En griego «mala» o «malo» hace referencia a algo blanco y redondo o lleno, por lo que puede ser la razón de que «malum» en latín signifique «manzana». La misma palabra en latín «malum» significa «el mal». «Maldito» significaría que es igual por todas sus caras o que no tiene lado bueno, podríamos entender. «Di» en griego es un prefijo que significa «dos» y «dittos» es «doble», «ambiguo» o de dos especies. Los romanos tenían una frase «ab ovo ad mala» que significa «del huevo a la fruta», queriendo decir «del principio al final» en las comidas. El huevo se representa en las pinturas medievales con un significado de «principio» y aparece en muchas tradiciones asociado a la Pascua, como símbolo del ciclo de muerte y resurrección.
En la mitología griega, Leda se queda embarazada de Zeus bajo la forma de un cisne y sus dos parejas de hijos e hijas gemelos nacerían de dos huevos, aunque en la pareja de gemelos uno era hijo de Zeus y el otro hijo de su marido, por lo que uno era mortal y el otro inmortal. Según cuenta la historia, Polux era inmortal pero convenció a Zeus para que otorgara este don a Cástor, su hermano mortal, por lo que ambos se alternaban en el Olimpo como dioses y en el Hades como mortales muertos. Zeus colocó a ambos en el cielo como estrellas de la constelación de Géminis.
La palabra «luna» en castellano y en latín, hace referencia a la luz posiblemente, puesto que «lux» es luz, en latín. Los hijos gemelos de Zeus, Apolo y Artemís, son la personificación de la luz, solar y lunar. Apolo acabaría siendo identificado con el dios Helios, que personificaba al sol o disco solar y Artemís con la diosa Selene que representaba a la luna. Helios es conocido como «Sol invictus», título que se atribuye a los emperadores romanos y también el el Cristianismo a la figura de Jesucristo, puesto que la fecha del veinticinco de diciembre, los romanos celebraban el nacimiento de Apolo en la fiesta del «Sol Invictus». El culto al «Sol Invictus» de los emperadores fue abolido por Teodosio en 399 d.C. y el «dies solis» fue renombrado como «dies dominicus». El halo con el que se representaba a Helios también se utiliza en la iconografía cristiana. Cristo resucitado es representado con un halo de luz cuya forma se asemeja a un huevo.
En La República de Platón, Helios se asocia a la idea del bien. Según Platón, «al igual que el ojo ve con más claridad cuando está bañado por la luz solar, también el entendimiento capta más nítidamente su objeto (ideas), a la luz de la idea del Bien. Esta proporciona la verdad a los objetos del conocimiento y la facultad de conocer al que conoce». Tendríamos que entender entonces que la verdad no estaría en las cosas, sino en las ideas, más allá de las apariencias. Las ideas son «objetos sobre las cuales brilla la verdad». La idea central de La República es la reflexión sobre qué es la justicia y cómo se expresa en el hombre. Platón propone la organización de la ciudad-estado ideal. Para que la ciudad sea justa debe estar diferenciada en tres clases sociales, con su función y lugar diferenciado en esta. La justicia consiste en que cada individuo cumpla con el rol asignado. Platón cuestiona el concepto de Democracia porque un hombre no puede hacer dos cosas a la vez. En la cúspide estaría un filósofo-rey y la clase dirigente, que serían guardianes filósofos; la posición intermedia estaría ocupada por la clase de los guerreros: La parte inferior corresponde a los trabajadores manuales y productores. En la práctica se trataría de dos clases sociales, siendo admitido que los guardianes mientan a sus enemigos y a los ciudadanos, para mantener su posición y en beneficio del Estado.
