Quizá la lucha entre el dios del sol y el dios del viento sea un tema frecuente en los cuentos y en las historias mitológicas, es decir, la lucha entre lo establecido y los cambios que traen los vientos, que pueden ser favorables, o no. El cuento de la Bella Durmiente tiene muchas versiones, siendo la más antigua conocida, de la que se supone proceden las demás, «Sol, Luna y Talía» del italiano Giambattista Basile, de 1634, aunque se conocen otros precedentes del siglo XIV. Se trata de una historia geocéntrica y su argumento difiere en los detalles de las versiones más modernas.
Un rey tuvo una hija y los adivinos del reino advierten de una maldición a causa de una espina de lino o cáñamo. Talía se hace mayor y un día ve a una anciana con una rueca y un huso delante del castillo, por lo que, intrigada por el objeto, se clava una espina de lino en la uña y cae muerta, o dormida, al instante. El padre, desconsolado, deja a su hija sentada en un sillón de terciopelo, en una habitación del castillo, cierra todas las puertas y se va para siempre. Pasado el tiempo, un rey cazaba en el bosque con un halcón que se escapa y entra en el castillo. El rey abre las puertas del palacio y encuentra a la joven dormida. Entonces la lleva a una cama y la viola, dejándola embarazada. Nueve meses después da a luz a un par de gemelos, Luna y Sol. Dos hadas cuidan de los niños hasta que, al buscar los niños el pecho de la madre y no encontrarlo, le chuparán el dedo, extrayendo la espina fatal que mantenía a la madre dormida. Al despertar comienza una nueva vida con sus hijos.
Talía representa a las «Horas» de la mitología, que simbolizan el orden natural, las estaciones, el paso del tiempo y son diosas que suelen acompañar al dios del sol, Helios. La anciana con la rueca representa a las Moiras, las diosas del destino. En el cuento, el movimiento del hilo o la rueda es un viento que trae una espina que se clava en la uña de la joven, o podríamos decir que se clava en la media luna de la uña. Podría simbolizar una violación o un encuentro sexual accidental y anónimo, sin poder determinar o identificar al causante de un futuro embarazo que se va a producir, pero que es interrumpido al detenerse el tiempo. Se entendería que es un embarazo no confesable, que no puede salir a la luz. La mujer queda muerta o dormida hasta que aparece un rey, que viola a la joven y la deja embarazada. El halcón indica el momento en que comienza el ascenso o el camino hasta el nacimiento de la luna, que da paso al nacimiento del sol. Luna y Sol son gemelos hijos de la misma madre, puesto que no pueden existir el uno sin el otro, pero diferente padre, puesto que uno pertenece a la noche y el otro al día.

El rey violador regresa al castillo y encuentra a Talía y a sus hijos, prometiendo llevarles con él a su propio castillo. La esposa del rey quiere matarlos y servirlos cocinados a su marido, el rey. Finalmente se salvan y el rey ordena matar a su esposa. Podría ser que el rey sea un gran viento que puede engullir a la tierra a la luna y al sol, haciendo perder el orden natural, las horas y el orden establecido, como un tornado o vendaval. Después, la reina intenta que mueran quemados, pero finalmente ella misma muere en el fuego. La esposa del rey representa al dragón o la serpiente que se come al sol, pero no la serpiente que es el camino del sol sino la serpiente que intenta evitar que el sol salga, contra la que el rey, como el faraón, tiene que luchar y que representa el caos y las tinieblas.
El triunfo sobre el caos asegura el orden natural y la fertilidad de la tierra, que es representada por Talía. La historia cuenta que cuando la reina iba a quemar a Talía, es engañada por la joven al ofrecerle las perlas de su vestido. Podría significar el paso de las estaciones, las fases de la luna o el paso del tiempo hasta la primavera, consiguiendo parar el caos y a la destrucción con el nacimiento de la primavera, que implica el fin del invierno o del caos, representado por la madre, que representa su pasado o un retroceso, o una vuelta atrás, o la esposa del rey, a la que se describe como infértil e incapaz de darle hijos.

