Olivar u olivares es un nombre de pueblos y lugares común en España. En el Cantar de Roldán uno de sus compañeros tenía el nombre de Oliveros, siendo descrito este personaje como un soldado, más precavido que Roldán, a quien importaba menos el honor que la vida. Roldán es víctima de una emboscada en un desfiladero, al cruzar los ejércitos de Carlomagno los Pirineos, por la traición de Ganelón, celoso de su hijastro Roldán. Debido a su carácter valiente y orgulloso, Roldán evita pedir auxilio, hasta que, a punto de ser derrotado, hace sonar el olifante, siendo demasiado tarde para salvar su vida y la de los doce caballeros que le acompañaban.

Oliver es un nombre masculino común en países europeos. Este nombre pudo referirse en origen a un hombre libre, puesto que podría proceder del latín «liber», que se refiere a un hombre libre, además de otros significados. Se atribuye a esta palabra el origen de la palabra «libro» en castellano, puesto que «liber»en latín podría referirse a las cortezas de los árboles, haciendo referencia a cualquier tipo de escrito o anotación. «Libro» del verbo «librare»en latín, significa equilibrar, balancear o avanzar. También en castellano, «libre» puede referirse a libre de cargas o impuestos. En cuanto a la palabra «olivares», podría relacionarse con el significado de «libar» o «libación», puesto que en la Antigüedad y en el ámbito religioso, se refiere a la ofrenda de un líquido o aceite utilizado en el culto. Quizá se refiera a los monjes o a la existencia de un monasterio o una orden militar.

Sin embargo, en Andalucía, es posible que no sea necesario pensar tanto para deducir a qué se refiere este nombre. Las tierras donde se encuentra el pueblo de Olivares, en la provincia de Sevilla, fueron donadas por Fernando III a los infantes Manuel y Fadrique, hermanos de Alfonso X el Sabio. Olivares de Duero perteneció, desde principios del siglo XIII, a la colegiata de Valladolid, ejerciendo el señorío durante tres siglos. En cuanto al nombre «Olite«, recuerda a la expresión en francés «au lit», que significa «a la cama» o «a dormir». En latín podría estar relacionado con «littera» que significa «letra», escritura o señal, o «lituus» con el significado de cuerno o clarín o «el que da la señal». Es posible que, en una fortaleza medieval, el cuerno u olifante sonara en diferentes momentos del día, para dar la señal.

Alcazar de Segovia. Los hombres de Zamarramala servían en el alcázar de Segovia, ocupando el cargo de guardas centinelas. A cambio del servicio, se les concedía el privilegio de estar exentos de pechar, es por ello que eran llamados «hidalgos por el cuerno» término descrito por Esteban de Covarrubias, 1611. Foto: Wikipedia

La esperanza de los cuerpos geocéntricos es que nada cambie, que todo sea siempre igual. La palabra «espera» en griego, significa «atardecer», occidente o poniente, por lo que se supone que, después de un atardecer se espera un amanecer. Esta palabra está relacionada con el nombre de Hespérides, que reciben las ninfas del atardecer, cuyo jardín se sitúa en algún lugar de Occidente, el Norte de África o Tartessos, según los antiguos griegos. El planeta Venus corresponde a Hespero, personificación del lucero vespertino (últimas horas de la tarde), y a su hermano gemelo, Heósforo o Fósforo, personificación del Lucero del alba o Estrella de la mañana.

La palabra «espera» en castellano antiguo, se utiliza con el significado de «esfera», siendo el origen de esta palabra. La palabra «esperanza» vendría a ser equivalente, por tanto, a «esfericidad» y podríamos entender que significa que se completa un ciclo, es decir, que al atardecer le sigue el amanecer o, de forma metafórica, como es entendido en la actualidad, que a lo malo le sigue lo bueno, como un eterno retorno. Sin embargo, en latín, «sphaera» puede tener varios significados y utilizarse como sinónimo de «globus», «ordo»,»status», con el significado de condición de clase social. «Orbe» procede de la palabra «orbis» en latín, que significa»círculo», «rosca», que puede ser de una serpiente, por ejemplo. Otros significados pueden ser: movimiento o superficie circular, disco del sol o la luna, superficie de la Tierra, región o país.; objeto circular, mesa redonda, plato, espejo, escudo, rueda y también órbita del ojo. La palabra «globus» en latín, además de ser sinónimo de «esfera» se refiere a un montón o agrupación de cosas; a un ejército, con el significado de escuadra o pelotón; a una muchedumbre, o también puede referirse a un cuajarón de sangre.

