretorio de las Galias. El nombre de Septimania fue sustituido en el siglo XIII por Languedoc. La Septimania fue siempre una zona muy conflictiva, habitada por galorromanos, godos, sirios, griegos y judíos. El último monarca visigodo que apaciguó la zona fue Wamba, pero la paz acabó con la invasión musulmana de 719, al mando de Al-Samh ibn Málik, valí de al-Ándalus. El territorio, con capital en Narbona, estuvo bajo dominio musulmán hasta 759, hasta la conquista de Narbona por Pipino el Breve. Se estableció la Marca de Gotia, extendiéndose hacia Cataluña, siendo conquistada Barcelona en 801.

Otra teoría sobre el origen del nombre de Septimania es que hace referencia a los veteranos de la Legio VII Claudia, una legión que se estableció en la región en el siglo I d.C. «Septimani» es el nombre que se daba a los soldados de la legio VII. La legio VII Claudia fue creada por Julio César para invadir la Galia en el 58 a.C. y existió al menos hasta el siglo IV. El emblema de esta legión, como casi todas las de César, era el toro, aunque también podía ser el león. La legio VII Gemina fue creada por el emperador Galba, en Clunia, en el año 68 d.C. La actual ciudad de León tiene su origen en el asentamiento de la legio VII. Es posible que el nombre de Septimanca, que se identifica con la actual Simancas, esté relacionado con una mansio utilizada por la legio VII, es decir, una parada oficial en una calzada romana, en este caso, la vía principal entre Astorga y Clunia, que pasaba por Cabezón de Pisuerga. Septimanca se encontraba en la intersección con otra vía, procedente de Cauca. No hay noticias de Septimanca en época visigoda, aunque se conoce una necrópolis tardorromana. Con el nombre de «Septemmancas» aparece en 1059 y «Sietmancas» en 1270, pasando a «Simancas» en 1344.

Denario del emperador Galba. El reverso de Hispania y símbolos que podrían hacer referencia a la Legio VII Gémina. Foto: Imperio Numismático

Podríamos insistir en la teoría de las provincias, puesto que la diócesis de Hispania tenia seis provincias: Bética, Lusitania, Cartaginense, Gallaecia, Tarraconense y Mauritania Tingitana. Más tarde, se añade una nueva, la provincia Baleárica, siendo siete, en total. El nombre de Provincia séptima podría indicar que se trata de la última provincia, la más alejada o fronteriza, que necesitaba la presencia de una legión, como ocurría en el norte de Hispania o en el sur de la Galia, puesto que la Narbonense, o Septimania, era una zona costera o de paso importante.

Denario del emperador Galieno, en conmemoración de la Legio VII Claudia. El símbolo de la legión, el toro, en el reverso. Foto: Wikipedia

Los suevos llegaron a Hispania en el 409 y ocuparon la provincia de la Gallaecia. Fueron el primer pueblo germano en obtener el estatus de foederati, aliados a los que el Imperio ofrecía tierras a cambio de apoyo militar, en la parte occidental del Imperio. Sin embargo, la presencia de suevos ya se menciona mucho antes en la Galia, puesto que se entregaban tierras a los veteranos de los ejércitos dentro de las fronteras, o se permitían los asentamientos a cambio de proporcionar soldados para los ejércitos. Los suevos fueron primero aliados de los romanos pero, después, invaden otras provincias expandiéndose por toda la península. Los visigodos llegan a Hispania como aliados de los romanos para frenar a los suevos. Cuando se produce la caída del Imperio, en 476, los visigodos ocupan parte de Hispania y el sur de la Galia, siendo Tolosa la capital del nuevo reino.

Mosaico de la villa de Noheda (Cuenca). Las escenas de este mosaico podrían representar el enlace entre el rey godo Ataúlfo y Gala Placidia en Narbona, en el año 411, en presencia del emperador Prisco Atalo. Los visigodos aparecen ataviados con el gorro frigio. A veces se confunde con el píleo, un gorro de fieltro que los romanos otorgaban al esclavo que se le concedía la libertad. Al esclavo se le afeitaba la cabeza y se le colocaba el píleo, por ello fue un símbolo de libertad en la revolución francesa.

Cuando los godos saquean Roma en 410, el rey Alarico rapta a Gala Placidia, hija del emperador Teodosio para casarse con ella. La razón para esta unión matrimonial era que Gala Placidia tenía dignidad imperial y sus descendientes podían ser elegidos, o tenían derecho a ser proclamados emperadores, al formar parte de la familia imperial. Alarico muere y su sucesor era su cuñado Ataúlfo, quien se casa con Gala Placidia tres años después. Ataúlfo muere en 415 y también el hijo de ambos. Finalmente Gala Placidia es devuelta a los romanos.

