Si el neoplatonismo se extendió en Roma entre las élites al final del Imperio Romano, podríamos buscar una razón en común para explicar la fuerza con la que ha regresado el neoplatonismo en la actualidad, aunque se defina con otros nombres. Podría decirse que es un neoplatonismo ecléctico, puesto que incorpora elementos del aristotelismo y del marxismo. Platón, nace en 427 a.C y muere en 347 a.C., en Atenas. Su vida coincidió con la hegemonía de esta ciudad en Grecia, al frente de la Liga de Delos, y su decadencia frente a Esparta, en la guerra del Peloponeso. Después de sucesivas desastrosas derrotas, el conflicto se acaba con la guerra de Corinto, que supone el dominio de Grecia por Esparta y de Asia Menor por los persas, en 387 a. C. En este mismo año Platón funda la Academia de Atenas.

En 382 a.C. nace Aristóteles, discípulo de Platón y contemporáneo de Filipo II, nacido en 387 a.C, que conquistaría Grecia, desde Macedonia. Aristóteles es contemporáneo de un intento de Atenas de crear una alianza con otras ciudades griegas, frente a Esparta y los persas, manteniendo la autonomía de los Estados, a diferencia de la Liga de Delos. Sin embargo, la liga acabó con una rebelión de los aliados contra el poder de Atenas.

Como conclusión, podría ser una huida de la realidad, por parte de Platón, refugiándose en el mundo de las ideas y en el caso de Aristóteles, es también una huida de la realidad, puesto que, después de analizarla, pretende construir una realidad o un orden inamovible, frente a cualquier cambio, además de cerrada y limitada en sí misma, siendo el cambio sólo posible dentro de los límites, por la dialéctica entre las partes y la oposición de contrarios.

Hércules Farnesio, Lisipo (Hacia 370-318 a.C.). Representa a Hércules cansado al término de sus trabajos, en su papel de salvador de la humanidad, pero con defectos morales, como la lujuria y la avidez, lo que no es lo mismo que la necesidad y la audacia.

El Imperio persa llegó a conquistar en norte de Grecia, incluyendo Macedonia, Egipto y Asia Menor. Los soldados griegos de estos territorios conquistados formaron parte de los ejércitos persas, sobre todo en la conquista del Mar Negro. El emblema de Macedonia, atribuido a Filipo II, padre de Alejandro Magno, es un sol de dieciséis puntas, que recuerda a los símbolos solares de Mesopotamia o incluso Egipto. Aristarco de Samos (310-230 a.C.) fue un astrónomo que propuso un sistema heliocéntrico al observar que algunos planetas, como Venus y Marte, describen trayectorias errantes en el cielo y sus movimiento hacia delante y hacia atrás no se podían explicar mediante la teoría geocéntrica de Aristóteles, que afirmaba que los movimientos de los planetas eran círculos perfectos.

Sol de Vergina o Estrella Argéada, símbolo de Macedonia. Mosaico encontrado en Gítana (Épiro). Puede ser que represente a una estrella que está detrás del sol. Aparece en monedas y escudos macedónicos. Foto: Wikipedia

Plotino (205-270 c.C.) fue un filósofo griego helenístico, fundador del neoplatonismo, que nació en Egipto, se educó en Alejandría y se estableció en Roma. Su trabajo tuvo una gran influencia en el pensamiento occidental, a través de Agustín de Hipona (396-430 d.C.), que fue maniqueo antes de convertirse al Cristianismo, y de otros pensadores cristianos. Plotino desarrolla el idealismo platónico incorporado elementos del cristianismo e ideas filosóficas griegas y orientales del zoroastrismo o mazdeísmo y maniqueísmo, doctrinas muy extendidas en el norte de África.

Resumiendo su doctrina, existe una realidad que fundamenta todas las demás, a la que llama «lo uno«. De un acto de derivación o emanación surge el «nous» y el alma. Lo uno es unidad y lo demás son realidades derivadas. En la explicación del «nous», Plotino se refiere a la semejanza entre el sol y la luz. El «uno» sería como el sol y la luz como el nous. El nous se identificaría con el espíritu. La función del nous como luz es que el uno pueda verse a sí mismo, pero como es imagen del uno, es la puerta por la que nosotros podemos ver al uno. El nous o espíritu es observable aplicando a nuestras mentes una dirección opuesta a nuestros sentidos. El nous es el resultante del contacto con el uno, es decir, una idea indeterminada que, al presenciar el uno, se delimitó como espíritu y adquirió la idea de las formas de los entes existentes. Un proceso similar que conduciría al Bien es tomado de La República de Platón. El nous procede de lo uno, no tanto por voluntad de lo uno, que se sitúa en un más allá, sino como un «desparramarse», por ello la analogía de la luz y el sol. Se explica también como «un despliegue de un círculo a partir de su centro».

