El cuento de «La Cenicienta» se inspira en la historia de Santa Librada. Su leyenda es una interpretación de una idea ampliamente representada en el arte y las tradiciones.

La Iglesia no ha reconocido la autenticidad histórica de la existencia de esta mujer, pero acepta los cultos y celebraciones en su honor, cuya festividad es el 20 de Julio.

La leyenda más conocida de esta santa parece una elaboración de la historia, que podríamos situar en torno al siglo XV. Se trata de una joven que, negándose a casarse con su pretendiente, le pidió a Dios tener un aspecto repulsivo, para ser rechazada por este. En respuesta, el rey que la pretendía la mandó crucificar. Santa Librada es representada como una figura de mujer crucificada con una cabeza barbada. Esta iconografía es muy conocida en los países del centro de Europa.

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Milagro de Santa Librada o St. Wilgefortis, Hilgertshausen (Alemania)

Según cuenta la leyenda, un día que un músico tocaba junto a la imagen, la santa le lanzó su zapato de oro y piedras preciosas. El joven músico fue acusado de robar el zapato. Para demostrar que el zapato le había sido entregado y no robado, volvió a tocar de nuevo delante de la imagen. Entonces tuvo lugar el prodigio por el que Santa Librada le arrojo el otro zapato, demostrando de esta manera que había sido entregado por la voluntad de la santa.

Como ya explicara Charles Cahier (1802-1882), Santa Librada es en realidad una interpretación del Cristo de Lucca (Italia), conocido como Volto Santo o Santa Faz. Este crucifijo, de origen bizantino, fue muy conocido en la Edad Media. Cristo es representado vestido y coronado. Es posible que, al ser vestido con una túnica, el paso del tiempo provocara la confusión de creer que se trataba de una mujer.

 

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Volto Santo de Lucca (Italia), Foto: Wikimedia Commons

 

Sin embargo, todas estas representaciones, desde su origen, parecen tener un mismo significado, aunque se reinventen y representen de forma diferente.

La figura de Santa Librada se puede explicar simbólicamente. El cuerpo de mujer representa la tierra o la muerte, pero es alguien que no ha muerto, puesto que asoma la cabeza. Es un hombre que está muerto, pero vivo.

Hoy en día no somos conscientes de la existencia de un lugar o momento intermedio entre la vida y la muerte, pero antiguamente mucha gente vivía en esa situación, en ese lugar o momento de la vida. Por ello era representado frecuentemente en el arte y en las tradiciones.

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Giudoriccio da Fogliano, 1328, Siena (Italia). Simone Martini

Podríamos pensar en alguna de estas situaciones tan frecuentes: los soldados al dirigirse a la batalla, los enfermos, las situaciones de necesidad o de peligro, o una vida en la esclavitud o en el encierro. La esclavitud era entendida como la muerte en vida.

El Volto Santo de Lucca es un Cristo que no ha muerto, aunque le falta poco. El círculo que lo rodea no se ha cerrado y sobresalen sus pies. Podemos interpretar que todavía tiene los pies en la tierra. Existe una leyenda similar a la del músico, aunque en este caso la protagonista es una mujer pobre. En ese momento intermedio entre la vida y la muerte es posible la comunicación entre ambos mundos.

En Italia, Santa Librada es conocida como Santa Liberata. En las representaciones no aparece como mujer crucificada sino como una mujer que lleva a sus hijos en brazos. Es conocida como la santa protectora de los partos y de la supervivencia de los neonatos. En España no encontramos una representación similar. La imagen de Santa Librada de Baiona (Pontevedra), está acompañada por dos figuras de ángeles.

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Santa Liberata, Paruzzaro (Italia). Foto: Wikimedia Commons

 

En la provincia de Segovia, en el pueblo de Villaverde de Íscar, la patrona, Santa Librada, tiene rostro de mujer. Es una representación más moderna y tiene un aspecto amable, a pesar de tratarse de una mujer crucificada. Es posible que signifique que esta situación también era padecida por las mujeres.

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Festividad de Santa Librada, Villaverde de Íscar (Segovia). Foto: El Norte de Castilla

 

En el pueblo de El Espinar (Segovia), el Cristo del Caloco viste una túnica que le cubre el cuerpo de cintura para abajo. Los cabellos son extrañamente largos, algo que «feminiza» la imagen o más bien acentúa su forma triangular, como si fuera una montaña. Este Cristo de la Cofradía de los Esclavos parece representar que la esperanza es muy poca. La figura de Cristo parece condenada a ese destino por la estrella que está sobre su cabeza.

 

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Cristo del Caloco en la ermita. Foto: Panoramio

 

En el mes de septiembre, durante la fiesta del Santo Cristo del Caloco se procede a trasladar la imagen desde su ermita a la iglesia de San Eutropio en El Espinar. Las andas de la imagen tienen la forma de una montaña. Una semana después es trasladada de nuevo a la ermita desde la iglesia. Entonces cambia el motivo de la túnica por un sol y cambia la forma de montaña por  figuras de ángeles. Es posible que la esperanza para las personas que sufrían esa situación no estuviera en su propio destino, sino en esperar que sus hijos tuvieran una suerte mejor, que no padecieran lo que a ellos les había tocado padecer.

Hay un Cristo relacionado con el Volto Santo en un pueblo llamado Pinos del Valle, en la provincia de Granada. Es conocido como el «Cristo del Zapato«. En esta representación aparece un zapato y un cáliz a los pies de Cristo. Al calzar un zapato y el otro no, parece representar un lugar intermedio, una esperanza de superar la muerte y la esclavitud.

Muy cerca de Baiona (Pontevedra), se celebra la romería de Santa Marta de Ribarteme. Santa Marta es la hermana de Lázaro y representa también un momento intermedio entre la vida y la muerte. La procesión es muy conocida porque desfilan ataúdes con personas vivas en su interior. El motivo es una promesa hecha a la santa por librarles de la muerte en una situación de peligro o enfermedad. Aunque puede resultar un poco raro, es una forma bastante clara de expresar esta idea. Incluso en el ataúd y camino del cementerio, el «muerto vivo» todavía puede levantar cabeza.

 

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Santa Marta de Ribarteme. Foto: La Razón

 

En cuanto a «Cenicienta» , la muerta viva que llevaba su desgracia con alegría, porque esperaba el momento para salir de su situación. Hasta una noche en la que lloró porque se dio cuenta de que no era posible. Entonces el hada madrina, que sustituye en el cuento a Santa Librada, le entrega unos zapatos con los que puede acceder al mundo de los sueños, al menos temporalmente. La prueba de que fue verdad es que conserva un zapato, pero necesita los dos zapatos para que se convierta en realidad. Mientras tanto estará en un lugar intermedio, entre el sueño y la realidad, es decir, seguirá con un pie en la tumba.

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Ermita de Santa Marta de Riberteme. Foto: Faro de Vigo