Gala Placidia y Ataúlfo. Mosaico de Noheda. El gorro frigio, una especie de capucha con la punta curvada, era utilizado por diferentes pueblos y regiones orientales y acaba teniendo el mismo significado que el píleo, de consecución de la libertad.

El mosaico de Noheda narra una serie de acontecimientos que se desarrollan en los años en que se produce la unión entre Ataúlfo y Gala Placidia. Las escenas son satíricas y de crítica hacia este matrimonio, que termina con la muerte de Ataúlfo. La escena del barco, representa la llegada de Gala Placidia para unirse primero a Alarico, con quien aparece emparejada, un hombre de tez oscura. En la escena siguiente, aparece con Ataúlfo. Es un mismo barco con dos salidas o bajadas. Se critica que, muerto uno, se casa con el otro, para aprovechar el viaje. Los romanos verían con horror la unión de una princesa con un godo, un bárbaro para los romanos, poco después de saquear Roma.

En la siguiente escena, aparece la celebración, donde se destaca la ceguera de una mujer, posiblemente una cantante. Gala Placidia y Ataúlfo se representan sentados, como si estuvieran en un trono, como reyes o gobernantes y, a sus pies, un niño, que puede ser el hijo que tuvieron. En la parte de arriba hay una inscripción, que puede ser traducida o interpretada, al ser una expresión coloquial, algo como: «simulan ser una pareja limpia». Refiriéndose a su condición de bárbaro, por mucho que se ponga la toga y se acicale, como si fuera un romano.

Mosaico de Noheda (Cuenca). Foto: Wikipedia

En cuanto a otra escena, en la que aparecen cabezas decapitadas, podría representar al prefecto de la Galia, Póstumo Dardano, en Narbona. Las cabezas corresponderían a Saro, general romano de origen godo, a Jovino y a su hermano Sebastiano, usurpadores de la Galia, que fueron enviadas después a Rávena, ante el emperador Honorio y más tarde a Cartago. Ataúlfo pasó a apoyar a Honorio en 412, aliándose en contra de Jovino.

Los suevos llegan a Hispania desde el sur de Germania en 409, enviados por Roma para hacer frente a otros pueblos invasores, como vándalos y alanos, intentando después ocupar toda la península. Igualmente, los sajones llegan a la Britania romana para socorrer a los britanos de los ataques de los escotos y pictos. Finalmente invaden y se apropian de todo el territorio, por lo que los britanos huyen al continente, a la Galia y también al norte de Hispania, donde ocupan un territorio, Britonia, que se integrará en el reino suevo. Los suevos adoptan el arrianismo cristiano, después de ser vencidos por los visigodos al mando de Teodorico II, en una gran batalla, en el río Órbigo, en 456.

Teodorico II, situándonos en el reino visigodo de Tolosa, no habiéndose producido todavía la caída del Imperio romano, que será en 476, contó con el apoyo de un ejército burgundio en esta batalla. La alianza con los burgundios se mantenía desde la batalla de Chalons, al formar parte de una confederación frente a Atila. Burgundía se llamó al territorio que después se conoce con el nombre de Borgoña.

Un siglo después, el reino suevo reaparece en las fuentes al adoptar el cristianismo católico. El reino suevo desaparece con la conquista por Leovigildo en 585. Previamente, Leovigildo incorpora territorios intermedios que tenían una cierta autonomía, como Cantabria o Sabaria, un territorio situado en torno al Duero, entre Benavente y Salamanca y de Sayago a Simancas.

La conversión de los visigodos se produce en 587, obteniendo el apoyo de los hispanorromanos. Los bizantinos abandonan Hispania en el reinado de Suintila, en torno a 624. Los visigodos recuperan Septem, la actual Ceuta, de manos bizantinas. El rey visigodo Wamba, en 675, vuelve a recuperar la ciudad, colocando a un conde leal a su reino. Se cuenta que, la traición del legendario conde Don Julián de Ceuta, sería la causa de la invasión árabe de la península, en 711.

El nombre de Septem parece hacer referencia a una ciudad o provincia situada en los límites, también en este caso, puesto que marcaría la división entre el Mediterráneo y el Atlántico, aunque la explicación que se suele dar es que hace referencia a la orografía, a las siete colinas que tiene Ceuta. En época romana no se menciona este topónimo.

