La palabra «cristo»o «christo», en griego, significa «que unge» o «ungido», si procede del verbo griego «ungir» que empieza con la letra griega «ji», cuyo sonido se asemeja a la letra «ch» o «q». Las palabras griegas que empiezan por «ch» o letra «ji» griega, han evolucionado en latín convirtiéndose en «c». En este caso podría relacionarse con la palabra que procede del griego «chriso», que significa oro, por lo que el nombre de «Christo» se refiere a algo que está rodeado de oro. Podríamos pensar que se debe a que la aureola que aparece en las representaciones religiosas se asemeja a un sol, siendo el oro asociado simbólicamente a la resurrección o al renacer. El nombre de «Christo» se considera que es equivalente a «Mesías», sin embargo, no es una traducción de esta palabra de origen judío o hebreo, puesto que no hay una traducción posible en griego, al no existir una palabra o concepto equivalente en la cultura griega. En la Antigüedad el oro se utilizaba en las tumbas de los reyes y grandes personajes en Egipto y Mesopotamia, así como en las tumbas de Micenas, donde las máscaras de oro cubren el rostro de los fallecidos. Si echamos un vistazo al diccionario de griego, veremos que hay muchas palabras para nombrar objetos de todo tipo hechos o adornados de oro, e incluso expresiones y verbos que se refieren a personas que negocian o discuten sobre oro.

Las palabras que empiezan por la letra griega kappa o «k», también han sido transcritas al latín con «c». La pronunciación del griego clásico no era igual que el griego que se hablaba en diferentes lugares, cambiando la pronunciación. «Cryos», que en griego se escribe con «k» y con letra griega «ípsilón» o «u» que equivale a la «y» griega, significa «frio» o «hielo» y también la palabra que se refiere a algo hecho de cristal, «crystallinos».

Por otra parte, la palabra «krios» con la letra griega «iota» o «i», significa «carnero», «ariete o máquina de guerra con cabeza de carnero», o bien la constelación Áries, relacionada con Ares, dios de la guerra. Es muy conocida la representación de Alejandro Magno con cuernos de carnero o cuernos del dios egipcio Amón, o Amón-Ra, dios celeste y dios de la creación. El culto a esta deidad, que agrupaba a todas las demás como diferentes aspectos de Amón, llegó a convertirse en una religión monoteista, seguida por los faraones que adoptaron su nombre.

Moneda de Alejandro Magno con cuernos de Amón. Foto: Wikipedia

Los cuernos de carnero se convirtieron en un símbolo de reyes y emperadores, y también se asimiló a otras deidades fuera de Egipto como Zeus o Jupiter-Amón. El oráculo de Delfos declaró la deificación de Alejandro como hijo de Amón. El origen de los cuernos está precisamente en la identificación del dios Amón con la deidad principal del reino de Kush, región del sur de Egipto conocida como Nubia, al ser conquistado por los egipcios. El carnero era considerado un símbolo de virilidad y fue muy popular en la Antigüedad. Aparece en la mitología griega asociado al mito de Jasón y los Argonautas, como el carnero alado sacrificado a Ares y el vellocino de oro.

Hele y Frixo, hijos del rey Atamante de Beocia, huyeron montados en un carnero alado, pero Hele cayó y se ahogó en el estrecho del Helesponto, llamado así en su honor. El carnero llevó a Frixo a la Cólquida, actual Georgia, en la costa oriental del Ponto Euxino, nombre griego del mar Negro. Frixo sacrificó el carnero y colgó la piel de un árbol, siendo guardada por un dragón. El carnero de vellón de oro era hijo de Poseidón, transformado en carnero, y de Teófane, a quien este dios convirtió en oveja. Es posible que esta historia se refiera a una relación comercial entre las ciudades griegas y la costa oriental del mar Negro o quizá que establecieron una nueva colonia. Podría ser que el carnero simbolice que se enviaban hombres a los mercados persas, principalmente para formar ejércitos o como mano de obra para las construcciones del Imperio.

El Argo. Jasón y los Argonautas. Lorenzo Costa el Viejo. Foto: Wikipedia

La historia de Jasón, quien viajó a la Cólquida para robar el Vellocino de oro, podría representar un cambio de centros comerciales, puesto que vuelve con la piel de carnero, después de matar a la enorme serpiente que la custodiaba, con la ayuda de Medea. Las representaciones de Jasón saliendo de la serpiente que lo había tragado recuerdan al infierno medieval, representado como una gran boca de serpiente, como si fuera la entrada del infierno. Puede ser que, originalmente tomaran como referencia la tradición que existe en Turquía y en los países en torno al mar Negro, de excavar viviendas en la roca, o la construcción de ciudades subterráneas como las que existen en Capadocia. El árbol donde cuelga la piel puede representar el linaje femenino y hacer referencia a que había una colonia o una nueva fundación de soldados, cuyo símbolo sería la piel de carnero, y mujeres de aquel lugar. Puede ser que esa colonia se abandonara por no tener interés comercial. Después de reclamar el trono de Yolco en Tesalia, Jasón tuvo que huir a Corinto, donde vivió con su esposa Medea, y sus dos hijos. Este relato puede significar que se establecen dos rutas comerciales hasta Persia, desde Corinto o quizá una ruta de ida y vuelta alrededor del mar Negro.