Thalia es la diosa de la comedia, en la mitología griega, pero también de la poesía bucólica. Se le atribuye la invención de la agricultura y la botánica. Puede ser que tuviera relación con los festivales de primavera. La versión más antigua de la Bella Durmiente se relaciona con las estaciones, la luna y el sol. La misma Bella Durmiente representa a la tierra dormida, correspondiendo a la visión cíclica del tiempo. El mundo subterráneo estaría representado por la madre y el caldero. En la siguiente versión del francés Charles Perrault, de 1697, los hijos de la princesa se llaman Aurora y Día, sin que se conozca a la princesa por su nombre. El lugar del sufrimiento es el caldero, en todas las historias, que sería equivalente a la noche o al invierno y donde se intenta cocinar a la princesa y a sus hijos. Esta especie de sacrificio se evita al sustituir a los protagonistas por carne de res, lo que sirve para engañar a la madre o esposa que quiere impedir la fertilidad de la tierra. La carne cocinada de las víctimas sería un símbolo de muerte, puesto que en los sacrificios se daba mucha importancia a la sangre, como símbolo de vida o resurrección.
Al no conseguir cocinar a la princesa y a sus hijos, la madre o esposa intenta quemarlos en una hoguera, en la versión más antigua. En la versión de Charles Perrault, la madre intenta arrojarles a una olla o caldero lleno de alimañas, ranas y serpientes. Finalmente es la madre o esposa del rey la que muere en la hoguera o cae en el caldero, muriendo también. Otro personaje, más bien secundario, que aparece en estas historias, es el secretario o cocinero de la reina, que se convierten en aliados de la princesa al engañar a la reina, cocinando carne de res. Al final son recompensados. Quizá corresponden al papel o actuación de un sacerdote que sacrifica a las víctimas, siendo, en muchos relatos, sustituidas por un ciervo u otro animal, muchas veces por intervención de los dioses o mediante un engaño. En la historia la madre o esposa se convierte en la víctima del sacrificio, al caer en el caldero. Se podría interpretar que la madre o esposa representa el invierno, por la infertilidad de la tierra y que, al caer en el caldero, significa que la infertilidad de la tierra es eliminada por la primavera.
Por contraste, en la mitología griega, Pélope, que dio nombre al Peloponeso, fue sacrificado por su padre, Tántalo, dando a comer a los dioses su cuerpo cocinado, como una ofrenda. Los dioses se percataron del engaño y Zeus mando traer de vuelta el alma de Pélope desde el Hades. Luego los dioses reconstruyeron su cuerpo poniendo los trozos en un caldero y lo unieron nuevamente con su alma, siendo resucitado por Cloto, una de la Moiras, que le devolvió a la vida.
Los elementos que aparecen en el cuento coinciden con los atributos del dios celta Taranis, uno de los dioses mayores de la mitología celta que, junto a Teutatis y Esus forman la triada de dioses de la noche. Según el poeta romano Marco Anneo Lucano, eran dioses sedientos de sangre, siendo el fuego el protagonista en los sacrificios a Taranis, aunque previamente se cortaba la cabeza para quemar el cuerpo: «antes era habitualmente aplacado con cabezas humanas, pero actualmente se contenta con ganado…» El ahogamiento se asocia a los sacrificios al dios Toutatis y el colgamiento en un árbol a los dedicados al dios Esus. Los sacrificios humanos en el mundo romano fueron prohibidos por el emperador Tiberio entre el año 13 y 17 de nuestra era.