Anunciación de Fra Angelico. Museo del Prado

La tercera realidad, que es el alma, tiene una doble realidad, puesto que esta ligada al nous y en el otro extremo al mundo de los sentidos, del cual es plasmadora. Plotino considera la Naturaleza como una generación o creación que va de arriba hacia abajo, desde el alma. El alma es el gobernante de todos los objetos y pensamientos en el mundo tangible. Se encarga de generar materia, dada la insuficiencia de producir ideas y ejecutarlas. Tendríamos que entender que las cosas son lo que son porque lo quiere el alma que genera el pensamiento, siendo el alma la que determina el ser, puesto que determina el pensamiento. El movimiento del cosmos es descrito como una realidad viva, orgánica, perfecta y bella y lo convierte en una estructura ordenada. El movimiento consta de dos fases, que se puede interpretar en sentido cosmológico o religioso. El desarrollo es la diversificación que procede de la unidad y hace aparecer la multiplicidad por emanación. El repliegue o recuperación, es el movimiento de simplificación, de lo múltiple hacia la unidad. Ninguno de los dos movimientos es completo, puesto que se acompañan de movimientos de descenso y ascenso.

Retablo Bladelin de Rogier Van der Weiden. Para los pintores flamencos en el siglo XV, la representación de la Natividad se convierte en un problema astronómico, al identificar el nacimiento de Jesús con el nacimiento del sol. Suele aparecer la estrella detrás del portal en muchas representaciones y no se representa la «mano de Dios» en un círculo, que aparecía en el arte bizantino.

Desde un punto de vista material, la mitología egipcia describe un proceso de desestructuración y estructuración en el mito de Osiris y Seth. El dios Seth, que simboliza el desierto y el caos, mata a su hermano Osiris, dios de la vegetación. No siendo suficiente, parte su cuerpo en pedazos que dispersa por toda la tierra de Egipto. La diosa Isis busca los pedazos y vuelve a unirlos. Además consigue quedarse embarazada de su esposo muerto, empleando sus poderes mágicos. De la unión de Isis y Osiris nace el dios Horus, dios del cielo, que simboliza un nuevo nacimiento, el sol y el amanecer. Horus lucha contra Seth y en el combate pierde su ojo izquierdo. que será destrozado, siendo el dios Thot quien consigue recomponerlo, para que Horus recupere la vista. El ojo recibe el nombre de «Udyat» y es un conocido amuleto que simboliza el orden, lo imperturbable y el estado perfecto. Horus empleó su ojo para devolver la vida a Osiris, por lo que simboliza la prosperidad, la indestructibilidad del cuerpo y la capacidad de renacer. El ojo de Horus representa un complejo sistema de fracciones agrarias, que la mitología explica diciendo que se corresponden con cada una de las partes en que fue dividido el ojo de Horus (el todo), en su destrucción.

«Udyat», ojo izquierdo de Horus, reconstruido por el dios Thot. El ojo izquierdo de Horus representa a la luna, mientras que el ojo derecho representa al sol

Teniendo en cuenta el contexto, Egipto era un país que dependía de las inundaciones periódicas del Nilo, que condicionaban la agricultura. Las alteraciones de ese orden natural podían poner en peligro su principal medio de subsistencia, por tanto, su deseo sería que las condiciones permanecieran estables, que los ciclos anuales de destrucción por la crecida y reordenación de la tierra para el cultivo, se sucedieran sin grandes cambios. Thot es el dios encargado de la parcelación del tiempo y su división en periodos, entre otras atribuciones y se le representa con cabeza de ibis, portando unas tablillas para la escritura, siendo el escriba de los dioses. Sus anotaciones servían para emitir juicios sobre los procesos, tanto referidos a la tierra, al clima y sus cambios, como a las acciones de los hombres en el juicio de Osiris. El «ib» es el corazón egipcio, donde reside la conciencia y la moralidad y la «Maat» es una pluma que representa la verdad. En la balanza, el corazón debe ser más ligero que la pluma.

Osiris verde. Parece representar el cielo, la luna y el sol, mediante los ojos de Horus. La cosecha sería representada por Osiris, junto a la sangre del ganado, algo que podría ser un panal de miel y una planta que podría representar el cereal. Tumba de Sennedyem. En torno a 1200 a.C.