La obra de Copérnico (1473-1553) «De revolutionibus orbium coelestium» fue publicada en 1553. Además de defender la teoría heliocéntrica, trata el problema de los movimientos de la Tierra. Su teoría le enfrentó al Cristianismo de la época, que había hecho suyos los principios de Aristóteles, que integraban coherentemente las ramas del saber: teoría literaria, política, ética, metafísica, lógica, meteorología, física, biología y una astronomía basada en la finitud y unicidad del universo, ordenado según esferas concéntricas. Durante el siglo XVI, la enseñanza universitaria siguió basándose en el sistema geocéntrico de Claudio Ptolomeo, siendo la Tierra inmóvil, ocupando el centro del universo. El sistema heliocéntrico se reservaba a los mejores estudiantes. Johannes Kepler (1571-1630) conoció el sistema heliocéntrico y se convirtió en copernicano convencido. Galileo Galilei (1564-1642), cuyo trabajo se considera complementario del de Kepler, apoyó la revolución copernicana, enfrentándose a la física aristotélica y a la Inquisición.

Primer motor inmóvil, primera causa del movimiento del universo para Aristóteles. Rafael Sanzio. Foto: Wikipedia

La física aristotélica atribuía a los planetas un movimiento circular perfecto y negaba la existencia del vacío, puesto que todos los puntos del espacio están llenos con materia, a la que llama el éter. Según la teoría del continuo, la materia no puede ser atómica y existe un primer motor inmóvil, causa del movimiento de la primera esfera terrestre y de todo el universo. A lo largo de su historia, el Cristianismo había realizado la labor de cristianizar la filosofía de Platón y Aristóteles, en el siglo V d.C. por San Agustín y en el siglo XIII, por Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, se produce después lo que conocemos como Renacimiento, que suele definirse como una corriente de pensamiento que sitúa al hombre como medida y centro de todas las cosas, por ello se denomina también «humanismo renacentista». El cambio se produjo por la traducción de obras de la Antigüedad correspondientes a otras corrientes filosóficas más modernas, como el Neoplatonismo, del siglo III d.C., que incorpora ideas griegas y orientales, o el conocimiento de Hermetismo, que fue una tradición filosófica y religiosa basada en los textos atribuidos a Hermes Trimegisto, combinación del dios Hermes y el dios egipcio Thot, que dio lugar a una variedad de sistemas filosóficos y filosofías modernas tempranas, siendo introducida por Paracelso en una nueva filosofía médica.

El hombre de Vitrubio, 1492. Leonardo da Vinci

El Corpus hermeticum fue recuperado por Cosme de Medici en 1463 y fue traducido al latín por el humanista florentino Marsilio Ficino. Entre sus principios destaca el pensamiento simbólico y el hombre como símbolo emblemático del mundo, por la relación macrocosmos-microcosmos; el Ánima Mundi, la complementariedad de los contrarios, etc. El hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci, representa las proporciones del cuerpo humano, pero también el centro del mundo, incluido en la esfera, como se representa en los escritos herméticos. La Tabla de Esmeralda fue un texto hermético cuyo propósito era revelar el secreto de la sustancia primordial y sus transmutaciones, donde se condensa el objetivo de la alquimia. El fundamento último de la filosofía está en la finalidad del Ser, que es la búsqueda de lo Uno, de lo absoluto o el Todo. Por ello, el saber debe ser holístico, es decir, basado en la integración de los opuestos de la existencia. La filosofía hermética convivió con el Cristianismo desde la Antigüedad, sin llegar a ser condenada, aunque hubiera enfrentamientos y disputas, dando lugar al conocido como «esoterismo cristiano«, siendo después el origen de sociedades secretas muy elitistas cuyos conocimientos estaban reservados a los iniciados. En el siglo XVII la ciencia tomó dos caminos: los seguidores de la filosofía hermética, que intentaban explicar la Biblia de forma científica, basada en la triada Dios-cosmos-hombre, y lo que entenderíamos por ciencia propiamente dicha, que intentaba separar el conocimiento científico de las visiones religiosas y filosóficas.