La decadencia y caída del Imperio Romano supuso la desaparición de la Europa romana para ser sustituida por una Europa germana. Las diferentes tribus o pueblos se extienden desde el norte, ocupando todos los territorios, a excepción de Hispania, el único territorio donde se mantienen los visigodos, un pueblo cuyo origen estaba en el este de de Europa. Sin embargo, a los visigodos también se les considera, de forma imprecisa, germanos orientales, para diferenciarlos de los germanos occidentales y los germanos del norte. Al tiempo, se extiende el Imperio Bizantino en torno al Mediterráneo. El latín es sustituido por el griego en estos siglos, al menos como lengua comercial, y Constantinopla es la ciudad más importante, hasta el resurgir de Roma con el Imperio Carolingio.

Mosaico de los guerreros, posiblemente visigodos. Villa de Santa Cruz en Cabezón de Pisuerga (Valladolid). Inscripción en griego «Majesthai», que significa «guerreros». Museo provincial de Valladolid.

La conquista de Hispania por los romanos se produce a partir de 218 a.C. con motivo de la segunda guerra púnica, entre romanos y cartagineses. La península había sido colonizada anteriormente por griegos y fenicios, asentándose en la franja costera, siguiendo las rutas comerciales, facilitando la importación y exportación mediante acuerdos y alianzas con los pueblos del interior. Las guerras púnicas, es decir, los enfrentamientos entre Roma y Cartago, se inician en 264 a.C. y se prolongan hasta 146 a.C.., fecha en la que Roma arrasa la ciudad de Cartago.

Cartago era la potencia dominante y Roma era la potencia emergente. La rivalidad entre ambas potencias produjo el primer choque en Sicilia, bajo el control cartaginés. La primera guerra púnica termina con la pérdida de Sicilia, en 241 a.C. Roma siguió anexionando territorios en el Mediterráneo, por lo que los cartagineses extendieron sus dominios en Hispania, y se llegó a un acuerdo con Roma para establecer sus colonias al sur del río Ebro. Al atacar Sagunto, que estaba en la zona acordada, pero que era aliada de Roma, se inicia un nuevo conflicto que da lugar a la segunda guerra púnica, en 218 a.C. Desde Hispania, Anibal se dirigió hacia Italia atravesando los Pirineos, logrando el apoyo de los galos. Tras las primeras victorias cartaginesas, se inició una guerra de desgaste, consiguiendo los romanos vencer en Italia y en Hispania. Asdrubal fue derrotado y muerto en 207, en los Alpes, sin poder enviar refuerzos a Anibal en Italia. En Hispania, el enfrentamiento tuvo lugar en el sur, en torno al Guadalquivir, puesto que los cartagineses trataban de impedir que los romanos pasaran al norte de África. La batalla de Zama en Cartago, en 202 a.C., supuso una victoria definitiva para Roma. La tercera guerra púnica se produjo entre los años 149 y 146 a.C. , siendo Cartago destruida.

Trishekel hispano-cartaginés. No tiene leyenda y posiblemente estas monedas se usaban para pagar a los mercenarios

Vencido Asdrubal en el camino a Italia, los restos de las tropas del ejercito derrotado volverían, en parte, por donde habían venido, de vuelta a Hispania a través de los Pirineos. Los pueblos de esta zona, los ilergetes, eran aliados de Cartago y todavía se levantan contra Roma en 195 a.C. En 194 a.C. estallan las hostilidades entre los romanos y los lusitanos. La mayor oposición a la expansión romana se produce en la Lusitania, en el oeste peninsular. La conquista de Lusitania y Celtiberia se alarga durante todo el siglo II, y tuvo episodios en los que la reacción de los lusitanos se extiende hasta el norte de África, atacando la costa mediterránea.

El final de la segunda guerra púnica permitió a los romanos establecer dos provincias, la Citerior, con capital en Tarraco, y la Ulterior, con capital en Córdoba, cambiando el juego de alianzas y acuerdos a favor de los romanos. Las ciudades y pueblos se convierten en «estipendiarias» de los romanos, suministrando recursos y soldados para los ejércitos. La Ulterior establece la frontera al norte en los Pirineos, puesto que la Galia no había sido conquistada todavía, excepto la Galia Cisalpina o Itálica. La Ulterior, en el sur, establece una frontera con el interior y oeste peninsular, al tiempo que permite el acceso al norte de África, o también, impede el paso al norte de África desde el oeste y desde el interior.

