La leyenda de Arturo, cuya existencia no está probada históricamente, podría situarse en la caída de los britones bajo la invasión anglosajona, a principios del s.VI d.C. Los britones fueron desplazados al continente, ocupando Bretaña y la costa atlántica francesa, así como diferentes puntos del norte de la Península Ibérica. Quienes permanecieron en las islas se concentraron en el oeste de Inglaterra, sobre todo en algunas partes de Escocia, Gales y Cornualles.

Las leyendas célticas y poemas galeses como Y Goddodin, composición datada probablente en el siglo IX o X, describen una derrota ante una fuerza militar muy superior.

Las leyendas del ciclo artúrico se conocen como “materia de Bretaña” y se desarrollan e partir del siglo XII, dando lugar a nuevas versiones que reflejan un mundo que se mueve entre lo real y lo simbólico y que podría definirse como mágico.

La leyenda de Arturo aparece por primera vez en la «Historia Regum Britanniae» por Godofredo de Mommout (1100-1155), escritor de origen posiblemente galés. En su relato, Arturo es el rey de los britanos hasta el triunfo definitivo de los sajones en Inglaterra. El mismo autor escribió varios libros, todos ellos en latín. La costa de Cornualles es el escenario probable donde se sitúa la leyenda artúrica. En la Isla de Tintagel, existe un castillo del siglo XII donde supuestamente tiene lugar el nacimiento de Arturo.

El fin del mundo

El rey Arturo se convertirá en el protagonista de numerosos romances en lengua francesa. Charentien de Troyes, quien escribió su obra en la corte de Champaña, es considerado el primer novelista francés. Su obra se inspira en canciones y folklore celtas, aunque introduce personajes y tramas, así como elementos cristianos, tales como Lanzarote del Lago y el Grial.

Aunque estos romances hablan de un desastre militar, lo que nos cuentan más bien es la historia de un desastre mental o espiritual. La destrucción de un mundo y de todos sus valores. Un desastre inevitable y sin solución, cuya única salida sería el paso a un mundo cristiano.

Arturo, el rey que quería avanzar y retroceder al mismo tiempo a un mundo que ya no existía, se marcho a la isla o la tierra de Avalon, a la tierra del origen. Lo único que nacía en el galo era la gana de morir.

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Camelot, el reino que perdió la cabeza, tenía el mejor rey la mejor reina, caballeros jóvenes y valientes y una tabla redonda que era la suma de muchas cabezas… pero de nada sirvió. Se convirtió en un reino estéril y sin salida.

La misma suerte siguieron sus caballeros, como Lancelot, el que fue expulsado de la tierra porque perdió la cabeza. La búsqueda del Grial es la búsqueda de un símbolo cuyo significado es la promesa de un renacer, después de un final.

Para encontrar una explicación o un significado para estos relatos hay que tener en cuenta el contexto de la época, político, económico y religioso, puesto que fueron escritos en la corte por encargo de reyes y nobles. Que tuvieran una finalidad no impide que estos relatos, inspirados en el folklore y leyendas celtas, tuvieran el encanto de lo mágico y misterioso, de los dobles sentidos y de lo oculto, que caracteriza el mundo medieval. Tampoco se puede poner en duda el talento de sus autores.

En conjunto la población había aumentado en Europa en estos siglos, porque se roturaron nuevas tierras, pero ese crecimiento era desigual, en función de las épocas de guerra y paz en diferentes lugares. Los vaivenes políticos y los conflictos entre reyes, entre nobleza y reyes, o reyes e iglesia eran continuos en una población con grupos enfrentados. Hubo en determinados momentos excedentes de población en unos lugares y falta de población en otros, así como desequilibrios demográficos por las guerras. Lugares de concentración de hombres o excedentes de mujeres o escasez. Por ello hubo continuos desplazamientos de poblaciones y grupos.

Los señores feudales y reyes tenían como objetivo apropiarse de tierras, pero también los siervos tenían un valor económico. A veces acababan con sus rivales, pero también podían desplazarlos, preferentemente muy lejos, porque podrían reclamar las tierras en el siguiente vaivén político. Al abandonar sus tierras, independientemente de las causas o las circunstancias, se perdían los derechos sobre las mismas a favor de los nuevos señores. Ni siquiera las amenazas de excomunión por el Papa para aquellos que se apoderaran de las tierras de los cruzados fueron muy efectivas.

Tras la conquista normanda, Inglaterra y Normandía formaron parte de un mismo reino. Incluso compartieron una misma lengua. En el siglo XII Inglaterra y el Oeste de Francia se unen bajo el reinado de Enrique II, de origen normando, casado con Leonor de Aquitania, madre de quien sería después rey de Inglaterra, Ricardo Plantagenet.

Hay un paralelismo entre el arte románico y este tipo de literatura, en la manera en la que se mezclan o se integran elementos paganos en el mundo cristiano. El ciclo artúrico formó parte de la iconografía utilizada en el arte románico, que incluye la leyenda del Grial. En la Catedral de Santiago se conservan restos de estas representaciones y parece que también se representa en las pinturas de San Isidoro de León. El símbolo de Galicia es un cáliz y estrellas. Supuestos griales hay varios en España, los más conocidos son el de O Cebreiro, en la provincia de Lugo, el que se conserva en la Catedral de Valencia, parece ser que procedente del monasterio de San Juan de la Peña, en Huesca y la Copa de Doña Urraca de San Isidoro de León. En Italia hay un grial muy conocido en Génova y la que se conoce como la “Excalibur italiana” que es una espada clavada en una roca, que se asocia a San Galgano de Siena, santo del siglo XII.

Volviendo a los conflictos y política del momento, los Plantagenet estaban emparentados con los reyes de España por sucesivos matrimonios. Leonor Plantagenet, hija de Leonor de Aquitania, fue la esposa de Alfonso VIII en 1172. El asesinato de de Santo Tomas Becket, obispo de Canterbury, sucedió en 1170 y fue motivado por su enfrentamiento con el rey Enrique II. En España existen iglesias dedicadas a Santo Tomás Cantuariense, en toda la geografía. En Tarrasa (Barcelona), en la iglesia de Santa Maria de Egara, se conservan pinturas que representan el asesinato del santo. También se han descubierto en Soria, en la Iglesia de San Nicolás, pinturas que reproducen este suceso. Iglesias y capillas más conocidas son la de Salamanca, Toro, Avilés, Toledo, en la catedral y en el pueblo de Alcabón. En la provincia de Segovia, en Las Vegas de Matute, donde es el patrón del pueblo.

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Pinturas de la Iglesia de San Nicolás en Soria

Foto: Arteguias

A pesar de todo, el símbolo del Grial tuvo un significado para los cristianos, como símbolo de un renacer o de esperanza, que se corresponde con la situación que se vivía por esos desplazamientos, que no sabemos muy bien como eran de voluntarios o de forzosos.

El nombre de Compostela podría significar «el lugar donde confluyen las estrellas, para formar una más grande, que es el sol» y simbolizar esa posibilidad de un nuevo renacer.

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Foto: Travelphotobox

Como contrapunto cristiano a la Dama del Lago, cuyo nombre podría significar, la «dama de una tierra perdida», hay una imagen de la Virgen en el antiguo pueblo de Compostilla, ahora un barrio de Ponferrada. Es posible que este nombre signifique que sobrevivieron y que la herida se curó con postilla. La imagen está sobre una roca junto a la actual Ermita de Nuestra Señora de Compostilla. Es una copia de la original que se encuentra en el Museo de Orense. Quién sabe si para las gentes de aquella época, el significado fue la «Virgen de la tierra encontrada».