Salvator Mundi de Leonardo da Vinci, 1500. Quizá represente el universo como una bola de vacío, al desaparecer la Tierra del centro. Quizá represente la triada Dios-cosmos -hombre o la integración de los opuestos

Robert Fludd (1574-1637), médico inglés que integraba en sus obras el sistema filosófico hermético, sitúa a Dios en la cima del cosmos, estableciendo la relación entre macrocosmos y microcosmos. Describe el proceso de creación del mundo, buscando la relación entre la Biblia y los escritos de Hermes Trimegisto: «El producto de un rayo de luz activa de Dios emitido en el vacío y cuya intensidad disminuye gradualmente a medida que se aleja de su fuente. La luz era espíritu puro y a su alrededor la oscuridad se coagulaba en forma de materia. Los diversos compuestos de luz y materia se convierten en mundos y entre estos mundos se puede establecer una división tripartita: el mundo empíreo o cielo, el mundo etéreo y la Tierra, el lugar más oscuro y más material del universo, en cuyo centro se encuentra». El sistema se invierte, puesto que la Tierra queda en el centro y Dios en la circunferencia. El sistema cósmico queda encerrado en una burbuja minúscula dentro de su infinitud. En los esquemas que ilustran sus obras, Dios queda en un extremo y la Tierra en otro, separados por un nivel intermedio que corresponde al sol, donde espíritu y materia están en completa igualdad, en la escala del Ser. «Si la Tierra no fuera el centro de universo, no habría posibilidad de vida en ella: vientos violentos la barrerían abatiéndolo todo». La fuente de toda fuerza y de todo movimiento se encuentra en la periferia del universo, no en su centro, pues es mucho más fácil hacer girar una rueda desde su circunferencia que desde su centro».

El hombre de Robert Fludd, en el microcosmos dentro del macrocosmos, representados como esferas concéntricas donde no existe el vacío

Los puntos en conflicto de sus teorías con la Iglesia católica estaban, sobre todo, en la creencia en la existencia de un Alma del Mundo, que procedía de Dios y que impregnaba todas las cosas, entendido como manifestaciones de un principio único en mundos diferentes. En el microcosmos humano es el alma, iluminada por la inteligencia. El hombre es un universo en miniatura y el universo está estructurado como un hombre grande. Si uno comprende el hombre más pequeño, entonces tendrá la clave para comprender al más grande. Defiende la presencia del espíritu universal en la sangre, al ser el vínculo necesario entre los dos extremos de forma y materia. Para los representantes de la Iglesia católica era necesaria una separación clara entre cuerpo y espíritu, la completa inmaterialidad del alma y una visión mecanicista del cuerpo.

Desde un punto de vista filosófico, el problema es resuelto por René Descartes (1596-1650), al establecer una explicación de los fenómenos naturales en términos mecánicos y una separación radical entre cuerpo «res extensa» y el pensamiento «res cogitans», así como la libertad del acto de creación de Dios. Se radicalizó al considerar a los animales «máquinas» o cuerpos desprovistos de alma. Descartes intenta evitar las cuestiones relativas al heliocentrismo y la existencia de Dios, pretendiendo una especialización en el universo, mecanicista y finito, mientras que la infinitud es un atributo de Dios. Muchas de sus teorías se centran en la física mecánica y geométrica. Aun así, la Iglesia católica añadió sus obras al Índice de los libros prohibidos en 1663.

Thomas Hobbes (1588-1679), se caracterizó por su defensa de un pensamiento mecanicista o materialismo mecanicista, por el que todo lo existente en el mundo es exclusivamente física. Todos los seres, incluyendo animales y humanos son máquinas de carne y hueso, teoría de gran aceptación en ese momento. El universo es corpóreo, posee un cuerpo material, aunque algunos cuerpos y objetos son imperceptibles, aunque ocupen espacio, a los que llaman espíritus, siendo responsables de la actividad animal y humana. Los seres humanos son físicos y están regidos por las leyes del universo. El término «incorpóreo» es el único capaz de reconocer y honrar la sustancia incognoscible de Dios.