Teniendo en cuenta que la riqueza de los galos o pueblos celtas no se basaba en la agricultura o en la explotación de materias primas, sino más bien en el comercio, posiblemente una fuente de riqueza importante fueran los esclavos que necesitaban los imperios, mano de obra y soldados para los ejércitos, por ello, las divinidades principales no están asociadas a la agricultura o ganadería. El excedente de población o los prisioneros de guerra podían ser demandados en otras latitudes. Viendo la expansión de los vikingos entre el siglo VIII y XI, abarca todas las costas desde el Mediterráneo al mar del Norte, mar de Noruega, para entrar en Rusia, bajando hacia el mar Caspio por el río Volga y mar Negro, para salir desde allí de nuevo al Mediterráneo; quizá, los símbolos celtas de tres esquinas, o de cuatro, representen la devanadera que es la pieza que falta, junto a la rueca y al huso, que parece sostener el dios Taranis, y que simbolizaría una mezcla de gente de diferentes procedencias, que después se enviaba a diferentes destinos. Una idea similar estaría representada por el dios Cupido que lanza flechas, como un vientecillo, y que es hijo de Venus, diosa de la fertilidad y Marte, dios de la guerra. Es equivalente a Eros y el nombre significa «deseo», que es acompañante de Afrodita, la diosa que aviva el fuego de los hombres por las mujeres o de los hombres por los hombres.

La separación de la cabeza del cuerpo también podría tener que ver, simbólicamente, con la separación de la «razón», puesto que el deseo del cuerpo no tendría que ver con la «cabeza». Los sacrificios dedicados a Teutatis y a Esus insisten en la separación del cuerpo y la cabeza. Las víctimas son ahogadas metiendo su cabeza en cerveza. Teutatis es un dios de la tribu, que representa el orden de la comunidad. Esus es representado como un leñador cortando ramas de un árbol. Las víctimas son ahorcados colgados de un árbol.
En la mitología romana las Parcas se dedicaban a hilar el hilo que representaba el destino de las personas. En la mitología griega son equivalentes a las Moiras, que controlaban el hilo de la vida desde el nacimiento hasta la muerte. En la mitología nórdica son las Nornas, las diosas del pasado, presente y futuro, es decir, lo que ha sucedido, lo que está sucediendo y lo que tiene que suceder. La vida de cada persona es un hilo en su telar y la longitud de cada cuerda representa la duración de la vida. Las Nornas viven en las raíces del árbol del mundo, el «Devenir» en el centro del Cosmos, donde tejen los tapices de los destinos y riegan el árbol con las aguas del pozo de Urd, es decir, de los sucesos del pasado, lo que ha acontecido. Es posible que la palabra «urdimbre» proceda de «urd» , aunque también «urbs», que es ciudad, en latín, podría entenderse como un entramado, en este caso de calles o gentes. «Ur» significa ciudad desde tiempos remotos, en la antigua Mesopotamia.

El cuento de la Bella Durmiente también puede tener relación con la historia de San Jorge y la princesa. En esta historia se realiza un desdoblamiento de la princesa o mujer como ser virtuoso o espiritual y el dragón como ser que tiene impulsos pecaminosos. La lanza que se clava en la serpiente o dragón es similar a la espina que se clava en el dedo de la Bella Durmiente. San Jorge lleva una armadura como un guerrero o soldado por lo que puede significar que el fruto de un encuentro pecaminoso, es decir, un embarazo, podría ser purificado al entregar el niño a Dios, en el mundo cristiano de la Edad Media. San Jorge era un mártir natural de Capadocia que fue decapitado, uniéndose en el martirio de Jorge, una princesa y una sacerdotisa pagana. A partir del siglo IX se hizo muy popular su leyenda como vencedor de un dragón, coincidiendo con las Cruzadas. Así pues, habría que interpretarlo como que su cabeza prefería unirse a una princesa cristiana y su cuerpo, a una sacerdotisa pagana.
En la mitología griega Ifigenia era hija del rey Agamenón y de su esposa, la reina Clitemnestra. Debido a una ofensa a la diosa Artemisa por Agamenón, quien mató un ciervo en la arboleda sagrada, sus barcos quedaron inmovilizados al detener la diosa los vientos en Áulide, donde existía un templo dedicado a Artemisa, cuando viajaba a la guerra de Troya. Un adivino reveló que la única forma de apaciguar a Artemisa era sacrificar a su hija Ifigenia. Hay diferentes versiones, pero la más aceptada es que la diosa sustituyó a Ifigenia por una cierva o corza en el momento del sacrificio y que la transportó a Táurica, en Crimea, donde se convirtió en su sacerdotisa. Su misión allí era sacrificar a los extranjeros como ofrendas a la diosa.