Para justificar esta idea, se refiere el mito del anillo de Giges, al que Platón contraargumenta que el injusto al final de su vida es desdichado. Según se cuenta, Giges era un pastor al servicio del rey de Lidia. Sobrevivió a un terremoto y se abrió la tierra en la que apacentaba el rebaño surgiendo una gran grieta. Descendió por la hendidura y encontró grandes maravillas, entre ellas un caballo de bronce hueco en cuyo interior había un cadáver que llevaba una sortija de oro en la mano. Al ponerse la sortija se dio cuenta de que al volver el engaste de cara de la sortija hacia la palma de la mano, el anillo tenía el poder de volverle invisible, y que cuando lo giraba de nuevo a su posición, volvía a ser visible. Al acudir a informar al rey, sedujo a la esposa y con su ayuda mató al soberano y se apoderó del reino. La conclusión es que nadie es justo de grado sino por fuerza y que el pastor, persuadido que la justicia no es buena para él personalmente, en cuanto cree que puede cometer una injusticia, la comete. La injusticia resulta más ventajosa personalmente que la justicia. Para Platón «es peor cometer una injusticia que padecerla» puesto que la injusticia destruye el alma. La cuestión que se nos plantea es que si se entiende la justicia como el orden inamovible y la división de la sociedad, entonces el injusto sería quien cambia el orden y pretende ocupar un lugar para el que no estaba destinado de antemano.
Los guardianes en la sociedad ideal formarían una comunidad de mujeres y de hijos educados por el Estado. Los mejores individuos no se mezclarían con la clase inferior y la procreación sería así mismo regulada por el Estado. Los guardianes se rigen por un régimen de comunismo integral, algo que no se aplica a la clase inferior. No se limita a los aspectos físicos, sino también a los intelectuales. La educación de los hijos tiene como fin hacerles llegar la verdad que se esconde bajo las falsas apariencias. Las mujeres y hombres procrearán, al margen de cualquier vínculo matrimonial, una nueva generación de guerreros y guardianes, libres de las querellas que ocasiona el dinero, los hijos y los familiares. El Estado se asegurará, como se hace con la cría de ganado, de que los mejores se relacionen entre sí y los inferiores con los inferiores. Se debe educar a los hijos de los primeros y no a los de los segundos, si se quiere que el rebaño no degenere. Los hijos de los mejores serán llevados al redil común y confiados para su cuidado a ayas, que habitarán en un lugar separado de la ciudad. De la educación de los hijos se encarga el Estado, desapareciendo cualquier relación con los padres.
Parece que el fin de la educación sería encasillar a los hijos e impedir su desarrollo personal, puesto que se les va a aislar de sus padres y familia, y serán iluminados con la «verdad» de la justicia. Recuerda al cuento del águila que se creía gallina. La historia cuenta que un huevo de águila acabó en un gallinero como consecuencia de un terremoto. El águila se crió con las gallinas creyéndose él mismo gallina, sin ser nunca capaz de emprender el vuelo y vivir como águila, para lo que estaba naturalmente capacitado. Esta historia representaría la idea del mundo de Platón, puesto que la idea es el objeto y no la materia. La ideas de Platón parecen ser muy actuales, puesto que lo real es la idea y no la materia, de ese modo el cuerpo es visto como una limitación o un impedimento para la idea o para el deseo de ser, que se convierte en lo real, porque lo que importa es el deseo de ser. En este caso el cuerpo pasaría a ser un enemigo o una enfermedad porque limita los deseos, cuando realmente el cuerpo es el que es.
También recuerda al cuento del «patito feo«, un polluelo de cisne en realidad, pero que no se da cuenta hasta que se hace mayor y ve su reflejo en el río, uniéndose a sus iguales. Su vida es desgraciada porque es rechazado por su madre y sus hermanos, pero logra superar sus desgracias, crecer y ser feliz con otros cisnes finalmente. El cuento podría haber sido de otra manera si el cisne no hubiera sido capaz de superar su trauma infantil y en lugar de aceptar ser un cisne y seguir su vida, hubiera querido seguir siendo un pato, empeñarse en volver con su madre y hermanos patos y querer hacer vida de pato. Esto significaría que su trauma le impedía convertirse en adulto, siendo lo que los demás valoraban que debía ser para ser aceptado como pato. El patito feo sería equivalente a un niño perdido, aunque no lo sabe, porque durante mucho tiempo pensó que era quien no era. La historia original nos ofrece una superación de las dificultades, porque conoce la realidad y es capaz de aceptarla.
