Buscando la Calle de Olmedo en Ciudad de Méjico, hemos encontrado este nombre en la localidad cercana de Chimalhuacan.
Existe una leyenda que cuentan los ancianos del municipio. «De una sirena que era la proveedora de las riquezas y la abundancia de agua y peces, pero que ésta, al irse, fue la causa de que se fuera desecando el lago, llevándose la cultura lacustre del lugar».
El nombre de Olmedo nos remite a los primeros años de la conquista de América. Diego Velázquez de Cuéllar fue el primer gobernador de Cuba y financió las dos primeras expediciones a Méjico. En San Cristóbal de la Habana concentraba los recursos para dar el salto al Continente. La tercera expedición estaba al mando de Hernán Cortés. Un conflicto de intereses provocó que Cortés traicionara a Velázquez de Cuéllar e iniciara la conquista sin su aprobación. Desde entonces se convirtieron en rivales y enemigos.
En Valladolid hay una calle «de Olmedo» en el Barrio de las Delicias. Es una zona extramuros, que comenzó a urbanizarse en el siglo XIX. Sin embargo, en el siglo XVI hubo una finca que perteneció al Convento de San Pablo. En el siglo XIX se construyó en este lugar un castillo-palacio, que se conocía como el «Castillo de Canterac«. Hoy es un parque con este nombre, que tiene una posición elevada respecto a la ciudad, por lo que no es improbable la existencia de un castillo o torre anterior en el mismo lugar.
La ciudad ocupa el fondo de un valle donde confluían el río Pisuerga y los dos ramales del Esgueva, por lo que debió se un terreno húmedo respecto a un entorno seco. En las cuestas que rodeaban la ciudad se situaban los arrabales, que existieron en todas la ciudades desde la Edad Media. Se formaban extramuros, en torno a vías principales, puertas de la ciudad o en torno a conventos.
La existencia de cuevas o casas-cueva sería habitual. Algunas fueron habitadas hace pocas décadas, como en la Cuesta de la Maruquesa. En Delicias se construyó el Paseo de San Isidro en el siglo XVIII. Junto al Parque de Canterac está la Fuente de la Salud, que era conocida en el siglo XVI, y en torno a ella, existían casas-cueva. La ocupación de cuestas y laderas por cuevas o bodegas se ha conservado en los pueblos cercanos.
En Zaragoza también hay un Barrio de la Delicias, urbanizado en el siglo XIX, donde existe el Parque del Castillo-Palomar. Se refiere a un castillo construido por una familia con ese apellido, en el siglo XIX.
Las Delicias es un barrio de Madrid. También es una zona extramuros. Fernando VI construyó dos paseos hasta el río Manzanares. Estas avenidas se llamaron «de las Delicias» porque tomaron el nombre del lugar al que conducían, junto al Canal del Manzanares, que era conocido como «Delicias del río». El Paseo de la Castellana se llamó originalmente «Paseo de las Delicias de la Princesa», en honor a la futura Isabel II.
En el Paseo de las Delicias de Madrid se sitúa una leyenda que fue el origen de la palabra «tiovivo». Las leyendas de muertos-vivos fueron muy frecuentes en el pasado y se pueden encontrar en cualquier parte.
«La epidemia de cólera de 1844 se extendió por media España. Esteban Fernández, más conocido como «Tío Esteban», era un madrileño que se ganaba la vida con un carrusel infantil con cuatro caballos. De pronto el «Tío Esteban» cayó enfermo víctima de la epidemia y murió.
Cuenta la leyenda que colocaron al «Tío Esteban» en un ataúd abierto y lo llevaron al cementerio en un cortejo fúnebre pasando por delante del carrusel de «caballitos». En este momento se escuchó una voz procedente del interior del féretro: ¡Estoy vivo¡, ¡estoy vivo¡. Una vez recuperado el Tío Esteban, volvió a su trabajo y se quedó con el apodo de «El Tío Vivo».
En Madrid es muy conocida la Calle del Pez, situada en el centro de Madrid, en el Barrio de Maravillas. Es una calle que tiene muchas leyendas, incluso algunos de sus edificios tienen su propia leyenda, como también las calles adyacentes. Un tramo de esta calle se llamó en el siglo XVIII, «Calle de la Fuente del Cura».
Parece que el nombre le venía de la existencia de una finca con cinco pozas y un estanque, con su fuente de aguas finas. La leyenda dice que su propietario, el Cura Henríquez, ya anciano, ordenaba, en el día de San Juan, abrir los jardines al público, para que todos pudieran disfrutar del juego de surtidores que adornaban la fontana y en cuya taza, se apoyaría el dueño para dar el último suspiro.