La historia podría tener que ver con relaciones comerciales, puesto que en Crimea existieron colonias griegas desde una época muy temprana, extendiéndose después por todo el mar Negro, el Ponto Euxino de los griegos. De hecho, Crimea, conocida como Tauris, habitada por los tauros, suministraba trigo a Atenas, siendo el corte del suministro la causa de la caída de Atenas frente a Esparta en el siglo IV a.C. La historia de Ifigenia continua con la llegada de su hermano Orestes, debiendo ser sacrificado como ofrenda, sin embargo, ambos hermanos se reconocen y deciden volver a Grecia, cumpliendo el mandato de Apolo de llevar la estatua de Artemisa al templo en Braurón, en el Ática, región histórica en torno a Atenas. La estatua de Artemisa sería un leño de madera que representaba a la diosa. En época arcaica se empieza a dar a estos leños una forma humana, pero conservando la forma cilíndrica que recuerda al tronco de un árbol.

Polixena, cuyo nombre puede significar «generadora o nacimiento de ciudad» puede representar una ciudad satélite de Troya, que no estaba integrada en la «comunidad económica griega» y el rapto de Helena puede simbolizar la apropiación de algún monopolio comercial de los griegos o la adhesión de una ciudad o región que antes era aliada de los griegos. Otra princesa troyana, Casandra, rechazó al mismo dios Apolo, es decir, una ciudad que rechazó integrarse en el mundo griego aceptando sus leyes. Helesponto es el nombre griego del estrecho de los Dardanelos, «donde hay que dar para que te den», según el nombre, que separa Europa de Asia y comunica el mar Egeo con el mar de Mármara, «de mar a mar», según el nombre, que da entrada al mar Negro. Es evidente que esta zona era muy importante estratégicamente para los griegos. El nombre de «Helena» tendría el significado de frontera, indicando el lugar donde empieza el territorio de los helenos o griegos. Habría que entender que la ciudad de Troya, «donde sale el toro» según el nombre, era ese lugar y había ocupado territorio griego o, quizá, que la ciudad había traicionado a los griegos, pasándose a los enemigos «bárbaros».
En cuanto a la historia del Minotauro, no sería extraño que igual que los griegos se extendieron por el mar Negro, los pueblos de este origen se extendieran o navegaran por el Mediterráneo, o incluso que llegaran a establecer ciudades, por ejemplo en Creta. El Minotauro muere a manos del ateniense Teseo, que quería liberar a su ciudad del pago de tributos a Creta, que consistía, según la historia, en el envío cada año de catorce jóvenes, siete doncellas y siete muchachos, con la finalidad de alimentar al monstruo, que se alimentaba de carne humana. Podría significar el precio que Atenas tenía que pagar por el trigo y que posiblemente ocasionaba un daño en su economía, posiblemente obtenía trigo a cambio de esclavos. Puede ser que simbolice que dejó de pagar con esclavos y que empezó a pagar con su moneda, lo cual sería más ventajoso para Atenas. Se podría suponer que Teseo habría terminado con la tradición del trueque de los tauros asentados en Creta, algo que también practicaban los egipcios, y habría impuesto su moneda en los intercambios comerciales. La moneda podría ser una de las aportaciones más importantes de los griegos, que se sentían unidos, a pesar de estar divididos y dispersos en ciudades-estado, por unas bases sociales, económicas y comerciales, como el uso de la moneda, frente a los imperios y otros pueblos considerados «barbaros» por los griegos.
Los tauros fueron una amenaza para los griegos en el mar Negro, al dedicarse a la piratería, desde su ciudad base, llamada Símbolo, en griego, la actual Balaklava, cerca de Sebastopol. Fueron descritos como «viviendo de la guerra y el saqueo», y eran conocidos por los sacrificios humanos. Según cuenta Herodoto, el sacrificio consistía en golpear la cabeza con un garrote, separándola después del cuerpo, que era enterrado o arrojado por los acantilados. Por último clavaban la cabeza en una cruz. Los prisioneros de guerra eran sacrificados y la cabeza era puesta en un palo alto y situada en sus casas «para que la casa entera pudiera estar bajo su protección». Una costumbre similar se atribuye a los pueblos celtas de la Galia.