Díptico de Viena. La caída y la redención del hombre. Hugo van der Goes

En los primeros tiempos del Cristianismo no se representa la Crucifixión, siendo representado Jesús en las pinturas de las catacumbas como una figura de hombre joven sin barba. El Cristianismo se convierte en religión oficial en 380 d.C., tras el edicto de Tesalónica, promulgado por el emperador Teodosio. La Cruz se convierte en un motivo junto a otras escenas en los mosaicos, o como una pieza de orfebrería. En los primeros siglos de la Edad Media desaparecen las representaciones figurativas durante la Querella Iconoclasta de los siglos VII y VIII, hasta el siglo IX o X en Bizancio, donde comienza a representarse la figura de Jesucristo crucificado, aunque vestido con una túnica. A partir de estos siglos comienza el Románico y la iconografía más conocida en Occidente de los temas religiosos. La idea de divinidad o santidad se representa con una aureola, (del latín «aureo», que significa «oro»), en las catacumbas, en los mosaicos de Gala Placidia (s.V) y en la basílica de San Vital de Rávena (s.VI), en las figuras de Cristo entronizado (Cristo en Majestad), y en las figuras de los santos y el emperador Justiniano y la emperatriz Teodora. El oro se utiliza en los mosaicos de forma simbólica, en las cúpulas para representar la idea de ascensión, el cielo o la luz.

San Vital de Rávena (Italia). Foto: Wikipedia

Las iglesias excavadas en la roca en Capadocia presentan los primeros ejemplos de representaciones cristianas, después de la crisis iconoclasta, correspondiendo a los siglos X y XI. Parecen ser el origen de las representaciones pictóricas del Románico, puesto que en sus frescos aparecen los temas que se extienden por Europa, como la Crucifixión, escenas de la Pasión y las leyendas de los santos, como las imágenes de San Jorge de Capadocia y el dragón, junto a los temas característicos del arte bizantino, así como motivos decorativos. Capadocia y la península de Anatolia formaban parte del Imperio Bizantino hasta 1070, año en que fue invadida por los turcos selyúcidas, siendo este el motivo de la Primera Cruzada. Sin embargo, se conservan las pinturas de Santa María la Antigua en pleno foro romano, datadas entre el siglo VI y finales del siglo VIII y se representa la Crucifixión, aunque la imagen de Cristo aparece vestida con una túnica. Los bizantinos conquistaron Roma en 552 y se construyó una iglesia en este lugar, donde anteriormente existía un templo dedicado a Vesta y donde, según la leyenda, el papa Silvestre I mató un dragón.

Crucifixión. Santa María la Antigua, siglo VIII

La basílica dedicada a San Clemente de Letrán, construida en el siglo XI, fue levantada sobre niveles arqueológicos anteriores. El nivel inferior corresponde a un templo dedicado al dios Mitra, que se mantuvo hasta el siglo III. Sobre este nivel se construyó un templo dedicado a San Clemente, construida en el siglo VIII, en cuyos muros se conservan pinturas de época bizantina. San Clemente fue nombrado papa de Roma en el siglo I d.C. Según la leyenda, fue deportado a Taúride por el emperador Trajano, la actual Crimea. Su martirio fue el ahogamiento, siendo arrojado, siendo arrojado atado a un ancla en el mar de Azov. En una de las escenas de las pinturas murales se representa el milagro que se produjo, al retirarse las aguas del mar y aparecer un templo donde estaba el sepulcro de San Clemente.

En una capilla lateral de la basílica se encuentra la capilla de los santos Cirilo y Metodio, que cristianizaron a los eslavos. A estos santos se atribuye el traslado del cuerpo de San Clemente desde Crimea a Roma en el siglo IX. Las pinturas murales son muy conocidas porque representan una escena de la vida del santo acompañadas de las palabras más antiguas conocidas en lengua italiana: «fili de la pute, traite». La escena representa al precepto romano Sisinnio, que intentaba llevar a prisión a Clemente, por haber convertido al Cristianismo a su esposa Teodora. Milagrosamente su cuerpo fue sustituido por una gran columna que no podía ser movida por los soldados y por ello, Sisinnio utiliza esta expresión para dirigirse a sus sirvientes, siendo el resto del diálogo: «Gosmari, Albertel, tirad», «ponlo derecho con el palo, Carvoncelle». A lo que San Clemente responde: «Por la dureza de vuestro corazón, habéis merecido arrastrar piedras».

