«La rama dorada» es el título del libro de James Frazer. El inicio de su obra es un estudio de la leyenda del lago de Nemi en Italia. Un esclavo se convierte en rey-sacerdote hasta ser vencido por otro esclavo, que le desafiará rompiendo la rama del árbol. Entonces lucharán a muerte y el vencedor ocupará el lugar como rey.
Tras la Guerra de Troya, Eneas huye y viaja con los troyanos fugitivos a Italia, siendo acompañado por su mujer, su hijo y su padre, Anquises. Su mujer, Creusa, se pierde en el camino y su padre muere al llegar a Sicilia, donde es enterrado. El espíritu de su padre se le aparece para decirle que vaya a Italia, donde tendrá que luchar, aunque vencerá a sus enemigos. En Italia , el dios Apolo le habla a través de la Sibila de Cumas y le ordena viajar al inframundo para hablar con su padre, si quiere conocer su destino.
El viaje al mundo de los muertos es muy peligroso y sólo los grandes héroes han podido regresar vivos. La diosa Venus le dice dónde está el árbol en el que se encuentra la rama dorada, que le servirá de protección. La Sibila le acompaña portando la rama, lo que les permite subir a la barca de Caronte. Cuando encuentran a Anquises, éste predice el inicio de un linaje de reyes en su descendencia con la hija del rey del Lacio, Lavinia, con quien se casará.
«La Eneida«, obra del poeta romano Virgilio, es un relato de la fundación mítica de Roma. Eneas es un troyano, un héroe hijo de la diosa Venus, que llega a Italia en su destierro. De alguna forma tiene que hacer legítimo su derecho como antecesor de la dinastía que gobernará Roma. Por ello se cuenta un hecho sobrenatural, que es el viaje al inframundo.
Eneas llega a Italia con su padre anciano, que muere y es enterrado en Sicilia. Simbólicamente es como un árbol que ha sido plantado en el lugar. Para que arraigue o para convertirse en antecesor de la dinastía real, Eneas debe viajar con la rama dorada al mundo de los muertos, puesto que es un símbolo de inmortalidad. La predicción de su padre muerto le anuncia que será el fundador de un linaje real. Para iniciar la nueva dinastía debe casarse con la hija del rey del Lacio.
El esclavo en el lago de Nemi, debe luchar y matar para convertirse en rey, pero en cualquier momento puede llegar otro esclavo y desafiarle rompiendo la rama. Entonces lucharán a muerte y el que sobreviva quedará como rey. No tiene un vínculo con la tierra ni legitimidad, más que lo que le da el uso de la fuerza. Por ello es un esclavo-rey.
Posiblemente William Shakespeare se inspiró en estas historias para escribir «Hamlet». El príncipe Hamlet es una rama rota, como también lo es su padre, el rey. Ambos tienen el mismo nombre.
La historia trata de un rey asesinado por su hermano, Claudio, quien se casará con la esposa viuda, Gertrudis, la madre de Hamlet, convirtiéndose en rey y ocupando el lugar de su hermano muerto. Sin embargo, el heredero legítimo del rey es su hijo, Hamlet. Desde el principio, la historia no tiene sentido, puesto que Hamlet no es un niño, sino un adulto de treinta años.
Desde las primeras escenas vemos a un Hamlet quejoso por lo sucedido. Su padre muere y su madre se casa en un mes con su tío, ocupando ambos el trono como reyes. Hamlet, como heredero legítimo, tenía el derecho de reclamar el trono y enfrentarse a su tío, pero no lo hizo y sigue siendo el príncipe heredero. En cierto modo empieza la historia estando ya muerto. Está vivo pero muerto, porque carece de espíritu.
Es un personaje que se queja y lamenta con razón, por unos sucesos injustos, pero es incapaz de asumir su responsabilidad. Es un niño incapaz de convertirse en adulto. Su tío es rey porque él no ha reclamado su derecho. En cuanto a su tío, es presentado como un vulgar pillo. Sin embargo, no parece haber oposición en la Corte a que ocupara el trono. Hamlet es apreciado por el pueblo porque no ven en él a alguien cuyo interés se centra en saquearles.