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Refutación de Copérnico, por Robert Fludd

Isaac Newton (1642-1727), anglicano y arriano convencido, sus áreas de estudio fueron la física, matemáticas, astronomía, teología y la alquimia. Como alquimista tradujo del latín al inglés la «Tabula de Esmeralda«. «Dios creó el mundo de acuerdo con un plan divino, el cual se puede leer en la Biblia, pero también en la naturaleza, en la manera en la que ha sido creada». La concepción del hombre es estática, inicialmente una tabula rasa en la que actúan fuerzas ajenas a la misma. Acepta dos mundos, el natural y el sobrenatural, gobernados el primero por leyes físicas y el segundo, donde se incluye al hombre, por un cuerpo diferente de leyes. Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el movimiento de la Tierra y las que gobiernan los cuerpos celestes son la mismas, es decir, descubrió un sistema que regía el mundo. Su sistema se mantuvo hasta la teoría de la relatividad general de Albert Einstein, de 1915, en la que se reformuló el concepto de gravedad, al introducir las nociones de espacio y tiempo. Como consecuencia, se estableció el estudio científico del origen y evolución del universo, por la rama de la física denominada Cosmología.

John Locke (1632-1704), filósofo y médico, pensador del empirismo inglés, fue conocido como «Padre del liberalismo clásico». En 1690, trata de hacer con la mente humana lo mismo que Newton con el mundo físico. Concibe la mente como una realidad compuesta de partículas que existen en un espacio y tiempo determinados, que se funden y amalgaman por la acción de fuerzas exteriores a la misma. Por ello concluye que se puede tener una ciencia de la mente análoga a la ciencia de la naturaleza física. Se opuso a las concepciones mecanicistas cartesianas, al considerar que solo debe ser tenida en cuenta la experiencia. Para Locke la identidad personal es una cuestión de continuidad psicológica basada en la conciencia, es decir, la memoria, no en la sustancia del alma o del cuerpo, aunque al mismo tiempo reconoce la sustancia, puesto que «el cuerpo también va a hacer al hombre». En su obra «Ensayo sobre el entendimiento humano» define la idea como el objeto del pensamiento y diferencia entre ideas simples, o aquellas que proceden de la experiencia, e ideas complejas, o ideas elaboradas en la mente a partir de las ideas simples.

La aparición del marxismo en el siglo XIX, responde a la aparición de unas condiciones sociales y económicas hasta entonces desconocidas. El materialismo de Karl Marx (1818-1883), se refiere a unas condiciones materiales externas al hombre para explicar al hombre, puesto que es un ser que se define en las relaciones sociales y económicas. Establece un fin para el hombre que es el trabajo y la transformación de la naturaleza. El hombre se convierte en proletariado, o un conjunto social con un mismo fin. Parece como si el marxismo hubiera obtenido una imagen fotográfica de un momento de la Historia y hubiera creado una cosmología para explicar esa instantánea, aunque sea una cosmología sin cosmos y sin Dios, pero que pretende abarcar todos los aspectos que corresponderían al hombre en esa supuesta realidad social, suprimiendo o ignorando el espacio y el tiempo, lo que le permite invertir los términos. Si el hombre tiene que cubrir sus necesidades básicas para su supervivencia, que podríamos establecer como una base o un primer fin, el marxismo establece el trabajo como un fin y las necesidades como algo secundario. Este planteamiento solo puede darse en ese momento de la Historia, para ese hombre que es proletario y cuyas necesidades básicas están cubiertas. Si pensaramos en el lugar que se corresponde con esa sociedad en esa época, sería claramente Inglaterra, donde la Revolución industrial fue más temprana. Sin embargo, no fue allí donde se estableció el marxismo, debido a que se realizaron reformas sociales y mejoraron las condiciones de vida. Donde se estableció en primer lugar fue en Rusia, porque existía un sistema político inmovilista e incapaz de hacer reformas.