El culto a Mitra, un dios-sol de origen persa, se incorporó al panteón romano desde la época imperial y se desarrolló como una religión mistérica, que se organizaba en sociedades secretas, exclusivamente masculinas. Se extendió sobre todo en ambientes militares y convivió con el Cristianismo hasta el siglo IV. Mitra se representa como un dios que mata a un toro clavando su puñal en el cuello o en el lomo del animal a la vez que sujeta su cabeza. En la parte inferior, se representa a una serpiente y a un perro que beben la sangre del toro derramada. Al mismo tiempo un escorpión parece atrapar los testículos del toro, aunque también se podría considerar un antídoto contra las serpientes, como los cangrejos, simbólicamente. El dios es un joven que cubre su cabeza con un gorro frigio. La representación de Mitra se acompaña en algunos relieves con la representación del dios-sol en la parte superior, que se asimila al dios Helios, siendo representado de la misma forma. A veces el dios-sol dirige una cuadriga y aparecen otros personajes que llevan antorchas o figuras de niños. En griego se utiliza la palabra «stauro» con el significado de «cruz». Puede ser que esta palabra griega «stauro» acabase por designar a un toro en latín, por proximidad en las representaciones, puesto que una cruz puede ser también una espada o puñal. El sacrificio del toro parece que sirve para que otros vivan a costa de esa sangre, representados por la serpiente o el perro. Esta idea pueda tener sentido teniendo en cuenta que es una religión asociada al mundo militar y el sacrificio o la muerte se produce en las guerras y batallas. La imagen del dios-sol triunfante podría corresponderse con la esperanza de un premio o una vida después de la muerte. El escorpión en los testículos significaría que sus hijos se convertirían en soldados que les sustituirían. Puesto que se trata de una religión oriental, podría ser que creyesen en la reencarnación.

Mitra de Cabra (Córdoba). Museo Arqueológico Provincial de Córdoba

Se ha discutido el significado de la palabra «cruz» del latín «crux-crucis», como un instrumento de tortura o ejecución utilizado por los romanos, puesto que podría adoptar diferentes formas, siendo incluso una simple estaca. Quizá la forma de la cruz con dos maderos cruzados es lo que motiva este nombre, con el significado de cruce o intersección. Podría ser que el símbolo de la cruz se entendiera también con el significado de indicar dos direcciones, Este-Oeste y Norte y Sur, correspondiendo con los conocidos como mapa en «T» de la Antigüedad, rodeados por un círculo. La cruz de San Andrés, con forma de aspa, indicaría la dirección Noroeste-Sureste y Noreste-Suroeste. En los mapas en «T», Jerusalén es el centro del mundo. Otros tipos de cruces, como la de dos brazos, indicarían otro centro, que podría ser Constantinopla. La conocida como cruz de Jerusalén indicaría rutas que se bifurcan al Norte, Sur, Este y Oeste.

Mapa en «T». Etimologías de San Isidoro, siglo VI

En el siglo XV el vellocino de oro fue elegido como símbolo para la Orden del Toisón de Oro, creada en 1430 por Felipe el Bueno, duque de Borgoña. El Toisón se convirtió en un símbolo de Jerusalén, que había sido conquistada por los otomanos. El Duque de Borgoña planeó una cruzada contra los turcos, tras la caída de Constantinopla en 1453, que no se llevó a cabo. Felipe III de Borgoña fue llamado Gran Duque de Occidente, por la amplitud de los territorios bajo su influencia, a lo largo de la frontera entre Francia y el Imperio Sacro-germánico, incluyendo los Países Bajos. Su corte fue considerada de las espléndidas de Europa, debido al consumo de productos de lujo. Los ropajes y telas de oro eran compradas al mercader italiano Giovanni di Arrigo Arnolfini, oriundo de Lucca y afincado en Brujas, que fue retratado por Jan van Eyck en el cuadro conocido por «Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa», de 1434. Como curiosidad, que se cuenta en la Wikipedia, Felipe el Bueno tuvo tres hijos legítimos, después de tres matrimonios, pero tuvo al menos dieciocho hijos ilegítimos de varias de sus veinticuatro amantes documentadas. Algunos ostentaron altos cargos, e incluso el título de Gran Bastardo de Borgoña, para sus favoritos.