La historia de Teseo cuenta que, después de matar al Minotauro, huyó con Ariadna, hermana del Minotauro. Según la versión de Homero, Artemisa mató a Ariadna, debido a una acusación del dios Dionisio. Según el poeta Hesiodo, Teseo abandonó a Ariadna en la isla de Naxos y Dioniso se casó con ella. La interpretación de la primera versión podría ser que se creó una nueva ciudad que no prosperó. Los griegos consideraban a los barbaros demasiado aficionados a la bebida o a sus costumbres y que no se integraron en el mundo griego. La segunda versión parece acusarles también del vicio de la bebida, aunque en este caso parece que se integran en el mundo griego al adoptar el culto a Dioniso, ya que el panteón griego tenía dioses para todos los gustos.

Artemisa y Apolo son hermanos gemelos, siendo identificados con la luna y el sol respectivamente. Apolo era un dios con arco y flechas que se identifica con la luz de la verdad, las artes, de las plagas y enfermedades pero también de la curación y protección contra las fuerzas malignas. Se asocia a la purificación de los pecados y era el dios de las leyes, la religión y las constituciones de las ciudades. Artemisa suele ser representada como una diosa cazadora portadora de arco y flechas. En época arcaica se alude a ella como la diosa del terreno virgen y señora de los animales, los nacimientos, la virginidad y las doncellas, aliviando las enfermedades de las mujeres. Se identificó con la luna y como diosa protectora de los partos. El ciervo y el ciprés le estaban consagrados. Al ser los griegos pueblos que se dedicaban al comercio y la navegación estos dioses no representan los ciclos de las estaciones asociados a la agricultura, sino que representarían la expansión de las colonias griegas y el nacimiento de las nuevas ciudades.
Apolo y Artemisa lanzan sus flechas y muchas se pierden al caer en territorios que no pueden fructificar, mientras que, en otros, se da el nacimiento de una nueva ciudad, a la hora de la verdad. Apolo representa el embarazo y el nacimiento y Artemisa, los intentos, que llevan a un embarazo y al nacimiento, superando las dificultades. Quizá por ello, ella misma es una diosa virgen, puesto que el logro del embarazo y el nacimiento se identifican con Apolo.
Helena se llamaba la madre del emperador Constantino I (272-337 d.C.), siendo su origen de nacimiento la región de Anatolia, al norte de la actual Turquía. Constantino nació en Moesia, región de la actual Serbia. El edicto de tolerancia de Serdica, actual Sofía en Bulgaria, del emperador Galerio del 311, puso fin a la represión de los cristianos en el Imperio romano decretada por Diocleciano, confirmado por el edicto de Milán de Constantino de 313, por el que además se restituyen sus bienes. Se dice que Constantino se convirtió al cristianismo, pero esto no sería posible, puesto que se trata de un emperador romano, que ostenta el poder político y religioso de forma conjunta, como pontifex maximus, siendo divinizado después de muerto. Otra cosa serían las simpatías personales o que hubiera cristianos en su entorno cercano, pero no podía convertirse al cristianismo de ninguna manera, puesto que hubiera supuesto modificar la estructura del Estado.
Esta modificación, la separación del poder político del religioso, adoptando el cristianismo como religión oficial, que hasta entonces ostentaba el emperador, se hace con el emperador Teodosio, el último emperador que gobernó todo el Imperio Romano, hasta su muerte, en 394 d.C., cuando la administración del Imperio se divide en dos partes, occidental y oriental. A esas alturas del siglo IV, la religión romana iba siendo sustituida por otras creencias y corrientes religiosas, aunque se mantuviera a nivel oficial de forma simbólica, perdiendo la conexión con el contexto social y político.
