En el panteón romano, Jano es el dios de los comienzos, materiales o inmateriales. Según la mitología, Jano, que era rey del Lacio, habría acogido a Saturno cuando fue destronado por Zeus, siendo convertido en un simple mortal. Además de su hospitalidad, le atribuyó tierras del Capitolio romano. En agradecimiento, Saturno, dios del tiempo, le concedió la capacidad de conocer el pasado y el futuro, simbolizado por los dos rostros que miran hacia lados opuestos. Fue considerado el dios de las puertas, que encuentra su analogía en el año que finaliza y el año que comienza.
Jano era el dios de la astronomía y de la arquitectura, quien presidía los puentes y las puertas. Inventó el uso de barcos para largos viajes. La leyenda dice que fue Saturno el que le dio esta idea, cuando llegó al Lacio por mar. Los romanos le atribuían, de alguna manera, el inicio de la civilización, desde la creación de leyes para la organización social o la agricultura, hasta la invención de la moneda para facilitar los contactos comerciales. Jano era representado en las monedas, apareciendo su efigie en una cara y un barco en la otra.
La leyenda relaciona a Jano con las fuentes. Se le atribuye el milagro de hacer surgir una fuente de agua hirviente en un momento en que los asaltantes, (sabinos), atacaban Roma. Este acto de protección de la ciudad es la razón por la que las puertas del templo de Jano, siempre estaban abiertas en tiempo de guerra, y solamente se cerraban en tiempos de paz.
Se convirtió en el dios de las puertas, de la casa o de la ciudad, o simbólicamente, de la paz, de la ignorancia, de la sabiduría, o entre un año y el siguiente. Era el dios de los puentes y de todos los pasajes, así como de los ciclos naturales. El solsticio de verano, cuando el sol llega a su punto más alto e inicia un ciclo descendente, era conocido como «Janua inferni«, o «Puerta de los hombres». El solsticio de invierno, cuando el sol inicia el ciclo ascendente, desde su punto más bajo, era conocido como «Janua coeli«, o «Puerta de los dioses».
Se le denominaba «Señor del tiempo«, y era poseedor de las llaves que servían para abrir el cielo y el infierno. En las representaciones se le denomina «jano bifronte» y representa el mundo celeste y solar ligado al conocimiento, en el que el pasado conduce a lo que somos y seremos, por lo que sugiere tomar consciencia en nuestro presente.
El emperador romano Augusto, en el año 27 a.C., abrió las puertas del templo de Jano en Roma, en señal de guerra total y se desplazó en persona a Hispania, para enfrentarse a cántabros y astures, que habitaban una zona de la Península no pacificada aún por los romanos.
Pompeyo, conocido como «el Grande» o «el Triunviro», (106-48 a.C.), fue vencedor en Hispania frente a Sertorio en la Guerra Sertoriana. Ejerció un control de la Península gracias a un sistema clientelar y de alianzas con los diferentes pueblos. Aunque no habían sido sometidos, los cántabros participaron en la guerra civil entre César y Pompeyo, (49-45 a.C.).
Pompeyo emprendió en el 69 a.C. una campaña contra los piratas del Mediterráneo, que impedían el comercio y hacían subir el precio del grano, además de asaltar las zonas costeras. Consiguió expulsar a los piratas del Mediterráneo occidental y restauró la comunicación entre África, Hispania e Italia. después fueron sometidos en las costas de Asia Menor. El Mediterráneo pudo ser controlado por los romanos, pero no ocurriría lo mismo en el Atlántico. En estos años los romanos no habían conquistado Britania, algo que no pudieron hacer de manera efectiva hasta el reinado de Calígula.
La barrera natural de altas montañas que separaba la costa del interior, hacía muy difícil el control del norte de Hispania por los romanos. El frente se dividió en dos. Cantabria fue abordada desde el norte de Palencia y Burgos. Su territorio quedó englobado en la provincia Citerior. El territorio astur y Gallaecia en la Lusitania.
El emperador Augusto emprendió en primer lugar la conquista de Cantabria, abriendo una vía hasta la costa, posiblemente por el Valle del Besaya, hacia Suances (Portus Blendum) y Santander, la Portus Iulius Victoriae romana. Otras ciudades situadas en la ruta seguida por Augusto llevan el nombre de Julio César: Julióbriga, junto a Reinosa y Segisama Iulia (Burgos). Quizás fue en honor a su espada.