Retrato de Antonio de Borgoña, «Gran Bastardo»(1421-1504), por Rogier van der Weyden, 1460. La flecha podría hacer referencia a San Sebastian, patrón de soldados y ejércitos, teniendo en cuenta que fue militar.

El matrimonio era una institución social que se vinculaba al patrimonio. La motivación más importante, siglos atrás, eran los intereses económicos o políticos y la continuidad de un linaje, al que iban asociados los bienes, los títulos y los privilegios. En la Edad Media se estableció el mayorazgo, una institución por la que existía la obligación de que el primogénito heredara determinados derechos o bienes, de modo que el patrimonio de la familia permaneciera intacto. Los restantes hijos emprenderían la carrera militar o eclesiástica. Su función era impedir el fraccionamiento de los bienes por herencias o ventas. Las hijas debían tener una buena dote para un casamiento, en caso contrario, debían ingresar en un convento y su condición allí estaba sujeta a los aportes económicos realizados. Del mismo modo, los siervos del mayorazgo seguirían este mismo orden, siendo el hijo primogénito el que heredara la parcela de terreno en régimen de servidumbre, y los restantes hijos serían destinados al ejército o a la iglesia. En el caso de una situación de esclavitud, no tenía sentido el matrimonio, puesto que los esclavos se consideraban una propiedad, así como los hijos que tuvieran.

Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, de Jan van Eyck, 1434

Un documento de matrimonio de Giovanni Arnolfini datado en 1447, ha sido descubierto en el archivo del Duque de Borgoña, por tanto, dicho matrimonio se produjo trece años después de que fuera pintado el cuadro y seis años después de que muriera Jan van Eyck. El matrimonio no dio hijos. Por ello, se ha propuesto que el cuadro representaría a otra pareja matrimonial. De cualquier manera, la escena es un tanto extraña y no parece representar una ceremonia matrimonial. La pareja, ricamente ataviada, parece que acaba de llegar o que está a punto de marcharse, puesto que Aenolfini lleva puesto un sombrero. Los zuecos, o una especie de albarcas que se utilizaban para salir y evitar mancharse de barro, están a la vista, tanto los del hombre como los de la mujer. Las dos personas que se encuentran en el lado opuesto y que se reflejan en el espejo, también llevan un sombrero o turbante, como si fueran mercaderes o sirvientes. Este tipo de sombrero negro también aparece en otros cuadros de Van Eyck, como el retrato de Badaouin de Lannoy de 1435, embajador de Felipe el Bueno en la corte inglesa, realizado con motivo de su entrada en la Orden del Toisón de Oro. Los retratados normalmente llevan algún emblema de su profesión o clase social. En este caso, Badaouin lleva una túnica negra con brocados de oro, el collar del Toisón, anillo de oro, y en su mano derecha lleva un simple palo o vara de madera.

Retrato de Badaouin de Lannoy por Jan van Eyck

En cuanto al tocado de la mujer, es un tipo frecuente en los retratos de principios del siglo XV, que se divide en dos partes que sobresalen a ambos lados de la cabeza, mientras la parte central es baja. El conjunto se cubre hasta los hombros con una mantilla o paño blanco. Otro tipo de tocado frecuente de la época es el llamado «hennin«, un cono de forma puntiaguda o truncado, que se cubre con un velo desde el extremo, que todavía se utiliza en trajes típicos de Albania y Siria y se atribuye a mujeres casadas. El tocado dividido en dos partes laterales podría corresponder a mujeres que tenían hijos o que iban a tenerlos, aunque no significa que estuvieran casadas, puesto que podían estar casadas o no.

Retrato de Bona de Artois, segunda esposa de Felipe de Borgoña. Se atribuye a
Jan van Eyck. Berlín

Un cuadro de 1420, titulado «Nacimiento del Bautista», con un escenario muy parecido, se atribuye a su hermano Hubert van Eyck, muerto en 1426. La disposición o punto de vista de la estancia es el contrario, situándose al fondo la puerta de acceso a la habitación, siendo posible ver al fondo un personaje en el pasillo con turbante y más allá otra estancia donde parece haber una mujer de espaldas, como si estuviera ocupada en sus tareas. En la habitación hay una cama con dosel, un arcón y un banco para sentarse, de forma similar a la estancia del cuadro de Jan van Eyck. También hay unas albarcas o zuecos de madera, aunque la estancia es mayor y está más concurrida. Hay cuatro mujeres en momentos diferentes: la que está en la cama dando a luz y el recién nacido, asistida por otra mujer; otra cuidando a un niño pequeño y una cuarta que parece llegar en ese momento, con las sandalias puestas y que podría estar embarazada, aunque las mujeres suelen representarse con un vientre abultado, en general. En realidad, podría representar diferentes momentos de la vida de una misma mujer, como si fueran las secuencias de un cómic o una película, pero todo en la misma escena.