Lo cierto es que Roma era una ciudad en decadencia, al igual que toda la parte occidental del Imperio, debido a la enorme inflación, la corrupción y los gastos militares. Es posible que Constantino entregara bienes o antiguos templos a los cristianos, al estar la ciudad arruinada y no haber dinero para mantenerlos. Constantino convirtió a Constantinopla, la antigua ciudad griega de Bizancio, en la capital de la parte oriental del Imperio, por su posición estratégica, siendo la ciudad más rica del Imperio, por su importancia comercial. La segunda ciudad en importancia y riqueza, en disputa con la primera, fue Alejandría, en Egipto. En la parte oriental del imperio el idioma oficial era el griego, que se hablaba en el Mediterráneo oriental y en Asia menor.
La inflación fue la causa principal de la decadencia de Occidente porque no podía hacer frente al nivel de precios de la parte oriental. Como consecuencia Occidente se vació de población y recursos que se exportaban a la parte oriental, teniendo como resultado que la población se estructurara en torno a grandes propietarios rurales, que podían mantener pequeños ejércitos para defender sus tierras, junto a la despoblación de las ciudades. No hubo más remedio que dar libertad a los esclavos, para convertirlos en libertos que podían decidir trabajar las tierras a cambio de protección y una parte de la producción, de forma muy similar a la servidumbre medieval, puesto que por los esclavos se pagaba un precio mucho más alto en la parte oriental.
En esa decadencia también hubo cambios en la religión romana, puesto que en el siglo III se sustituye el culto a Júpiter como deidad principal por el dios del sol, Helios, el «Sol invictus» con el que se identificaba también al emperador. Después el cristianismo también identificará a Jesucristo con ese «Sol invictus«. El culto al sol se podría entender como un deseo de estabilidad y de expresar simbólicamente un orden inmutable representado por el emperador, que en la práctica no tenía, puesto que la época se caracteriza por la decadencia y la inestabilidad. El dios del sol, como en Egipto, representaba la estabilidad frente a los cambios del dios del viento y las tormentas. Júpiter, al igual que los dioses bárbaros, representaba el cambio y el movimiento, más acorde con los tiempos de la expansión del Imperio Romano. Cuando el cristianismo se convierte en religión oficial, el sol invictus representa la estabilidad y el orden que se quiere inmutable.

También el cristianismo evoluciona desde los primeros siglos. De hecho, la iconografia o los motivos que se representan en lo que se ha llamado «arte paleocristiano«, pueden reconocerse en parte, pero no se sabe el significado de muchas de estas representaciones, al igual que se conoce muy poco el contexto cultural y social. Las fronteras del Imperio eran muy extensas, desde Britania hasta la frontera con la actual Irán. Las legiones se desplazaban de un extremo a otro, por lo que la circulación de ideas y corrientes religiosas abarcaba todo ese territorio. El cristianismo se dividía en diferentes ramas, por lo que Constantino hizo que se reuniera el primer concilio de Nicea, para concretar con quien se identificaba la parte a la que se iban a devolver, ceder bienes o establecer acuerdos, que para algo estaba el derecho romano. Igualmente, también el emperador Teodosio obligó a que se reuniera de nuevo el concilio de Constantinopla, en 381, para definir el culto de la nueva religión oficial.

La parte occidental del Imperio evoluciona hacia una autosuficiencia, basada en la exportación de materias primas y productos agrícolas a Oriente, al tiempo que se autoabastece en una economía rural, de población escasa, abandonando las ciudades y su costoso mantenimiento. La parte oriental empezó a resentirse de la interrupción del mercado de esclavos procedentes de Occidente, algo muy necesario para sus ejércitos, que debían defender las extensas fronteras. Los godos, al norte del mar negro, amenazaban a la capital, Constantinopla. En 378, el enfrentamiento se saldo con la derrota del ejercito del Imperio y la muerte del propio emperador Flavio Julio Valente, cuyo ejército fue aniquilado en Adrianópolis. Teodosio tuvo que reestructurar un ejército muy disminuido en número, abandonando el sistema de legiones. Finalmente los godos se desplazan a Occidente y se produce la caída de Roma en 410.