Es lógico que la visión neoplatónica influyera en el arte paleocristiano de Egipto o arte copto, por su deseo de representar la luz de la verdad. Los iconos coptos del siglo VI ocupan los muros de las iglesias y se representan con un fondo dorado y las figuras tienen el halo como si fuera un sol. Coincidiría con la idea neoplatónica, puesto que el fiel recibe la luz de la verdad, que simboliza el dorado del fondo y esa luz hace que contemple el icono como si fuera la imagen de la divinidad. De ese modo invertimos la percepción, puesto que es la luz la que convierte la figura en divinidad y el ojo no percibe la realidad sino la verdad. Considerar el el sol y la luz como divinidad o característica de la divinidad, forma parte de la tradición religiosa egipcia y griega y posiblemente de la cultura de la Antigüedad en general. Es posible que esta forma de entender la representación de la divinidad, no fuera fácilmente entendida fuera de Egipto, puesto que la Querella Iconoclasta en el todo el Imperio Bizantino se produce en el año 717, siendo destruidas y prohibidas las representaciones religiosas, prolongándose desde el siglo VIII al XI. En el siglo XIII el aristotelismo se hace compatible con la fe cristiana, sin abandonar el neoplatonismo. Puede ser que la adopción del aristotelismo explique la proliferación de «reliquias» como prueba material de una existencia real, no sólo en el pensamiento.

Pantócrator. Cefalú (Sicilia), siglo XIII. La leyenda en latín traducida sería: «Creador del hombre y (habiendo sido) redentor de lo creado, hecho hombre, yo, dios dotado de cuerpo, juzgo los cuerpos y los corazones». Foto: Wikipedia

Entendemos que el desdoblamiento del «ser» en pensamiento y cuerpo es una aportación del neoplatonismo, aunque también está presente en el gnosticismo del siglo I, es decir, un conjunto de creencias religiosas mezcladas con ideas filosóficas que también tiene como antecedente el idealismo platónico y que se dividió en varias sectas judías y cristianas. La gnosis se refiere al conocimiento basado en la experiencia o percepción personal. El pensamiento gnóstico tiene un carácter dualista y una división tajante entre cuerpo y espíritu. El mal y la perdición estaban ligados a la materia, mientras que lo divino y la salvación pertenecían a lo espiritual. El dualismo anuncia el maniqueismo posterior. En algunos casos deriva hacia visiones ascéticas, de necesidad del maltrato del cuerpo y el padecimiento de la carne para la liberación del espíritu. Algunos textos relatan las enseñanzas gnósticas de Jesús, como el «Pistis Sofia«, escrito en Egipto, posiblemente en el siglo II. Sofía es una divinidad femenina o que se considera el aspecto femenino de Dios. Se identifica con la sabiduría de Dios, «Hagia Sofia», y es un concepto teológico. Santa Sofía también es una santa venerada por la iglesia ortodoxa. Parece ser que el carácter femenino del concepto lo ha relacionado con el moderno feminismo y el pensamiento de la New Age de los años 70. Desde un punto de vista astrológico se relaciona con la llamada «Era de Acuario«, aunque todas estas creencias se basan en una visión geocéntrica, siendo el sol el que da vueltas en torno a la Tierra.

Santa Sofía y sus hijas: Fe, Esperanza y Caridad. Icono ruso del siglo XVI.

Porfirio (232 Tiro – 304 d.C. Roma) fue discípulo de Plotino que incorporó la lógica aristotélica al neoplatonismo, especialmente en las categorías del ser, interpretada en términos de entidades. Porfirio describe cómo las cualidades atribuidas a las cosas pueden ser clasificadas, rompiendo con el concepto filosófico de substancia como una relación entre género y especie. El problema de la existencia o no de los universales fue una cuestión discutida en la Edad Media. Porfirio establece una clasificación dicotómica que toma como punto de partida el género de la sustancia (lo más general), descendiendo al resto de los individuos, pasando por las especies (lo más especial). El género lógico es una unidad conceptual empleado en lógica y metafísica.

El Árbol de Porfirio, también llamado «escala del ser«, ilustra la categorización que Porfirio dio a las sustancias. En un principio no fue representada con un dibujo o diagrama, siendo los escritores del Renacimiento los que ilustraron sus escritos de esta manera. El esquema fue sugerido al ilustrar en los textos las categorías de Aristóteles, es decir, la clasificación de los conceptos Aristotélicos de género y especie, siendo la clasificación de Porfirio dicotómica a partir de la clasificación de Aristóteles. Esto quiere decir que desdobla la clasificación, es decir, divide «género» en «Diferencia de género» por Pensamiento y «Diferencia de género» por Extendido (cuerpo). Desdobla «sustancia extendida cuerpo» en cuerpo inerte y cuerpo viviente. El cuerpo viviente animal, lo desdobla en animal racional y animal irracional. A continuación, el animal racional ser humano. También multiplica los «predicables», es decir los modos de relacionar sujeto y predicado, estableciendo cinco: género, especie, diferencia, propio y accidente.