«Nacimiento del Bautista» de Hubert van Eyck

Los objetos tienen igualmente un significado simbólico. Las lámparas significan que se va a dar a luz precisamente, y hay unas cuantas. La mujer que entra, que es la última en llegar o que, por el contrario, sería el inicio de la historia, lleva una lámpara en la mano o podría ser una vasija, pero es que las vasijas en general, como jarros, cántaros o botijos, son un símbolo de embarazo. Son conocidas las representaciones de la Anunciación, donde se sitúa en primer plano una jarra o vasija con una azucena, como símbolo de pureza. El cuadro de Arnolfini tiene una gran lámpara de brazos, en la que solo hay una vela encendida, y un perro, en lugar de perro y gato en el cuadro de Hubert. El perro y el gato comen en un plato, lo que podría significar fidelidad, no sabemos a quién, puesto que solo aparece al fondo el hombre del turbante, que parece tomar notas en un libro.

El cuadro de Arnolfini tiene otros detalles, como las frutas, que también son un símbolo de hijos o embarazos; un mueble de madera con una talla de una mujer con un dragón a los pies, que correspondería a Santa Margarita, la santa devorada por un dragón del que pudo salir gracias a un crucifijo que guardaba, con el que pudo abrir la barriga al monstruo. Al lado, una especie de escobilla, que también aparece en el cuadro de Hubert. En la pared del fondo, una leyenda de mano del pintor dice: «Jan van Eyck estuvo aquí», 1434″. Debajo se sitúa el espejo que refleja la escena desde un punto de vista opuesto. El espejo circular está rodeado por escenas de la Pasión de Cristo. También hay hay una especie de collar colgado de la pared. En cuanto a los avatares sufridos por la pintura desde su ejecución, el cuadro fue a parar a la corte de los Habsburgo en 1516, siendo propiedad de Diego de Guevara y acabó en la corte de Madrid. Según dicen, se añadieron unos versos de Ovidio al marco: «Mira lo que prometes. ¿Qué sacrificio hay en tus promesas?. En promesas cualquiera puede ser rico». En el siglo XIX el cuadro aparece en Londres.

Margarita Van Eyck, 1439. Museo de Brujas

Jan van Eyck se casó con su esposa, Margarita, en torno a 1432 y tuvo su primer hijo en 1434. El cuadro del retrato de Margarita fue realizado en 1439, cuando la mujer tenía treinta y cuatro, por tanto, nació en 1405. Si Margarita es la mujer del cuadro de Hubert, tendría unos quince. Su rostro fue utilizado por Van Eyck en su época de mayor producción, como modelo para sus Vírgenes. Por ejemplo, la Madonna de Lucca, donde es más evidente el parecido. El retrato de Berlín, de la mujer que se ha identificado con Bona de Artois, segunda mujer de Felipe el Bueno, desde 1424 a 1425, se parece mucho a Margarita, o la supuesta esposa de Arnolfini y, posiblemente, el autor sea Jan van Eyck, aunque se considera «anónimo a la manera de Van Eyck». Su tocado y el traje son iguales al retrato de Margarita van Eyck de 1439, con la diferencia de la edad. El retrato de Margarita de 1439 pasó a ser propiedad del gremio de pintores de Brujas y era expuesto una vez al año, atado con una cadena, el día de San Lucas, patrón de los pintores, siendo custodiado el resto del año en un cofre de cinco llaves.

Madonna de Lucca de Jan Van Eyck, 1436

Parece que era Arnolfini quien tenía que entregar la mano de Margarita a Jan Van Eyck. En 1434 Margarita tendría unos veintisiete años y posiblemente su valor no fuese el mismo que cuando tenía quince. El espejo quizá representa el pasado que está en el presente, puesto que la imagen real de la mujer en 1434, no se corresponde con esa representación de una joven de quince años, diez años atrás. En cierto modo, el espejo circular representa ese intervalo, como si fuera un vacío de tiempo. Después del Calvario, que rodea el espejo en diez escenas, que podrían representar diez años, Margarita ha matado al dragón y la escobilla puede significar que ese tiempo está borrado o que no importa. El collar colgado de perlas puede hacer referencia a su nombre, puesto que Margarita significa «perla» en latín y en griego. Este collar termina en unas borlas o escobillas, que quizá signifique que el pasado, como una Margarita más de las muchas que existieron, ha sido borrado. Aunque son veintinueve perlas o cuentas y podrían representar su edad real, en 1434. La leyenda junto al espejo que dice «Jan van Eyck estuvo aquí» podría referirse a que estuvo en el pasado o que lo conoce. Podríamos suponer que el pago fue el mismo cuadro, entregado a Arnolfini, pero también se refiere al embarazo, por la luz encendida en uno de los brazos de la lámpara, puesto que tuvieron un hijo en 1434. Quizá los dos pares de zuecos o albarcas del cuadro de Arnolfini pertenezcan a la mujer e indican un cambio de vida o de situación, unos con los que llega y los otros, que serían mejores, por los que los cambia.