Libiofenicios o blastofenicios son los nombres que se utilizan en las fuentes clásicas para designar a los habitantes de las colonias cartaginesas, así como las tropas desplazadas durante las guerras púnicas. Los nombres de los líderes que precedieron a Viriato, Púnico, Cauceno o «Kaikainos», que puede ser griego, parecen indicar este origen. Viriato vivió un momento en el que la represión romana fue especialmente dura, protagonizada por el cónsul Servio Sulpicio Galba. Como consecuencia, Galba fue acusado en Roma y el Senado aprobó la Ley Calpurnia, dirigida a los gobernadores culpables de concusión.

La segunda guerra celtiberica se inicia en 154 a.C. uniéndose a la guerra lusitana encabezada por Viriato a partir de 146 a.C. Viriato organizó las campañas contra los romanos abarcando la Hispania citerior y Ulterior, forzando a los romanos a un acuerdo de paz. El relato que se conoce es una forma de dejar en tablas la situación, que se cobra la muerte de Viriato, traicionado por sus aliados y compañeros. Los romanos accederían al acuerdo, que se supone consistía en que este territorio pasara a ser estipendiario de los romanos, sin más conflictos. Podría ser un relato publicitario, puesto que se pone de manifiesto que es mejor la rendición y someterse al orden de los romanos, que una guerra en la que todos serían perdedores.

Aparte de sus campañas y acciones bélicas, el relato sobre la vida de Viriato añade diversos episodios de acuerdo con su figura idealizada. Según cuenta el historiador Apiano, después de varias emboscadas con los romanos, Viriato se retiró a un monte llamado de Venus, cubierto de olivos. Puede ser que un campo de olivos tuviera un significado particular en la Antigüedad, que indicara de forma poética que se acercaba su final. Las campañas de Viriato se desarrollan en la Ulterior en gran parte y en torno al Tajo. Puestos a suponer, este monte podría corresponderse con el castro de Ulaca, el más grande de los castros vetones. Viriato tenía como aliados a los vetones pero después se suman arevacos, tittos y belos, dando lugar a la tercera guerra celtibérica. También se cuenta que los soldados de un ejército romano se ahogaron en una ciénaga, de la que no pudieron salir, engañados por Viriato, que conocía los caminos y senderos para la huida.

Castro de Ulaca, en el término de Villaviciosa (Ávila). Foto: Wikipedia

A Viriato le suceden otros caudillos lusitanos y en este contexto de guerra tiene lugar el asedio de Numancia. La tarea es encomendada a Escipión Emiliano Africano, vencedor en Cartago, quien reúne un ejército en el que se contaba la caballería númida del rey Yugurta, enemigo en África de Cartago y aliado de los romanos. Los enfrentamientos con los lusitanos siguieron con Junio Bruto Galaico, conquistador de la Gallaecia. La conquista definitiva de la Lusitania se consigue con Cayo Julio César, entre 60 y 61 a.C.

Moneda de Numidia. Posible retrato de Yugurta. El motivo del reverso es similar al representado en monedas hispánicas, en concreto las monedas de Egelestae, Ikalesken o Ikalkusken, ciudades celtibéricas que no han sido identificadas. Quizá el nombre de Numancia, dado por los romanos, haga referencia a los guerreros númidas.

La conquista de la Gallaecia por Junio Bruto, tiene también una versión idealizada. Se cuenta que al llegar al rio Lete, nombre griego de la diosa Olvido, hermana de la Fatiga, el Hambre y los Dolores, un río mitológico que se ha identificado con el río Limia, los soldados romanos se negaron a cruzar el río por la creencia de que borraba la memoria de aquellos que lo cruzaban. El propio Bruto tuvo que cruzar el río el primero, con el estandarte en mano. Desde la otra orilla empezó a llamar a sus tenientes por su nombre, para convencerles de que no había perdido la memoria y de que debían continuar la campaña. La superstición de los soldados se impuso de nuevo al llegar a la costa y ver la puesta de sol, Los soldados creyeron que el sol iba a apagarse en aquel mar y tuvieron que regresar. Aunque el abandono de la campaña estuvo, en realidad, motivado por la sublevación de las ciudades conquistadas.

Festa do Esquecemento o Fiesta del olvido, de Xinzo de Limia. Recreación histórica del paso del río Limia por Décimo Junio Bruto. Foto: La Región

Foto destacada: Moneda ibérica de Ikalesken, con el sistema de escritura derivado de la escritura fenicia. Foto: Moneda Ibérica, MIB