Hamlet, a pesar de sus quejas y reproches. ha aceptado la situación, siguiendo con su vida placentera como eterno heredero y sin asumir responsabilidades. Se contenta con incordiar a su madre y a su tío con sus desplantes y rabietas. No es capaz de actuar y se esconde en su tristeza.
Entonces tiene lugar el suceso sobrenatural, la aparición del espíritu de su padre, que le habla y le confiesa que fue asesinado por su tío mientras dormía. Esta confesión le enfrenta a su responsabilidad de matar o desenmascarar a su tío y reclamar el trono. La aparición no cambia nada, puesto que esta obligación ya existía. Simplemente se refuerza y se pone en evidencia, convirtiéndose en inexcusable. Sin embargo, por parte de Hamlet, sólo habrá un aumento en el nivel de sus rabietas y desplantes, escondiéndose en su locura.
No será capaz de convertirse en adulto y asumir la responsabilidad de reclamar sus derechos. El mismo dice que carece de ambición. En realidad, no quiere ser rey. De hecho, todos le tratan como a un niño. Tampoco en el amor es un pretendiente serio. Se da a entender que tonteaba. En su huida de las responsabilidades renuncia a Ofelia, como si fuese un sacrificio necesario. Para romper con ella la maltrata. al igual que maltrata a su madre, echándole en cara sus culpas, cuando su propia culpa es mayor.
Hamlet quiere volver con su madre y ser el centro de su atención, muerto su padre, pero no es posible. Al fallecer el marido, se une inmediatamente a una nueva pareja, que además ocupa su lugar como rey. Durante la discusión, Hamlet cree haber matado a su tío, pensando que estaba escondido detrás de la cortina. El resultado es la muerte del sirviente Polonio, el padre de Ofelia.
No pretende enfrentarse a su tío cara a cara, sino aprovechar la casualidad de que estuviera escondido detrás de la cortina para matarlo con su espada. Pretende realizar este acto simulando un accidente, como si no fuera responsable, siendo un accidente resultado de su locura. Ofelia enloquece. La joven se apoyó en la rama rota del árbol y fue la causa de su hundimiento y muerte.
En la escena del cementerio, los enterradores desentierran los huesos para hacer sitio a los siguientes. Hamlet reconoce los restos del bufón, Yorick. Los recuerdos de las risas de la niñez están vivos pero el bufón lleva muchos años enterrado.
El rey se siente amenazado por Hamlet y está decidido a eliminarlo. Para ello idea un juego, un torneo en el que se enfrentarán Hamlet y Laertes, el hijo de Polonio y hermano de Ofelia. Hamlet acepta porque le agrada la diversión. Dice estar sólo preocupado por vengar la muerte de su padre pero quiere lucirse con la espada. El rey tiene la intención de matarlo, bien mediante la espada de Laertes o bien mediante el veneno en su bebida.
Hamlet aparece como un niño inocente, víctima de la conspiración de los malvados. Sin embargo, la responsabilidad de dejar actuar a los malvados es suya. El rey es rey porque él no ha reclamado su derecho como heredero legítimo.
La situación se complica y todos mueren, el rey, la reina, Laertes y Hamlet. Laertes repitiendo el papel de su padre como sirviente entrometido. Todos se convierten en víctimas del pillo, que muere engañando, o del niño, que muere jugando.
Quizás la interpretación correcta sea que Hamlet puede imaginarse perfectamente que su tío va a matarlo y acepta la invitación porque ha resuelto su dilema. En el cementerio habló con los muertos y conoce la predicción de su destino. Ha elegido «no ser». Sabe que su destino es la muerte y lo ha aceptado. Por tanto no puede hacer nada para evitarla. De nada sirve retrasar el momento porque es inútil. Finalmente es capaz de matar al rey, muere su madre y él muere también y en Dinamarca reinará una nueva dinastía.
Foto destacada: Hamlet y Horacio en el cementerio. Eugene Delacroix
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