En el retrato que se conoce como de Bona de Artois, la mujer lleva un anillo con una piedra roja, que podría ser un anillo de compromiso, aunque no se sabe la fecha en la que fue pintado este retrato. Jan van Eyck pasó al servicio de Felipe el Bueno a partir de 1424 y parece que tuvo que realizar largos viajes, entre ellos, los viajes a Lisboa, debido al matrimonio de Felipe el Bueno e Isabel de Portugal. Realizó además, trabajos de decoración de los palacios que el duque tenía en diferentes ciudades. Así que podríamos imaginar que tuvo que dejar a Margarita hasta que pudo volver en 1834. Es a partir de esta fecha cuando acaba el políptico de Gante, que había empezado a pintar junto a su hermano Hubert, y pinta sus cuadros más importantes, en los que utiliza el rostro de Margarita, joven e idealizado, como modelo para sus Vírgenes. Al mismo tiempo se incluye a sí mismo en las representaciones, apareciendo como un personaje secundario, como en la Virgen del Canciller Rolin, siendo dos personajes de espaldas los que ocupan el centro del cuadro. En otros cuadros su figura es un reflejo. Jan Van Eyck tenía un lema personal, «Como puedo», que añadía a la firma de sus cuadros, que referido a Margarita, puede querer decir que ese vacío de tiempo lo llena como puede, estando allí, juntos en una representación, aunque sea un rostro y un tiempo que no existen.

La Virgen del Canciller Rolin. Jan van Eyck. Museo del Louvre

El cuadro de Arnolfini, por el hecho de representar a la vez el pasado en el presente y el principio de un futuro, recuerda al mito de los dos titanes, Epimeteo y Prometeo. Epimeteo era hermano de Prometeo y su nombre puede significar «que veía cosas que ya habían sucedido», frente a Prometeo que significa «que avanza hacia adelante o que podía ver el futuro». Según cuenta la leyenda, Epimeteo y Pandora tuvieron una hija llamada Pirra, que unida al hijo de Prometeo, Deucalión, fueron los padres del género humano, tras el Diluvio. También se cuenta que los dos titanes se encargaron de atribuir rasgos distintivos a los animales recién creados. Epimeteo era el encargado de los rasgos positivos, pero cuando le tocó el turno al hombre, por su falta de previsión, se encontró con que no quedaba ninguno. Prometeo decidió que los atributos de la humanidad fueran las artes civilizadas y el fuego. Podríamos interpretarlo de manera que los rasgos del hombre tienen sentido en sociedad y que deben ser aprendidos de los demás, puesto que no nace con un instinto determinado que lo caracterice. En cuanto al fuego, es un atributo positivo que también puede ser negativo y puede convertirse en destructivo. Prometeo robó el fuego de los dioses para dárselo a los hombres.

La primera mujer fue Pandora, creada con arcilla por orden de Zeus, para vengarse de Prometeo. Pandora era una hermosa doncella semejante a las diosas, pero los dioses sembraron en su ánimo mentiras, seducción y carácter inconstante. Pandora se casó con Epimeteo y se dice que abrió un ánfora que contenía todos los males (conocida como «caja de Pandora», siendo un ánfora en realidad). El ánfora se cerró justo antes de que la esperanza fuera liberada. Quizá signifique que, al abrir el ánfora, se dio a luz o que nacieron todo tipo de malos instintos. La esperanza se produce cada nuevo nacimiento o cada nuevo embarazo, esperando que nazcan buenos instintos.

Tras vengarse de la humanidad de esta manera, Zeus encadenó a Prometeo para castigarlo, enviándole un águila para que se comiera su hígado. Siendo Prometeo inmortal, el hígado crecería cada noche y el águila se lo comería cada día. Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles pasó por allí y lo liberó disparando una flecha al águila. Se dice que es extraño que Zeus permitiera a Heracles liberar a Prometeo sin tratar de impedirlo, por lo que se supone que no le molestó porque Heracles era su hijo y que no le disgustaría que se llevara la fama de liberar a Prometeo. Sin embargo, Prometeo fue liberado, pero seguía llevando la cadena que le encadenaba a la roca y un trozo de esta roca en un extremo. Aunque podía sentirse libre físicamente, la humanidad seguía encadenada a un engaño y a las mentiras de Pandora, por lo que Zeus callaba sabiendo que el daño iba a ser mayor.

