Hemos encontrado este artículo «Leyendas de moros y tesoros en el Bierzo» de Tomás Mañanes y José Luis Alonso Ponga, que no solo puede aportar algo interesante al enigma de la fuente de las Cabachuelas, sino que además podemos conocer otras leyendas del Bierzo.

Cuevas, fuentes, moros y tesoros son elementos habituales en las leyendas. Los moros a los que aluden las leyendas no siempre son moros, sino personajes legendarios. Es una denominación general para gentes sin identificar,  en un espacio o tiempo concreto. Nuestra palabra castellana «morar» conserva ese sentido de habitar, de vivir en un lugar y no tiene que ver con el significado de moro. Hay que tener en cuenta que la Edad Media son muchos siglos y el significado de las palabras cambia o se  hace más habitual su empleo en un sentido o en otro.

Los tesoros en las leyendas parecen dar una motivación para la búsqueda, con la promesa de una riqueza. pero incluso hoy en día la riqueza puede tener muchos significados, como lo tiene la palabra tesoro. Lo mismo ocurre con las fuentes y las cuevas.

Las cuevas son esos caminos, accesos, vías de comunicación secretas y relaciones ocultas. En relación con este sentido de las cuevas y túneles, en nuestra reciente visita al pueblo de Vegas de Matute, nos contaron una leyenda. Se dice que un gallo desapareció en una cueva que hay junto a la ermita de la Virgen de Matute, patrona del pueblo y que volvió a aparecer sin que se sepa cómo en la ermita del Cristo del Caloco, en el vecino pueblo de  El Espinar.

Como historiadores deberíamos acercarnos a las fuentes, porque es en esos lugares donde surge la verdad, como si fuera un tesoro, aunque tengamos la seguridad de que no podemos explorar todas las ramificaciones y caminos intrincados.

 

La verdad

      Foto:Asociación cultural Ecobierzo

Fragmento de «Leyendas de moros y tesoros del Bierzo» por T. Mañanes y J.L. Alonso Ponga. Revista de Folklore. Fundación Joaquín Díaz, 1981

En la comarca del Bierzo, conocemos la existencia de cuevas de moros en: Barjas, en el lugar conocido como «A Cova» y «A Cova das gallas»; en Moldes en «La Peña», en Salas de los Barrios en «Matocalero»; en Ocero «El Reguerón»; en Villar del Acero «La Bramuda»; en Villar de las Traviesas «Cimadevilla»; en Castropodame «La cueva del moro»; en Salientes «La cueva la mora».

Los moros que viven en estas cuevas siguen haciendo su vida normal, o por lo menos la seguían haciendo hasta la época de la industrialización, que ha dado al traste con la mayoría de estas leyendas (3). Así en Villar de las Traviesas los moros que habitaban la cueva, iban a lavar la ropa al «arroyo San Lázaro», los de Salientes lo hacían en una cascada que hay debajo de la cueva, en Turienzo Castañero «las moras salían para que una pastora les peinase e iban a lavar al prau dominguín».

Estos pobladores legendarios se comunicaban entre sí por medio de cuevas de varios kilómetros de largas; ya que su estado de encantamiento no les permite entrar en contacto con todas las personas, se ocultan de la gente y solo se muestran en ocasiones excepcionales. En Castropodame, «La cueva del moro», va a salir a Astorga, e igual ocurre con la de Villar de las Traviesas, que sirve para poner en comunicación entre sí varios poblados moros.

En todas estas cuevas citadas, no se ha encontrado ningún vestigio de habitación humana, lo cual nos hace pensar que éstas, al menos en casos como los que tratamos, forman parte de todo ese folklore que tanto abunda en toda la geografía española. Desde siempre, el hombre ha creído ver en las cuevas y oquedades de las rocas, en los bosques, y demás elementos naturales llamativos, lugares propicios para la habitación de una serie de seres míticos, como son: enanos, gigantes, dragones, serpientes, etc., por eso, a nuestro juicio, en la cultura que estamos analizando, cuando los moros han pasado de ser hombres de carne y hueso para convertirse en personajes quasi-mitológicos, la imaginación popular les hace habitar aquí.