La Trinidad y la generación de los elementos, por Robert Fludd

Marx transciende el materialismo mecanicista al establecer una finalidad, invirtiendo el orden, al supeditar las causas a la finalidad, algo que no es aceptado por la ciencia actual, es decir, para la ciencia las explicaciones son causales, las causas integran o son anteriores a una explicación finalista. Su cosmología es geocéntrica y se basa en Aristóteles, al establecer una causa exterior de la transformación, es decir, el primer motor inmóvil, siendo la dialéctica el mecanismo que mueve y transforma un universo cerrado y finito, sin posibilidad de vacío. Establecer la solución a un problema y cambiar o eliminar los factores para forzar una solución dada previamente, parece una trampa, engañarse uno a si mismo. En cuanto a la finalidad, una sociedad sin clases, es que muchos factores se eliminan en el análisis y sólo se tiene en cuenta los que se ha decidido poner en la ecuación, como si viviéramos en una simplificación del mundo, en un universo infantil. Es una simplificación sin sentido porque no es real. La pretensión de igualdad como finalidad es un absurdo, porque es imponer un final que no es necesario, ni posible, ni es real. Otra cosa es que la igualdad sea necesaria en aspectos concretos y prácticos de una sociedad, como la igualdad ante la ley. Situarse en la posición del primer motor inmóvil es creerse Dios.

El arte de la memoria, por Robert Fludd. La retención de la memoria «se hace por un acto continuo de la imaginación, imprimiendo el tema real en el tarro de ungüento de la memoria con ideas e imágenes vanas y ficticias». Será este el origen de la expresión «darle al tarro» o «comerse el tarro».

En cuanto al estudio de la mente humana, la psicología evolutiva estudia los cambios producidos en la mente a lo largo de la vida, es decir, el desarrollo del ser humano a lo largo de su ciclo vital, siendo observables las similitudes en el proceso de desarrollo, a pesar de los elementos distintivos e individuales. Las etapas del desarrollo o cambio psicológico están determinadas por la edad, aunque influyan otros factores externos. En los niños, las etapas del desarrollo se asocian a la adquisición de una serie de capacidades, que representan un progreso en su evolución, pero también a los cambios biológicos, físicos y psicológicos, según el patrón de nuestro ADN, que marcan el principio o el final de cada una. La adolescencia, desde los 12 a los 21 años, la etapa más compleja y de mayores cambios, se divide en dos etapas diferentes, en la que se suceden los cambios. En primer lugar se producen los cambios físicos, seguidos de los emocionales y psicológicos en la segunda etapa o adolescencia tardía, desde los 15 a los 21 años.

La mayoría de edad es reconocida por el ordenamiento jurídico como el momento en que los menores alcanzan la edad adulta. La minoría de edad determina un límite en las responsabilidades de la persona, por la ausencia de plena capacidad para obrar, pudiendo ser responsables los padres o tutores; así como una protección que, según la Constitución española, garantice su desarrollo integral. Se supone que su desarrollo engloba los aspectos físicos, emocionales y psicológicos como un todo, teniendo en cuenta que las condiciones sociales y contextuales influyen en el desarrollo psicológico y emocional. Una discapacidad mental puede tener causas sociales y contextuales a cualquier edad, cuando no existe un equilibrio entre factores físicos, psicológicos y emocionales, como puede ser cuando sucede un hecho traumático para una persona. Erik Erikson, mundialmente conocido por us aportaciones a la psicología evolutiva, describe las fases del desarrollo humano. La adolescencia es la etapa en la que se consolida la identidad, entre los doce y los veinte años. Si no se produce esta consolidación, se producirá una confusión de roles, según sus palabras, una difusión de la identidad. Es una etapa de conflicto psicológico interno, donde se fija su individualidad frente a padres y familia.

Tendríamos que entender que la indefinición es una característica de la adolescencia y que la adquisición de la identidad es un proceso, que se prolonga durante los años de la adolescencia. Es un derecho fundamental el libre desarrollo de la personalidad, que se recoge en la Constitución, en el artículo 10. Forzar a un niño o adolescente a definir su identidad sexual es un acto violento, un atentado contra su libertad, porque no ha alcanzado suficiente madurez psicológica. Cuando un niño es obligado a definirse frente a un adulto, está desprotegido y en inferioridad de condiciones frente a los intereses personales, profesionales o ideológicos de un adulto cuyo objetivo es encasillar o clasificar a los menores, en función de una supuesta identidad que no pueden tener, porque no han superado esa etapa de su evolución.

El teatro del mundo, por Robert Fludd. «Para practicar el arte de la memoria se empieza formando una colección ordenada de «lugares de la memoria» en el ojo de la mente». «Como ocurre con un teatro, estos espacios pueden ser despojados de imágenes y reutilizados en sucesivas ocasiones».