Sin embargo, para Aristóteles (384-322 a.C.) la materia y la forma constituyen el ser, no siendo la idea algo separado de la materia, es decir, materia y forma constituyen la sustancia. Siendo la forma la que constituye la materia es, por tanto, su esencia. Toda sustancia tiende a una causa final dirigida por su naturaleza. Aristóteles trata de sintetizar la visión del mundo inmóvil con el cambio y el movimiento. El elemento cambiante serían las ideas. Teniendo en cuenta que el universo es geocéntrico y finito para todos los pensadores griegos, Aristóteles establece una causa y efecto como motivo del cambio y una causa y efecto final para el universo. Establece un primer motor inmóvil desde el borde del universo y una sustancia, el éter o quinto elemento, que da continuidad y une todas las cosas permitiendo la transmisión del movimiento a todas las esferas.
Para Aristóteles establecer un fin proporciona un orden y, puesto que la naturaleza tiene un fin según las formas y materias, también la sociedad tiene un fin y los hombres tienen una función que cumplir. El fin último es la felicidad, que consiste en que cada ser humano cumpla su función natural. Al igual que Platón, Aristóteles propone un mundo geocéntrico, cerrado y finito, estructurado y jerarquizado de forma inamovible, donde no existe el vacío. En esta visión del mundo desarrolla su teoría del cambio y del movimiento, basado en un esquema jerárquico y estructuras de causa-efecto, oposición de contrarios, dialéctica y lógica. En cuanto a la política y forma de organizar la sociedad sus ideas son similares a las de Platón. Excluyó de la ciudadanía a artesanos, comerciantes y mercaderes, además de mujeres y niños, mientras que los esclavos eran considerados una propiedad.
Si bien es cierto que Aristarco de Samos (310-230 a.C.) formuló una teoría heliocéntrica, sus postulados no tuvieron repercusión en la visión del mundo imperante, basada en Platón y Aristóteles, y se dejaron de lado sus teorías hasta el Renacimiento, en el campo de la Astronomía. En el mundo griego se suceden otras corrientes filosóficas, sin abandonar el geocentrismo y basándose en Platón y Aristóteles, siendo estoicismo, epicureismo y cinismo, las más conocidas, siendo sustituidas después, en importancia entre las élites romanas, por el neoplatonismo. En vez de ser filosofías generales, se centran en aspectos concretos de la personalidad y de la sociedad. Para el estoicismo no se pueden controlar los hechos porque el mundo natural opera según la ley de causa-efecto, pero sí se puede controlar lo que se piensa de ellos. Los estoicos pensaban que debían mantener una voluntad de acuerdo con la naturaleza.
El oráculo de Delfos era un recinto sagrado consagrado al dios Apolo, situado junto al monte Parnaso. Según la mitología, el Parnaso era el hogar de las musas, diosas menores del canto y la poesía, junto con las náyades de las fuentes. El santuario se construyó en un lugar llamado Pita, que se relaciona con el dragón o serpiente que vigilaba el santuario primitivo, nombre del que deriva «pitón» o «pitonisa», dado a las sacerdotisas. En Delfos se encuentra el Ónfalos, el ombligo del mundo para los griegos, es decir, el centro o lugar donde empezaría la creación del mundo. Según la mitología, es una piedra, dejada allí por Zeus, siendo la misma que fue tragada por Cronos en lugar del cuerpo de su hijo, Zeus, al nacer, y que tuvo que vomitar junto a sus otros hijos que se había tragado, obligado por Zeus.
El Ónfalo de Delfos es una piedra con forma de medio huevo que fue descubierta en el templo de Apolo, decorada en relieve con una red de bandas de lana. Zeus envió dos águilas cada una desde extremos opuestos del universo. Las aves se encontraron en Delfos, lugar donde fue colocado el ónfalo. En la mitología griega, Zeus decidió poner fin a la especie humana, enviando un diluvio por haber aceptado el fuego de Prometeo. Su hijo Deucalión y su esposa Pirra fueron los únicos supervivientes al construir una embarcación donde almacenaron todo lo necesario. El arca se posó en el monte Parnaso, donde estaba el oráculo. A la pregunta de qué debían hacer para repoblar la tierra, la respuesta de la diosa fue: «Vuélvanse hacia atrás y arrojen los huesos de su madre». Deucalión y Pirra adivinaron que el oráculo se refería a las rocas, por lo que las rocas arrojadas por Deucalión, se convirtieron en hombres y las rocas arrojadas por Pirra, en mujeres.