Las fuentes son otro elemento cultural estereotipado que podemos analizar en el mismo sentido que las cuevas. En Lillo, existe una fuente conocida con el nombre de «Fuente de la mora»; éste es uno de los pocos topónimos que hay en el Bierzo, aplicado y relacionado a los moros con los manantiales, sin embargo, en nuestro trabajo de recogida de datos por toda la provincia, hemos encontrado varias fuentes que llevan estos nombres, y normalmente son famosas porque sus aguas son abundantes y buenas. Cuando preguntamos el porqué del nombre de la fuente, la gente contesta que se llama así, «porque allí iban a beber agua esos señores»; algo así como si ellos mismos le hubiesen dado el nombre y sus buenas cualidades. En los pueblos leoneses de Tierra de Campos, conocemos dos fuentes que llevan el nombre de santos: S. Miguel y S. Gregorio; estas dos fuentes están situadas cerca de dos yacimientos arqueológicos medievales, que se conocen en los pueblos de alrededor como antiguas ermitas; pues bien, en los dos se da la misma leyenda: «El santo vivía en la ermita (actual yacimiento arqueológico) e iba a coger el agua a la fuente, por eso ésta lleva el nombre del Santo, y por eso el agua de esta fuente es muy buena». Este ejemplo es a nuestro juicio, ilustrativo de cómo, sobre fundamentos reales, se tejen las leyendas en los ambientes populares. Vemos cómo en estos casos los santos y en los anteriores los moros, actúan como númenes de las fuentes a las que comunican sus cualidades…

 

… Los tesoros ocultos: Raro es el pueblo en toda la geografía española que no cuenta entre sus leyendas alguna alusiva a un tesoro escondido que todos sus habitantes saben dónde está, pero que sin embargo nadie se decide a descubrir. Nosotros no vamos a hacer un estudio de lo que estas leyendas representan para el conjunto cultural de la humanidad, sino de qué manera se han materializado en una sociedad rural.

El origen de estas leyendas, a la luz de los ejemplos recogidos en el Bierzo, es doble, coincidiendo con la doble materialización de dicho tesoro: Unos tesoros son acumulación de monedas hasta formar una olla llena de oro, un arca, una bolsa, etc. Otros tesoros están materializados en animales, yugos, bolas, mantos de oro, etc.

Respecto al primer tipo de tesoros, consistente en la aparición de monedas, vamos a hacer unas consideraciones previas para esclarecer el origen de este tipo de leyendas:
-según la convicción popular, los «antiguos» guardaban sus dineros en sitios inverosímiles; algunos de estos tesoros se perdían para siempre por simple olvido o por desaparición del dueño.
-a veces, se han encontrado fortuitamente estos atesoramientos en algunos yacimientos arqueológicos, bien sea en forma de monedas, como los tesorillos romanos o medievales, o bien en forma de auténticos tesoros de joyas como es el caso de La Aliseda, Guarrazar, etc.
-en la mayoría de los yacimientos romanos aparece algún resto numismático, aunque solo sea «un pequeño bronce».

Pues bien, con estas bases que hemos puesto, y que son fidedignas y comprobables, con este aparecer monedas en poblados que en otros tiempos han estado habitados, el pueblo llano ha tejido otras leyendas de tesoros que normalmente están escondidos en todos los antiguos yacimientos arqueológicos y ruinas de edificios.

Los lugares a los que con más frecuencia van unidos los grandes tesoros son aquellas ruinas que el pueblo tiene como de palacios o conventos -aunque en realidad no sean ninguna de las dos cosas- porque en el subconsciente popular aún se sigue uniendo el concepto de «palacio» y «convento» con los lugares donde se ha acumulado desde siempre la riqueza.