En realidad, lo que se ha llamado la «caída del Imperio romano de Occidente«, fue enormemente beneficioso para la parte oriental, puesto que los godos, su principal amenaza, desaparecieron de sus fronteras para ocupar la parte occidental. Además los godos en Occidente restablecieron el comercio de esclavos con Oriente, puesto que la población aumentó con la llegada de los pueblos bárbaros, siendo además una fuente de ingresos consecuencia de las guerras e invasiones. De hecho, con el reinado de Justiniano I (482-565), se dice que revivió la antigua grandeza del Imperio romano, reconquistando extensos territorios de Occidente, incluyendo el sur de la península ibérica.
En cuanto a la expansión del cristianismo entre los pueblos bárbaros no resultó tan sencillo, puesto que el cristianismo tenía su origen en el Mediterráneo oriental, en Egipto, Siria y Palestina, donde las divinidades más importantes estaban relacionadas con el sol y la agricultura, y representaban la inmutabilidad de un universo cerrado y eterno, donde podría aceptarse que dios era tres personas al mismo tiempo. El arrianismo, al entender un universo cambiante y en movimiento, intentó explicar durante algunos siglos que el ser era uno, con diferentes interpretaciones y que, por tanto, o se era dios o se era hombre, pero no las dos cosas a la vez.
El cristianismo se convirtió en religión oficial, lo que motivó la necesidad de definición de las creencias y del culto. Anteriormente, el emperador reunía el poder político y religioso, siendo su persona la garantía de unidad del Imperio. Todos los dioses eran aceptados o integrados en la religión del Imperio. El monoteísmo en el judaísmo, no permitía la asimilación dentro de la religión romana, al ser un dios único. El cristianismo recurre al desdoblamiento, convirtiendo a Dios en una trinidad. Al convertirse en religión oficial se produjo un hecho desconocido en el Imperio romano, que fue la ejecución por herejía, al no aceptarse las desviaciones más allá de la doctrina oficial. El caso más conocido fue la condena a muerte de Prisciliano, en 385. El arrianismo se extendió por los reinos barbaros de Occidente, Roma incluida, en contraste con el cristianismo oficial de Constantinopla, hasta el siglo VII.

Constantino fue nombrado cesar de la Galia, Britania e Hispania en 306, durante la segunda tetrarquía (305-312). Tras todas aquellas rebeliones en diferentes zonas del Imperio y luchas entre facciones, Constantino fue nombrado emperador único en 324, tras derrotar a Licinio, habiendo derrotado antes a Majencio. Como gobernador de la Galia estableció su residencia en Tréveris, ciudad que renovó y reconstruyó y que fue llamada la «segunda Roma«. La plebe de Roma y la guardia pretoriana eran contrarios a Constantino, mientras que los cristianos serían una de las facciones que lo apoyaban. Los romanos veían con desconfianza a Constantino porque fortaleció las rutas comerciales del norte, cuyo centro era Tréveris, en perjuicio de Roma. Roma estaba en decadencia también por la inseguridad de los mares y puertos. Habían pasado tres siglos desde que Pompeyo limpiara de piratas el Mediterráneo.
Quizá la historia de Santa Helena y la cruz se sitúe en un contexto de llegada de comerciantes o inversores a Roma procedentes de la parte oriental del Imperio y simbolice esos cambios, las nuevas relaciones o situaciones.

En 324 funda Constantinopla como la ciudad más importante del Imperio, la «nueva Roma«, punto de llegada a Oriente de la ruta desde Britania al mar Negro, pasando por Tréveris. Hay que tener en cuenta que el Rin y sus afluentes eran navegables, como lo era también el Danubio, que desembocaba en el mar Negro. Una consecuencia de trasladar las rutas comerciales al norte sería el crecimiento económico y demográfico de los pueblos germánicos. En cuanto a los pueblos bárbaros que invadieron occidente en el siglo V, fueron formando reinos en el territorio europeo. Aunque fueran arrianos de confesión, seguían dependiendo económicamente de Constantinopla. No tanto por la producción agrícola de subsistencia sino por el oro, o la moneda, que servía para pagar ejércitos.