Según la mitología, el oráculo de Delfos perteneció a otros dioses antes de la llegada de Apolo. La fundación de su templo se produce cuando llega al monte Parnaso y mata con sus flechas a las serpientes que infestaban el lugar y al monstruo Pitón. Después Apolo se convierte en delfín, para guiar a los cretenses que se establecen en la ciudad. El oráculo de Amón en Egipto fue el más famoso de la Antigüedad, incluso entre los griegos, puesto que Alejandro Magno viajó hasta allí para ser reconocido «hijo de Amón». Los griegos identificaron a Amón con Zeus, por lo tanto Alejandro Magno se convertiría en hijo de Zeus. Amón era conocido con el sobrenombre de «el oculto». Simbolizaba el cielo azul y también se identificaba como Amón-Ra. Bien visto, el sol brilla pero oculta al mismo tiempo la parte del cielo que queda detrás. A veces se representaba como un hombre de piel azul. Es conocida la relación cultural y comercial de la isla de Creta con Egipto, por lo que se podría deducir una relación comercial de la presencia de los cretenses en Delfos.
Según la mitología egipcia, Apofis era una gran serpiente, una pitón podría ser, que devoraba el sol durante la noche hasta el amanecer. El faraón hería con sus flechas el cuerpo de la serpiente y su sangre teñía de rojo el atardecer. Se identificaba con un poder maligno al tiempo que necesario en el ciclo de muerte y resurrección. La cobra era una serpiente que se identificaba con el sol y con el faraón, que recibe el nombre de «oraeus» en griego. Se asocia al amanecer y al dios Horus por las alas de halcón. Los dioses y héroes griegos que matan serpientes y dragones parecen ser el antecedente de los santos representados en la Edad Media, como San Jorge o el arcángel San Miguel, que matan un dragón que representaría el pecado. La inspiración en los modelos de la Antigüedad clásica sirve para renovar la iconografía religiosa en el Renacimiento y los símbolos son sustituidos quizá, por mensajes subliminales.
En el Renacimiento, surgen cambios e innovaciones que se ven como un peligro para el orden establecido. El , intenta dejar estas ideas e innovaciones en el mundo de las ideas, evitando que pudieran modificar la realidad. Surgen utopías y se desarrolla la literatura y el arte pero no se modifica el orden jerárquico o las estructuras de la sociedad. Es conocida la historia del huevo de Brunelleschi, quien presenta una propuesta muy arriesgada para construir la cúpula de Santa Maria dei Fiore de Florencia, en 1419. Se trataba de una cúpula de mayores dimensiones de las construidas hasta entonces y por tanto, muy pesada. Como no podía desvelar sus secretos constructivos, propuso al jurado que construiría la cúpula quien fuese capaz de poner un huevo de pie sobre una mesa de mármol. Los arquitectos probaron sin éxito, hasta que Brunelleschi golpeó el huevo sobre la mesa dejándolo de pie. Los demás protestaron diciendo que ellos también podían haberlo hecho de igual forma, a lo que Brunelleschi respondió que si ellos viesen su proyecto y sus soluciones constructivas, también podrían construir la cúpula. Brunelleschi construyó la cúpula. La misma leyenda se atribuye a Colón, cuando propone un viaje a las Indias por una ruta hacia el Oeste, siendo conocida la anécdota como «el huevo de Colón«. Podría ser que esta historia signifique que es una idea que se hace realidad, puesto que el huevo de pie hace referencia al mundo ideal y la mesa de mármol al mundo material. Se trata de una época en que se crean cosas nuevas, que no habían sido copiadas de la Antigüedad, y puede ser que resultara un hecho novedoso en sí mismo, o difícil de clasificar.
El cuento del águila y las gallinas podría ser de otra manera, si las gallinas tampoco se dan cuenta de que el águila no es una gallina, creyendo que es una gallina más grande de lo normal. Entonces el águila podría mandar en el gallinero y un día convencer a las gallinas para conquistar el espacio aéreo tirándose al vacío, precisamente porque son gallinas, como sería ella misma la primera. Desearíamos que las gallinas, al borde del precipicio, fueran iluminadas por la luz de la verdad.
Foto destacada: portada de «El lado oscuro de la luna», Pink Floyd. Wikipedia
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