Hemos incluido este artículo «La fiesta de la Presentación del Señor» o «La Candelaria», de Miguel Herguedas Vela porque, además de hacer una introducción histórica de la festividad de la Candelaria, explica perfectamente la celebración de esta fiesta en el pueblo de Cogeces del Monte (Valladolid).
Cada pueblo tiene su propia tradición que es el resultado de su historia. Los rituales y fiestas religiosas tradicionales son también una creación o una forma de expresión de sucesos, muchas veces olvidados, que permanecen en esa memoria colectiva en forma de leyendas, costumbres, canciones, rituales, símbolos…
No es una fiesta tan espectacular como otras que se celebran en estas fechas cercanas en diferentes lugares, pero enlaza con los artículos anteriores en los que hemos hablado de elementos o recuerdos paganos. No solo las candelas son un elemento importante en esta celebración. Esta fiesta, que es también la Purificación de la Virgen, nos recuerda la leyenda de Santa Eulalia, cuyo cuerpo es cubierto por la nieve, como si fuera una purificación de forma simbólica. La Virgen de la Candelaria se viste de blanco para esta fiesta, en la que las mujeres tienen un especial protagonismo. Finalmente la paloma tiene un significado cristiano pero simboliza también el fin del invierno, de la oscuridad y de las tinieblas.
Ruinas del Monasterio de Ntra Sra. de la Armedilla. Foto: gonzaluski, Panoramio
«La Fiesta de la presentación del Señor o la Candelaria»
Autor del texto: Miguel Herguedas Vega. Articulo publicado por GIHEC, Blog Cultura y Tradiciones de Cogeces del Monte, Febrero 2013
La la fiesta de la Presentación del Señor, se la llamaba, antes del Concilio Vaticano II, la Candelaria o Fiesta de la Purificación de la Virgen. Era considerada como una de las fiestas más importantes de las dedicadas a la Virgen María. Lo más llamativo era la llamada procesión de las candelas, y de ahí el nombre de Candelaria. Se trataba de una procesión clásica, tradicional, atestiguada ya en antiguos documentos romanos, como por ejemplo el Liber Pontificalis, que asegura que fue el Papa Sergio I, a finales del siglo VII, quien dispuso que se solemnizaran con una procesión las cuatro fiestas marianas más significativas por su antigüedad: la Asunción, la Anunciación, la Natividad y la Purificación.
Procesión de las Candelas en Cogeces del Monte
La palabra griega de la que viene, significa encuentro, y nos desvela el sentido original de esta fiesta: es la celebración del encuentro con el Señor, de su presentación en el templo y de la manifestación del día cuarenta. Los más antiguos libros litúrgicos romanos aún siguieron conservando durante algún tiempo el nombre original griego para denominar esta fiesta. Además, siempre ha habido una intención de vincular esta fiesta al ciclo navideño. Si el 25 de diciembre se celebra el nacimiento de Jesús, precisamente cuarenta días después, se celebra su presentación en el templo, para cumplir así con lo que estaba prescrito: “Todo primogénito varón será presentado al Señor”.
Virgen de la Armedilla del s.XII, Cogeces del Monte. Foto: Ermitiella
La fiesta de la Presentación del Señor, ha tenido una evolución clara a lo largo de la historia, pues es a partir de la Edad Media, cuando se reviste de un carácter marcadamente mariano. Eso lo demuestra el contenido de las viejas oraciones y antífonas, recogidas en el viejo Misal Romano, para ser utilizadas en la bendición y procesión de las candelas y que aparecen por vez primera en libros litúrgicos de los siglos XIII y XIV. El protagonismo de la Virgen en casi todos esos textos es altamente significativo y responde, sin duda, al carácter mariano que la fiesta adquiere en esa época.