Árbol de Porfirio, vigente hasta que fue cuestionado por Charles Darwin

Porfirio inicia el nominalismo, también llamado particularismo, que niega la existencia de los universales, siendo conocida la expresión «no hay nada general, excepto nombres». Es posible que en la Antigüedad se considerara importante tener un nombre. En una sociedad donde existía la esclavitud, los esclavos no tenían nombre y por tanto no existían. La sociedad de Platón y Aristóteles se estructuraba hasta un punto que separaba a quienes eran ciudadanos de los que no lo eran, aunque había una zona intermedia de «no ciudadanos» y de «no esclavos» para extranjeros, comerciantes, etc. Un movimiento de simplificación de lo múltiple a la unidad podría ser el ejército romano y sus estructuras. Las centurias son la espina dorsal de las legiones, unidas por un fin y una dirección. La primera cohorte esta formada por centurias dobles, que encabezaban la legión. Podría ser que una centuria encabezara el camino de ida y la otra el de vuelta, puesto que lo más probable es que la ruta no coincidiera exactamente.

Estela de un soldado romano. Museo de York. (L)ucius Duccius (el Guía), «signifer» o portador del estandarte de la Legio IX. La traducción de la segunda línea podría hacer referencia a la filiación, aunque no aparece (F), (L) Volti Rufinus. Si nombra a otra persona, llamada Lucius, no está claro. «Volti» podría traducirse como «de vuelta» y Rufinus hacer referencia a la ruta desde la frontera, De «finis», frontera

Si eliminamos el género, al tratarse de una unidad conceptual, nos quedan las especies, que pueden ser múltiples. Por ejemplo, la ideología de género en la actualidad, al eliminar el género recurre a una sucesión de clasificaciones que pueden ser interminables, tantas como personas, podría llegar a ser, estrictamente hablando. Por tanto estaríamos asistiendo a un movimiento de expansión del Uno neoplatónico en la diversidad, que tendría como consecuencia un movimiento de regresión hacia la unidad del Uno, completado quizá con un movimiento de ascenso y descenso.

Esta regresión al Uno se observa en la inversión de los predicables, es decir la relación entre sujeto y predicado, de modo que algo tiene que ser clasificado para existir. No existe la sustancia sino la clasificación. La frase «el perro es un animal» se cambiaría por «un animal es el perro», de modo que si no se manifiesta el predicado, la sustancia (el perro) «no es» o no existe. Otro ejemplo podría ser la frase «el fin justifica los medios» por «los medios justifican el fin», siendo el significado de la segunda lo contrario, porque el fin o el resultado no tiene importancia, es decir, que no hay responsabilidad por el resultado, puesto que lo que importa son los medios que se consideren aceptables, sirva para algo o no. También es posible que se haya producido una confusión al no darse cuenta que el «género como concepto filosófico y metafísico» no es lo mismo que el «género como concepto de clasificación de la biología y las ciencias naturales», es decir, categoría taxonómica que se ubica entre la familia y la especie. «Familia», es decir, categoría taxonómica entre el orden y el género. Se establece a parir de la teoría de la evolución de Darwin.

Árbol de Porfirio. Foto: filosofia.net

Si tenemos en cuenta el contexto histórico donde surgen los «idealismos» de época helenística, lo más destacado es la conquista de Grecia, Egipto y Asia Menor por el Imperio Romano. Desde un punto de vista filosófico, se extienden entre las élites una serie de corrientes: estoicismo, epicureismo, cinismo, las más conocidas, que tienen en común evitar enfrentarse a la realidad, o al menos dejar por imposible enfrentarse a la realidad, al quedar fuera de su alcance, centrándose en uno mismo y en sus círculos más cercanos. La decadencia del Imperio en los siglos siguientes, estará motivada por la inflación continua que sufría la parte occidental del Imperio, cuyo centro era Roma, frente a la parte oriental, con capital en Constantinopla. A pesar de todo, la caída de Occidente tarda unos siglos porque el Imperio era muy grande, aunque acabe agotado por los gastos militares, luchas de poder, divisiones, etc. como méritos propios, pero sobre todo por su inferioridad económica frente a la parte oriental. La parte occidental se vacía de población y recursos, cuando se produce la invasión de los pueblos «barbaros», que se desplazan desde su posición en las fronteras de la parte oriental del imperio. Lo que se llama Imperio Bizantino continuará su devenir histórico hasta el siglo XV, cuando Constantinopla es conquistada por los turcos otomanos.