Prisciliano murió en Tréveris, ejecutado por Magno Máximo, emperador de la parte occidental del Imperio y coemperador de Teodosio y Valentiniano II. Los francos no eran pueblos bárbaros llegados del Este de Europa, sino pueblos germánicos de la frontera del Imperio, que ocupaban el territorio en torno a la ruta comercial entre Britania y Constantinopla. El mismo nombre de «francos» haría referencia al comercio, privilegios y ventajas fiscales. En la actualidad «franco» sigue teniendo este mismo significado. Cuando los bizantinos son expulsados de Italia por los lombardos, éstos serían expulsados a su vez por los francos desde el norte, en 774, por Carlomagno. El ducado de Roma fue una división del exarcado bizantino de Rávena. Tras la derrota de los bizantinos ante los lombardos, el papa pidió ayuda a los francos, en la persona de Pipino el Breve, padre de Carlomagno.

Justiniano I quiso reconstruir el antiguo Imperio romano, controlando el Mediterráneo y todas sus vías de acceso desde el Este. Para restaurar el poder del Imperio tuvo que luchar contra los persas en Oriente y después expulsar a los ostrogodos de Italia, recuperar las costas de África, expulsando a los vándalos, e Hispania y el sur de la Galia, luchando contra los visigodos. El Imperio se extendió en Egipto, hasta el sur, controlando las costas del mar Rojo, frente a Arabia. Se cree que el cristianismo pudo llegar a Etiopía en este momento.
Una de las comunidades cristianas más antiguas se formó en Kerala (India). Legendariamente fue fundada por el apóstol Santo Tomás, que viajo por mar, cruzando el mar Eritreo, encontrándose con el rey Gondofares, en el norte de la India. Este nombre fue traducido al armenio como Gastaphar, por lo que se ha especulado su identificación con Gaspar, el rey mago de la tradición cristiana. Otra rama del cristianismo, la iglesia del Oriente, llegó a integrarse en el Imperio persa, con la condición de distanciarse del Imperio romano.
La iglesia oficial del Imperio romano se basó en la pentarquía, que hace referencia a la autoridad de los obispos de las cinco sedes episcopales, llamados patriarcas, idea que se expresa en las leyes del emperador Justiniano I. La influencia del neoplatonismo de Plotino (Egipto, 205-270) aportó una forma de argumentación teórica al cristianismo, admitiendo que el ser podía ser uno y tener al mismo tiempo tres sustancias subyacentes en oposición a su esencia común.
El concilio de Calcedonia de 451 establece la naturaleza divina y humana de Jesucristo, segunda persona de la Santisima Trinidad. Se produjo un cisma entre el cristianismo calcedoniano, que permaneció en las sedes de Roma y Constantinopla y el cristianismo no calcedoniano, que dividió a los patriarcados de Antioquía, Alejandría y Jerusalén. Para los no calcedonianos, la naturaleza era una, sin separación.
Al bloquear el acceso al Mediterráneo desde el Este, se puede deducir que los territorios de Oriente medio se vieron perjudicados en sus actividades comerciales por los bizantinos. Los persas, o sasánidas, llegaron a invadir Egipto. Más adelante, en los siglos VII y VIII, la expansión del Islam, desde Arabia, incorpora rápidamente Mesopotamia, Persia, Siria, Palestina y Egipto, siguiendo por el norte de África hasta la península ibérica. No se trató solo de conquistas, puesto que estos territorios habían sufrido las invasiones bárbaras y después habían sido sometidos por los bizantinos, quienes impusieron fuertes exigencias políticas, económicas y religiosas. Muchas veces se llegaba a acuerdos, estableciendo condiciones más ventajosas para el territorio. El estrecho de Gibraltar era un lugar estratégico, puesto que permitía a los navegantes, de todo tipo, el acceso al Atlántico y el mar del Norte e incluso la vuelta por los ríos navegables, como el Volga.



Foto destacada: Bella durmiente. Escultura de Louis Sussman Hellborn, 1880. Berlín. Wikipedia
Deje su comentario