Heracles dispara sus flechas al águila, liberando a Prometeo de su castigo.

Las Cruzadas tuvieron lugar durante casi dos siglos, entre 1096 y 1291. El comercio impulsó la economía y los puertos y las ciudades se vieron favorecidos. La cuarta Cruzada, entre 1198 y 1204, tenía la finalidad de asegurar la seguridad de los estados cruzados, es decir, el reino de Jerusalén y los condados y principados del litoral, que se habían convertido prácticamente en colonias comerciales italianas. Los cruzados partieron de Venecia y se dirigieron a Bizancio para intervenir en los conflictos internos que existían, sin embargo, por las desavenencias y disturbios, acabaron por conquistar la ciudad en 1204, siendo desmantelado el Imperio en pequeños estados, unos latinos y otros griegos. Una parte del territorio de Bizancio formo el Imperio Latino, siendo coronado Balduino I, que se prolongaría desde 1204 a 1261. Otra parte quedó bajo el control de Venecia y el resto del territorio quedó en manos de la aristocracia bizantina griega. Los perjudicados fueron los estados francos de Palestina, puesto que no recibieron refuerzos militares y además se produjo una emigración hacia el nuevo Imperio latino, abandonando Tierra Santa. Después de la caída del Imperio latino, Venecia siguió controlando islas y ciudades, siendo una de las principales potencias mercantiles.

Conquista de Constantinopla por los cruzados. Miniatura s.XV

En Europa, las ciudades crecieron por la actividad comercial y aumentó la población. Aunque hubo adelantos técnicos y la ocupación de nuevas tierras, el campo tenía una capacidad limitada en cuanto a la población que podía ocupar o mantener. El excedente de población era absorbida por el ejército o se mantenía sin un lugar fijo de residencia. Las Cruzadas y la creación de estos nuevos estados permitía desviar el exceso de población hacia estos territorios. A lo largo del siglo XII se sucedieron las expediciones militares a Tierra Santa, pero los resultados fueron muy escasos. Se emprendieron otras guerras en territorio europeo que se calificaron de «cruzada», como las cruzadas bálticas, la cruzada contra los albigenses, la reconquista ibérica o las cruzadas húngaras. Las tierras «limpias de herejes» pasaban a ser posesión del cruzado que las hubiera conquistado.

San Francisco. Giotto di Bondone (1267- 1337)

Las órdenes mendicantes aparecen a principios del siglo XIII, basadas en el voto de pobreza, en una época en que existía un excedente de población en torno a las ciudades y, por tanto, un gran volumen de población en la pobreza. La utilidad de este tipo de órdenes posiblemente era la de controlar y dirigir a una población que no tenía residencia fija y carecía de medios de vida, como la Orden franciscana. En el caso de la Orden Dominica de Predicadores se basaba en la pobreza y en predicar el evangelio, por lo que su función se desempeñó en los lugares de cruzada en territorio europeo. Los dominicos nacen en el contexto de la cruzada albigense, en contra de los cátaros, dando lugar al nacimiento de la Inquisición, que funcionó en Francia y en Italia.

Los cátaros expulsados de Carcasona. Grandes Chroniques de France. Maestro de Boucicaut, S.XV

Venecia conservó el control del Mediterráneo oriental, derrotando a los turcos otomanos en Galípoli en 1416. A pesar de la caída de Constantinopla en 1453, continuaron las relaciones comerciales con Venecia o Génova. Su conquistador, el sultán Mehmed, de quien se conserva un retrato realizado por Gentile Bellini, adoptó el título de emperador. Venecia inició una expansión terrestre en Italia, siendo la causa de un enfrentamiento al pretender conquistar la región de la Romaña. El papa Julio II reunió la Liga de Cambrai en 1508, formada por los Estados Pontificios, Luis XII de Francia, Maximiliano de Austria y Fernando el Católico. La derrota definitiva de Venecia se produjo en la batalla de Agnadello, en 1509.

Mehmed II, de Gentile Bellini (1429-1507)

Siguiendo con el misterio de los zapatos con los que camina cada uno, este motivo de los zuecos aparece en otros cuadros de la época. Aparecen en el cuadro que representa a «San Francisco en éxtasis«, del pintor veneciano Giovanni Bellini, datado hacia 1480. La escena podría dividirse en tres planos en perspectiva. El fondo, en el que se representa una ciudad con sus murallas y torres; un plano medio, en el que se representan escenas de la vida rural y el primer plano, en el que aparece San Francisco junto a su vivienda, que sería la cueva. Una ciudad en el horizonte, en lo alto de una colina como fondo es un recurso muy habitual, utilizado por los pintores de la época.