Felipe II compró la Fuente del Cura, con la intención de construir casas, pero dejando la fuente en su lugar, con distinta obra, pero las mismas aguas finas.
La Fuente del Cura Henríquez fue comprada por un tal Juan Coronel, para levantar allí su casa, pero sus aguas fueron mermando durante las obras y los peces que en ella nadaban fueron muriendo. El último de ellos murió en las manos de Blanca Coronel, hija del tal Juan, incluso después de rescatarlo del limo y meterlo en una pecera de vidrio. Para consolar a la muchacha, el padre ordenó labrar un pez de piedra en el chaflán del edificio. A pesar de ello Blanca Coronel se hizo monja en el Convento de San Plácido.
El Convento de San Plácido, fundado en 1624 tiene dos famosas leyendas. La posesión diabólica de veinticinco monjas, incluida la fundadora. La Inquisición resolvió el asunto decretando la prisión perpetua del confesor. Otro episodio está relacionado con el reloj del convento, cuyas campanadas imitaban el toque de difuntos. El reloj fue un regalo de Felipe IV, como desagravio y penitencia por haber asediado a una joven y bella monja, llamada Margarita, que fue salvada «in extremis», gracias a la astucia de la priora, haciéndola fingir cadáver.
La leyenda de Santa Margarita cuenta que fue una joven acosada por un prefecto romano, fascinado por la belleza de la joven. Al ser encarcelada, el demonio se le apareció en forma de dragón y la devoró. Pero ella poseía un crucifijo con el que rasgó la piel del dragón y salió de allí. Santa Margarita es representada liberándose del dragón y mostrando sus pies o piernas.
En relación con los pies de las mujeres, existe una costumbre en las mascaradas invernales del Concejo de Íbias (Asturias). Uno de los personajes, «El Basoiro», barre los pies de las mozas, para que éstas no se casen.
En 1647, un convento peruano encargó a Zurbarán treinta y ocho pinturas, veinticuatro de las mismas tenían que ser de Vírgenes a su tamaño natural. En la Ciudad de Lima existe la Calle de Olmedo y junto a ella está la Casa de las Trece Puertas. Es un edificio construido en el siglo XVI. aunque reformado posteriormente. El edificio fue propiedad del Tribunal de la Santa Inquisición.
Santa Casilda era hija de un rey moro de Toledo. Llevaba pan a los cautivos, hasta que un día fue descubierta por su padre. Al ser preguntada por lo que llevaba en los pliegues de su vestido, respondió que «rosas». Al mostrar lo que llevaba, el pan se había convertido en rosas.
Santa Casilda enfermó. Los cautivos cristianos le dijeron que había un ermitaño, de nombre Vicente, que custodiaba un pozo milagroso en Castilla. Viajó hasta La Bureba, en Burgos, donde están situados los Pozos de San Vicente. Se bañó en el pozo y se curó. Desde entonces se quedó en La Bureba, llevando una vida eremítica. Un ángel le ordenó construir un santuario en lo alto del cerro. Algunas leyendas añaden que a los primeros golpes en la cueva, salió de allí una leona que huyó sin más problemas. En aquel lugar Santa Casilda murió y fue sepultada a la edad de sesenta años.
En el Pozo Negro, o de Vicente, recuperó la salud Santa Casilda. El Pozo Blanco del Santuario de Santa Casilda, tiene la propiedad de hacer fecundas a las mujeres que se encomiendan a la Santa. A él acuden parejas que desean tener un hijo. Deben seguir un ritual, colocándose en la ladera a cierta altura, arrojando al pozo, o bien una teja o una piedra, según quieran niño o niña.
La figura de un ermitaño aparece también en la leyenda de San Cristóbal. Sobre sus dudas de cómo servir a Dios, el ermitaño le aconseja que se dedique a transportar gente, ayudándoles a cruzar el río. En las representaciones del Santo, en las que lleva al Niño Jesús sobre sus hombros, aparece el anciano ermitaño en una orilla, con un farol, a la entrada de una cueva.
Fuente: Artículos de la Wikipedia
ABC Madrid «La curiosa relación del origen de la palabra «tiovivo» con la muerte de un madrileño»
Vallisoletum: «La Fuente de la Salud»
Juan Agapito Revilla; «Los abastecimientos de aguas de Valladolid: apuntes históricos», 1907
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