En la Península de la Magdalena, en Santander, existió una fortaleza llamada «de Hano» o «de Jano». En este lugar s han encontrado restos de época romana. El nombre de Santander no tiene una explicación clara. Podemos suponer que viene de «san» o «sun», en inglés y «tander», que recuerda a «thunder», que significa trueno, en inglés. «San» es una palabra que acompaña a los nombres de los santos y puede hacer referencia a que son representados con una aureola como una luz o un sol. Podría indicar la existencia de un faro en este lugar. «Tander» o «thunder» puede referirse al sonido de las armas que anuncia un combate. Hay una expresión en inglés con esta palabra que significa que se avecina un conflicto. Plutarco (siglo I d.C.), cuando narra la batalla de Carras y la derrota de Marco Licinio Craso frente a los partos en el 53 a.C., dice que «Se empezaron a oír sonidos, mezcla del rugido de fieras y estampida del trueno», para describir los golpes sordos que producían las armaduras de los enemigos. En castellano la palabra «tunda» es una paliza.
Los santos patronos de Santander, Emeterio y Celedonio, cuyas reliquias se conservan en la Catedral, parecen una cristianización de las dos caras o rostros del dios Jano. El lugar, conocido como Cerro de Somorrostro, conserva restos romanos. Emeterio y Celedonio son también patronos de Calahorra, que fue un enclave importante en época romana. Esta ruta pasa por Haro, que antiguamente se llamó Faro, según una teoría sobre su nombre, por una torre que había en la confluencia de los ríos. «Faro» parece la misma palabra que «far», en inglés, que significa lejano. «lejano», puede ser «left»,dejar, en inglés. Sería «dejar a jano» o que se deja atrás a Jano.
Hay una leyenda sobre los santos Emeterio y Celedonio, quienes murieron decapitados en Calahorra el siglo III. Durante la invasión musulmana, sus reliquias partieron en una barca de piedra, por el río Ebro hasta el Mediterráneo. Atravesando el estrecho, llegaron al Atlántico y navegaron hasta Santander. La barca de piedra chocó con la Isla de la Horadada, en la bahía, abriendo un hueco con forma de arco. Sus cabezas descansaron en una cueva en el Cerro de Somorrostro.
La entrada de Augusto hacia la costa pudo ser por el Valle del Besaya, pero era necesario proteger la retaguardia de los ataques de los astures. Los campamentos romanos se extendieron hacia el oeste. Se han encontrado restos de estos enclaves. Una batalla importante tuvo lugar en Vellica, un lugar que no se ha localizado. Puede ser que este nombre proceda de «belli», que es guerra, en latín.
En Velilla del Río Carrión (Palencia), existen las que han sido identificadas como «Fuentes Tamáricas«, descritas por Plinio el Viejo en su Naturalis Historia. Según Plinio, «La intermitencia irregular del brote de las aguas tiene el don de profetizar la pronta muerte de todo aquel que, al visitar por primera vez la fuente, la encuentre en su fase seca». Actualmente, el llenado y vaciado de esta fuente sigue siendo un misterio, a pesar de los estudios realizados sobre la procedencia del agua y sus ciclos, por ello sigue teniendo un halo de misticismo. Su llenado viene precedido por un rumor subterráneo, que es señal inequívoca de que empieza a manar.
En el siglo XIII se construye en este lugar, la ermita de San Juan de Aguas Divinas. Parece posible que en los lugares donde hubo un templo dedicado a Jano, se construyeran iglesias o ermitas dedicadas a San Juan Bautista, así como puertas, puentes, etc. La festividad de San Juan coincide con el solsticio de verano y también tiene una dualidad, puesto que se asocia a Jesucristo, cuyo nacimiento se produce en el solsticio de invierno. Puede ser asociado a San Juan Evangelista, dedicándose iglesias a los Santos Juanes.
San Juan Evangelista es la denominación tradicional que se atribuye al autor del Evangelio de Juan. Como santo cristiano se identifica con el discípulo de Jesús. Se suele representar a su lado en la última cena y es habitual en las escenas de la Crucifixión, a los pies de la Cruz, en el lado derecho de Cristo, mientras la Virgen está al otro lado. Aparece normalmente como un joven imberbe, lo que le diferencia de los demás. Otra diferencia es que Juan sobrevivió al martirio. Murió en la Isla de Patmos.
