«Cucurrumachos» de Navalosa (Ávila). Foto: A salvo del olvido
No vamos a dejar pasar el mes de febrero sin hablar del Carnaval, o del año nuevo pagano, en el que lo más importante son los sueños y los deseos, pero también cerrar el ciclo anual anterior, es decir, la realidad, los sueños y deseos pasados, cuyas sumas y saldos se incorporan al ejercicio actual.
En cuanto a los carnavales de máscaras intentaremos explicar la fiesta de Navalosa, en la provincia de Ávila. Las máscaras son conocidas con el nombre de “cucurrumachos” y son un tipo de máscara que puede encontrarse en muchos lugares de Europa, desde la Península Ibérica hasta los países del Este, especialmente en zonas montañosas, como en los Alpes.
Sobre el origen de esta fiesta en Navalosa, el topónimo “Nava” es muy frecuente al norte del Sistema Central, especialmente en la Sierra de Gredos y Guadarrama. Puede indicar que parte de las gentes que repoblaron estas tierras llegaron desde Navarra, procedentes de lugares situados al norte de los Pirineos, más o menos lejanos. Esto no significa que no hayan existido sucesivas repoblaciones de esta zona a lo largo de los siglos, y gentes de diferentes procedencias, aunque una repoblación importante parece corresponder a los siglos XIII y XIV.
La fiesta sigue un esquema y tiene unos protagonistas, además de los “cucurrumachos”, los quintos o los jovenes que llegan a la edad adulta, puesto que el Carnaval es también un rito de paso. El cucurrumacho es «el otro yo» del quinto, porque representa su pasado y juntos suman una vida. Es el pasado que no está muerto porque forma parte de la vida, en este caso la infancia del joven que entra en la edad adulta.
En esta fiesta, en la que los sueños y deseos son importantes, los huevos que las gentes del pueblo entregan a los quintos parecen representar los deseos del año nuevo. Por último, el ritual en el que se mata una vaquilla, aunque es simbólico, porque un quinto hace el papel de vaquilla y se representa que muere por dos disparos, significa la muerte de los sueños infantiles, puesto que se pasa de niño a adulto, y no solo es un cambio físico, también es un cambio mental. La muerte de la vaquilla no es tan trágica porque suponemos o esperamos que seguirán corriendo los toros y las vaquillas, que representan los sueños nuevos o renovados.
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