San Francisco de Asís (1182-1226), fue un modelo de fraile bajo los votos de castidad, obediencia y pobreza. Es conocido también porque renovó la poesía con su «Cántico de las criaturas«. El arte durante el siglo XIII en Italia evoluciona hacia el Renacimiento al superar la rigidez del arte bizantino, ganar perspectiva encuadrando las escenas en un fondo de arquitectura y evolucionando hacia el sentimentalismo y emotividad de las imágenes, cada vez con mayor naturalismo. El cuadro que representa a San Francisco, de Giovanni Bellini se corresponde con los conceptos de castidad, obediencia y pobreza, aunque esta interpretación corresponda a finales del siglo XV, en torno a 1480.

´»Extasis de San Francisco» de Giovanni Bellini. Colección Frick de Nueva York

La representación es realista y no aparecen elementos sobrenaturales, siendo sustituidos por objetos simbólicos. El plano en el que se representa a un pastor con sus ovejas parece corresponderse con el santo como pastor, puesto que tiene un bastón, aunque no se ve a otras personas no sabemos si hay más habitantes en la cueva, en una especie de redil. La castidad podría estar representada por la vasija vacía. Los demás elementos recuerdan al «Cántico de las criaturas«, en el que se refiere a las criaturas del mundo como un consuelo para la pobreza: el fuego, la tierra, el sol o la muerte corporal, apareciendo la calavera a la que los santos hablan o miran. Habla de la vida como de muerte, puesto que cuando llegue la muerte de verdad no se notará mucha diferencia. Una muerte segunda no les hará mal, según el cántico.

Las manos del santo están abiertas, aunque más que estigmas se dibujan dos puntos. Los pies están descalzos, aunque sus zuecos están en la cabaña. Los pies descalzos en el arte griego y romano eran un símbolo de divinidad o de que el personaje representado en particular estaba muerto y entonces había alcanzado la divinidad. Podría interpretarse como que estaba con un pie en el más allá durante el éxtasis. Recuerda a la representación de Santa Margarita porque, en este caso, se interpretaría que la santa estaba dentro del dragón, o en el pecado, podría decirse y, al salir sacando un pie, indicaría que fue la muerte lo que la libró del pecado, es decir, que la muerte fue su liberación. En el caso del cuadro de Arnolfini, Margarita no tuvo que morir para salir del dragón, puesto que sus zapatos están a la vista, los viejos de su vida anterior y los nuevos.

No se representa a Cristo crucificado en el cielo, envuelto en una bola de fuego, como es habitual en las representaciones de San Francisco, aunque hay una referencia a la Gloria en el laurel, un árbol siempre verde, que se inclina hacia la figura del santo. Según se cuenta, Francisco oró para recibir dos gracias antes de morir: sentir la Pasión de Cristo y una enfermedad larga con una muerte dolorosa. Como respuesta recibió las señales de la Crucifixión durante el trance. También cuentan que, por esto, fue desde entonces con las manos metidas entre las mangas del hábito y con los pies cubiertos por medias y zapatos. En esta época, aquejado por la enfermedad, compuso el «Cántico de las criaturas».

«Cordonazo de San Francisco» es el nombre tradicional que se da a un fenómeno meteorológico relacionado con fuertes lluvias y vientos. En algunas zonas ocurre este fenómeno particular que consiste en un fogonazo que atraviesa el cielo, un gran trueno seguido de lluvia que cae a borbotones. Coincide con la fiesta de San Francisco el cuatro de octubre. Los franciscanos visten una túnica con un cordón y un nudo característico. Se dice que cada año el santo se viste, sacudiendo su túnica, causando lluvias. También se dice que el santo azota las nubes con su cordón. Otra leyenda cuenta que, cuando el diablo le venía a lastimar, el santo se deshacía de él fustigando el aire con el cordón que llevaba a la cintura. Al hacer este gesto, en el cielo se organizaba una enorme tormenta de rayos y truenos que hacían huir al demonio.

La representación de Giovanni Bellini parece representar un cielo otoñal, una naturaleza tan exhausta como el santo, esperando el milagro de la lluvia. La tierra está seca y se ve una especie de fuente o canalización donde apenas mana un hilo de agua. Las criaturas silvestres esperan inmóviles, como la garza, que espera pescar algo o la recelosa liebre, pero también el asno, por su ignorancia, se queda inmóvil. Sin embargo, el pastor se retira para ponerse a salvo de los rayos y la lluvia, con sus ovejas.

High Voltage, AC DC, 1976

Foto destacada: Centauro de Pompeya de Igor Mitoraj