Según el Evangelio de Juan, Juan el Bautista no era la luz pero anunciaba la luz. Su cuerpo está enterrado en Sebastia (Palestina), aunque otras tradiciones lo sitúan en diversos lugares. Las tradiciones sobre el lugar donde descansa la cabeza de Juan el Bautista son numerosas, desde Asia Menor hasta Inglaterra. En Egipto sus restos descansarían en un monasterio situado entre El Cairo y Alejandría.
Una iglesia dedicada a San Juan Bautista fue construida en el Serapeum, un santuario dedicado a Serapis, fundado en el 300 a.C. por Ptolomeo I Soter, en la ciudad de Alejandría, junto a la conocida biblioteca. Serapis es un dios resultado del sincretismo entre las divinidades egipcias, Osiris y Apis, cuyo culto se asocia a las dioses griegos, Zeus y Hades. Ptolomeo Soter en una magistral operación política, consiguió que fuera aceptado tanto por los egipcios más tradicionalistas, como por la población griega. Serapis es representado como un hombre barbado, con una especie de vasija en la cabeza, símbolo de la fertilidad de la tierra, ya que se suponía lleno de semillas. El Serapeum de Alejandría fue engrandecido por los sucesivos emperadores romanos. Se mantuvo hasta el 391 d.C., siendo sustituido por un templo cristiano dedicado a San Juan Bautista, destruido en el siglo X.
La conocida como «Columna de Pompeyo» se encuentra en el santuario de Serapis en Alejandría. El nombre se lo dieron los cruzados, puesto que creyeron que señalaba el lugar donde había sido enterrado Pompeyo, asesinado en el 48 a.C. por orden del hermano de Cleopatra, Ptolomeo XIII.
Plutarco cuenta la llegada de Pompeyo a Egipto, huyendo de César. Al desembarcar fue apuñalado por sus propios compañeros. Los egipcios le cortaron la cabeza y se la llevaron, junto con su sello, al rey Ptolomeo. El cuerpo quedó en la orilla. la cabeza y el sello fueron enviados a César. Dicen que César lloró cuando vio el sello, que tenía grabado un león con una espada en la garra. Castigó a los asesinos y conspiradores y la cabeza fue enterrada en el Nemeseion en Roma, un templo dedicado a la diosa Némesis, construido para honrar a Pompeyo.
Némesis es la diosa griega de la justicia retributiva, la venganza, el equilibrio y la fortuna. Castiga, sobre todo, la desmesura, dejando claro a los mortales que no deben ser excesivamente afortunados, ni deben trastocar con sus actos, ya sean buenos o malos, el equilibrio universal. También era la diosa que medía la felicidad y las desdichas de los mortales, a quienes solía ocasionar graves pérdidas si habían sido favorecidos en demasía por la Fortuna. Similar a las Furias, castigaba los crímenes. Era un instrumento de la cólera divina. El equivalente romano era Invidia o Envidia, la diosa romana de los celos y la venganza. Pero esta última no tenía el componente de justicia de Némesis.
Es posible que la necesidad de construir un templo a Némesis en honor a Pompeyo fuese una manera de corregir un desequilibrio. En cierto modo, Cesar y Pompeyo eran uno. La cabeza y su sello eran una premonición de que el final de César sería el mismo que el de Pompeyo. Murió apuñalado pocos años después.
Estos relatos se escriben en época imperial y buscarían dejar claro que el gobierno del emperador era un sistema mejor. Plutarco retrata a Pompeyo como un Alejandro el Grande, puro de corazón y mente. Para Plinio, la humillación de su final es anticipado por su vanidoso orgullo. «…tachonado de perlas en el desfile de su triunfo…» Aunque este comentario parece que tiene que ver más con Envidia que con Némesis.
En último término, el principio del final para ambos pudo ser la derrota del ejército romano ante los partos en el 53 a.C., el gran error de Craso. Según cuentan, fue capturado por los partos y obligado a beber oro fundido como símbolo de su avaricia.
Imagen destacada: María Magdalena, por el pintor estonio Michael Sittow (1468-1525), conocido en España con el nombre de Melchor Alemán. Foto: Wikimedia
Fuente: Artículos de la Wikipedia
El dios latino Jano, adivinario.com
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