Después, el nuevo calendario litúrgico, establecido a raíz de la reforma del Vaticano II, considera de nuevo esta solemnidad como fiesta del Señor. Sin embargo, sin renunciar a este carácter fundamental de la fiesta, la piedad popular bien puede alimentar su devoción mariana y seguir celebrando a María, íntimamente vinculada al protagonismo de Jesús, en este acontecimiento emblemático de la presentación en el Templo, por el que Jesús es reconocido como Salvador y Mesías por los dos ancianos Simeón y Ana, representantes singulares del pueblo elegido. Esta fiesta de la Presentación, cierra las solemnidades de la Encarnación que se celebran en el ciclo de la Navidad, conmemora la Presentación del Señor, el encuentro con el anciano Simeón y la profetisa Ana, el encuentro del Cristo con su pueblo, y la purificación ritual de la Virgen María. De hecho, hay muchas personas que conservan puesto el Belén en sus casas hasta este día, dando por finalizadas, de esta manera, las fiestas que tienen que ver con Jesús niño.
No obstante, al igual que otras fiestas, por analogía , el origen de esta fiesta se cree que al ser las mujeres las que lo organizan y las que son protagonistas, probablemente la ritualización se haya tomado con el fin de recordar los trabajos que han sido llevados a cabo casi siempre por el género femenino a la luz de las teas o las propias candelas, especialmente durante los meses en que los días son más cortos, y así recordar lo que hicieron los padres de Proserpina para encontrar a la diosa raptada por Plutón. Aunque, por otro lado es posible que el origen de Las Candelas según Santiago de la Vorágine en su importantísima obra de la Leyenda Dorada hace alusión a la costumbre que había por estas fechas, cada cinco años, de llenar la ciudad de Roma de antorchas en la noche en honor de Februna, madre de Marte, para que propiciara la derrota de los enemigos del Imperio. Sean unos u otros los comienzos de Las Candelas, lo cierto parece que la fiesta que hoy conocemos responde a una amalgama de elementos judeo-cristianos y de elementos de origen pagano.
Espadaña del Monasterio de Ntra. Sra de la Armedilla. Foto: gonzaluski, Panoramio
En cuanto al contenido tradicional de la fiesta de las Candelas, varios pueblos en toda la península conservan el mismo esquema de ritos que se celebran durante la eucaristía del día. Especialmente destaca la procesión que se realiza alrededor del templo, o en el caso de Cogeces, alrededor de la Plazuela de la Iglesia. La imagen de la Virgen, vestida de blanco, con una vela en sus manos y con el Niño Jesús en otra es portada por las mujeres, el sacerdote enciende la vela de la Virgen antes de comenzar el recorrido y a partir de ahí se encienden las velas del resto de los fieles.
Con la finalidad de augurar un buen año se mezclan algunos ritos de supuerstición como el intentar hacer el recorrido tras la imagen de la Virgen evitando que se apaguen las velas. Por otro lado también hay una mujer, que generalmente se le denomina mayordoma o madrina, que viste mantón de Manila y que porta una cesta con la vela y un rosco o pastel así como otra cesta, que en suele ser portada por otra persona o en las mismas andas, con dos palomas, tórtolas o pichones.
El otro rito singular que continúa en esta ceremonia es el que tiene lugar después después de la Homilía y antes del ofertorio, en el que la imagen de la Virgen se traslada hasta el altar en procesión, entre los cantos de las mujeres que repasan el momento de la Purificación y en el transcurso de la procesión se hacen varias paradas, donde antiguamente se arrodillaban. A la procesión hasta el altar también la precede la mayordoma, con los elementos que antes portaba, con el fin de ofrecer al sacerdote, además de el Niño Jesús, el rosco y los pichones que serán soltados a la puerta de la iglesia. En la última estación o parada que hace la imagen de la Virgen, el sacerdote se arrodilla en acto de humillación ante el Niño Dios, se levanta y se lo retira a la imagen como símbolo de ofrenda para adorarlo y así, según continuaba la tradición se daba a adorar también a los niños más pequeños del pueblo junto con las madres. Como se indica, al finalizar la misa, se sueltan las palomas a la puerta de la iglesia.
Y era tradicional llevar las velas a casa para encenderlas en los momentos más difíciles
Foto destacada: Grafitis del Monasterio de Nuestra Señora de la Armedilla. Foto: Panoramio
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