El miedo al cambio y a la indefinición parece estar motivado por la visión geocéntrica del mundo que no es posible superar. Se refleja en expresiones tan conocidas hoy en día como la «lucha contra el cambio climático«, como si fuéramos Titanes, que es un eslogan prácticamente convertido en dogma, cuando la realidad es que el clima se caracteriza por un cambio constante, siendo más adecuado o comprensible referirse a temas concretos de protección del medio ambiente. El miedo a la indefinición parece similar al «horror vacui» de épocas pasadas, un espacio vacío sin estructuras y sin objetos materiales. El universo cuando eliminamos la Tierra, que ocupaba una posición central, queda como un globo o una burbuja vacía, donde podríamos imaginar a los políticos, que son constructores de estructuras, flotando en el espacio y buscando cualquier cosa en que apoyarse, para crear esas estructuras de las que depende su existencia.

La escala del ascenso, por Robert Fludd. Del mundo de los sentidos se pasa al mundo interior de la imaginación, de ahí al intelecto; luego, a la inteligencia y por último al Verbo mismo. La ideología es un procedimiento que permite invertir los términos.

Será que ese principio marxista de que el hombre tiene como fin la transformación de la naturaleza se ha concretado en la transformación de los niños, privándolos de sus derechos fundamentales, establecidos en la Constitución y en las declaraciones internacionales de Derechos del Niño, siendo primero la transformación, basado en un derecho inventado, sacado de la manga, y luego la necesidad. Parece probado que los políticos españoles no han sido capaces de convertirse en adultos en los últimos cuarenta años, puesto que han aceptado privilegios y se han protegido a sí mismos no siendo responsables de sus acciones, lo cual les sitúa en el nivel de los niños o de los discapacitados mentales. Lo único en lo que podrían escudarse en este momento, es en reconocer su discapacidad mental, debido a causas sociales y contextuales.

Posiblemente para entender la vida política española, habría que ver el punto de partida, que es la Constitución de 1978. Se podría decir que es una Constitución finalista, que empieza en el artículo 1 y acaba en el artículo 2, sin que sea necesario leer nada más. Empieza con una restauración de la monarquía y acaba reconociendo un derecho de autonomía de las nacionalidades y regiones. Los derechos fundamentales no existen porque los otorgue la Constitución, son los derechos incluidos en la Declaración Internacional de Derechos del hombre. Se entiende derechos del hombre, es decir, derechos de la persona, no existen derechos de nacionalidades y regiones. Además no se sabe cuáles son esas regiones y sus territorios, ni siquiera se definen en el Título VIII, dedicado a la división territorial del Estado. Por tanto, empieza y termina basándose en algo que no existe, aunque tenga la finalidad y el propósito de que exista. La finalidad que se puede deducir es que pretende la división de la nación en nacionalidades, por no decir que pretende la división del reino en diferentes feudos, cada uno con sus fueros. Si este es el camino marcado, no tiene sentido sorprenderse y enojarse por cada paso que se da en esta dirección, tampoco tienen sentido las actuaciones encendidas y cargadas de razones, cuando la suerte fue echada en 1978 y ha sido jurada y aceptada. Quienes tenían necesidad y causa real para aprobar la Constitución que se les presentaba, eran los ciudadanos españoles, por la causa de evitar conflictos o incluso una guerra civil.

Creación de la esfera etérea, por Robert Fludd. «El segundo día presenció la creación de la esfera etérea, que contiene las estrellas fijas y los planetas errantes. Está compuesta de éter, quintaesencia o spiritus, sustancia libre de corrupción. Arriba en el empíreo, predomina la forma y la materia está ausente. Abajo, en la esfera de los elementos, predomina la materia. La esfera etérea entre ellas es la región de la igualdad, donde las cualidades y materiales se mantienen en equilibrio».
Ilustración artística a escala logarítmica del universo con el Sistema Solar en el centro. Foto: Wikiwand. Creative Commons, 2016

Bibliografía: «Macrocosmos, Microcosmos y Medicina: los mundos de Robert Fludd», por Joscelyn Godwin. Editorial Atalanta

Artículos de la Wikipedia

Foto destacada: retrato de Claudio Ptolomeo, por Pedro Berruguete. Palacio Ducal de Urbino (Italia)