El pensamiento de la New Age o Movimiento Nueva Era, parte de las élites intelectuales, aunque se extiende a las clases medias. Como respuesta al trauma de la segunda guerra mundial, se buscan ideas nuevas de las filosofías orientales, se cuestionan la sociedad, religión, la educación o las formas de vida occidentales, en general. Estas ideas de los 70 parecen haber sido retomadas desde la política hacía la sociedad, como ideas innovadoras y de progreso, puesto que su carácter ecléctico les permite adaptarse o acomodarse junto a cualquier tendencia política o económica. Los conceptos de los 70 reciben otros nombres en la actualidad y lo que se llamaba entonces «contexto social» o «comunidad», ha pasado a llamarse «identidad«, que sería lo mismo que «círculo social«, no siendo determinado por factores económicos sino por otros, de forma transversal, como se diría hoy en día.

La finalidad de la «identidad» de un individuo es formar parte de un «circulo social», en el que sólo faltaría un «dedo divino», capaz de señalarte y pronunciar tu nombre, como señal de protección directa. En cuanto al contexto en el que vivimos, habría que mirar a ver de qué realidad se huye o qué es lo que se quiere evitar. A bote pronto, diríamos que es de la responsabilidad de lo que se huye, ajustándose a las ideas neoplatónicas, siendo la realidad lo que se piensa, es decir, el pensamiento, o lo que se manifiesta, por medio de la palabra. El pensamiento genera la realidad, no existiendo por sí misma. Parece ser que, ante los problemas, seguir hablando y manifestando es la manera de afrontarlos y de cambiar la realidad.

«El grito» de Eduard Munch (1895). Según cuenta el autor: «Paseaba por el sendero con dos amigos; el sol se puso. De repente, el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio: sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad. Mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad. Sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.»

Quizá estamos asistiendo en nuestro tiempo a nuevos desarrollos de la Metafísica y sus conceptos y ramas filosóficas. Los conceptos de «ser», «entidad», «sustancia», «categoría y absoluto», así como un desarrollo de la Ontología, Teleología, Cosmología filosófica, Teología natural y Psicología racional, como ramas filosóficas. En la Edad Contemporánea, los filósofos postestructuralistas, aquellos que superan el estructuralismo como explicación de la realidad, dicen que la realidad queda supeditada a los entes, es decir, se inscribe la diferencia en el concepto, algo contrario a la metafísica, que no contempla la diferencia. El postestructuralismo se convierte en fenomenología existencial, siendo el objeto de su estudio «los objetos mentales». Es posible que, al no ser capaces de ubicar, no ya definir, como sucedía en la Edad Media, los conceptos, se opte por suprimirlos, así como una supresión de las categorías, y la realidad queda reducida a «diversidad y uno«, siendo el uno lo que se estructura, en oposición a la diversidad. Sería, por tanto, una inversión de la percepción o de la metafísica en sí misma, para que todo vuelva a ocupar el mismo lugar que tuvo en una nueva estructuración o emanación del uno, hasta que nos demos cuenta que detrás del uno hay otro uno y vuelta a empezar. Recuerda a la historia de ese huevo perfecto, encerrado en si mismo, y la mesa de mármol.

San Estefano o Esteban. Iglesia de San Juan de Bohí (Lérida). Esteban fue uno de los primeros mártires cristianos condenado a muerte por lapidación. En el momento de su muerte, se abrió el cielo y pudo ver a Jesucristo, sentado a la diestra de Dios, mientras oraba para perdonar a sus asesinos. Quizá las pinturas representen la luz divina sobre Esteban y las piedras que rebotan sobre su cuerpo hacia atrás, teniendo el significado de que sus asesinos se convertirían en cristianos. Entre los presentes, se hallaba Saulo, un joven fariseo después convertido en San Pablo.
Ibis sagrado en el que se personifica el dios Thot. Se han desenterrado millones de ibis momificados en los templos como ofrendas, desde el Imperio Nuevo . Se dice que acabó con las serpientes aladas que llegaban a Egipto desde Arabia y que se fecundaba a sí mismo. Quizá signifique la llegada de gentes por la expansión del Imperio y las guerras y simbolice la pureza de sangre, o que tenía la facultad mágica de mantener la sangre egipcia en las uniones, podríamos suponer. Foto: Wikipedia